La chica que vivía en el rock
Gustavo Cerati le besó las manos al verse retratado por ella. A Charly García lo expuso mil veces. A Kurt Cobain pudo capturarlo en vivo. "Busco despojarlos de la pose de rockstars", dice la fotógrafa Nora Lezano, quien se despide de su lado fan
"Es la primera vez que me reconozco en foto", le dijo Gustavo Cerati a Nora Lezano. Lo dijo mientras besaba las manos de la joven que le había permitido reconocerse, la que por instante y lejos de cualquier superstición robó su alma para transformarla en una foto icónica. "Es el mejor halago que me han hecho –reconoce Lezano–. Se lo veía muy conmovido mirando esas fotos. Me besaba las manos. Yo enloquecía y trataba de mantener la compostura. No me hablaba de estar lindo o feo, me hablaba de reconocerse. De aquel momento recuerdo una emoción infinita, como persona, fan y fotógrafa."
Cuando era chica fue fanática de Menudo y de Kiss. "Recuerdo el regalo de mi mamá cuando cumplí 11, el vinilo de Dynasty, de Kiss. De adolescente amaba a Soda Stereo. Tuve un novio fan de ellos también, así que íbamos siempre a los shows."
¿Hiciste alguna locura como fanática?
Mi mayor locura: solía ratearme del colegio y pararme frente a la casa de Cerati en Villa Urquiza sólo para verlo pasar. Cuando vino Kiss a Buenos Aires, en 1994, con unos amigos fui al hotel donde se hospedaban sólo a sacarme una foto con ellos.
* * *
–Nena, ¿a vos te gusta Soda Stereo? Le preguntó un compañero que trabajaba con ella en la municipalidad porteña y que hacía algunas cosas para el Cronista Comercial.
–Tengo que ir a cubrirlo. ¿Querés ir vos? –Volvió a preguntar. Nora no salía de su asombro. Con su Nikkon manual usada que había comprado con su primer sueldo iba a inmortalizar a la banda que amaba desde la misma trinchera del rock.
Cuatrocientas y una imágenes se apoderan de la sala Cronopios del C. C. Recoleta [Junín 1930] y lo hacen con el nombre Fan. La muestra, que fue parte de Ciudad Emergente y puede verse hasta el domingo próximo, resume 25 años de rock en la mirada de Nora Lezano, la mujer que nació en Mataderos en 1970, para después de varias mudanzas instalarse en Tapiales. La misma que abandonó su carrera de bióloga y rompió la libreta universitaria para entregarse a otro mundo, uno que la consagraría como el ojo del rock.
¿Fan es el cierre de una etapa? ¿Por qué?
Fueron casi 25 años de vivir en ese mundo fotografiando músicos. Había que darle un cierre a esta etapa y pude hacerlo con Elio Kapszuk, el curador. Porque el rock ya no está en primer lugar en mi vida. Quiero explorar otras cosas. No cierro la puerta a seguir haciendo fotos a músicos, de hecho lo hago; cierro mi etapa vivir en el rock.
Para la muestra, ¿pusiste el foco en los retratos o las figuras?
En que fueran buenos retratos. Incluso hay varias fotos buenísimas, a mi criterio, de bandas o solistas del under. Nunca fue más importante la figura que la fotografía. Hay muy pocas fotos en vivo, y sólo hay dos o tres que no son tan buenas, pero eran nombres que no podían faltar (Kurt Cobain, Nick Cave) justamente porque soy fan de ellos. También hay retratos de músicos que no hacen rock (Liliana Herrero, Ricky Martin, Soledad y Natalia Pastorutti, Abel Pintos, Pablo Lescano, Draco Rosa), pero que consideré que sus fotos tenían que estar ahí porque son muy buenas.
Mirar hacia atrás nunca es fácil. Imagino que habrá sido movilizador y también sanador.
Sí, fue duro y a la vez sanador. Mirar 25 años atrás no me fue nada fácil, pero sí necesario para editar y para agradecer. Agradecer la vida buenísima que tuve, rodeada de gente talentosa, querida. De ver que siempre viví como quise, haciendo lo que más me gustaba, más allá de tantas dificultades y momentos durísimos. Al principio tuve ayuda de una amiga, editábamos el material juntas, pero después necesité hacer ese proceso sola. Así que miré miles de negativos y una cantidad importantísima de fotos digitales durante casi dos años.
¿Qué intentás mostrar en tus retratos?
Busco despojarlos de la pose de rockstars; pretendo que se vea un poco de su esencia.
Charly García es el músico más fotografiado por vos. ¿Qué recordás de tu primer encuentro con él?
Que fueron unas fotos junto a Mercedes Sosa, recuerdo nervios y lágrimas. Nervios porque no lo conocía y como es tan impredecible me daba pánico su mal humor. Y lágrimas porque cuando lo vi, me fui al baño a llorar de emoción.
En aquel primer encuentro. Charly le pidió el teléfono. Nora le dio el de su casa y el de su trabajo. Charly llamó. Nora atendió y acudió al encuentro. Fue un sábado, en el departamento de Coronel Díaz. Nunca más se separaron.
¿Cómo es trabajar con él?
El trabajo con él es como él: impredecible. Y eso me encanta. Todo es riesgoso, hay vértigo, hay sorpresa y hay amor.
¿Cuál es la foto de Charly que más te gusta o querés?
Es difícil decirlo. Tengo muchas muy buenas, pero guardo un cariño muy especial por nuestra primera sesión en su casa. En la muestra pueden verse varias, por ejemplo una con un ramo de jazmines en la mano. Esa me gusta porque hay un dejo de tristeza en su mirada.
¿Cómo fue la relación que mantuviste con Cerati?
Teníamos una relación laboral muy buena: era muy obsesivo y perfeccionista, como yo, entonces nos entendíamos perfectamente. Sabía lo que quería, sabía transmitirlo y dejaba que yo proponga, experimente. En lo afectivo, era un tipo que ponía cierta distancia en algunos vínculos, pero siempre tuvimos momentos profundos.
En tu página Web jugás con Gustavo y simulás tocar en la guitarra De música ligera. ¿Qué recordás de aquel momento?
El video con Gustavo lo hice en 2009 para mostrarlo en el ciclo Manifiesto en el que se invitaba a artistas a manifestar a partir de qué valores producían. Yo leí mi manifiesto y expuse ese video. Fue genial hacerlo. Cuando le conté a Gustavo la idea, dijo que sí sin dudar un minuto. Pidió leer mi manifiesto y le encantó. Recuerdo que el video lo hicimos un sábado, todo el día, y armé un equipo con amigos míos fanáticos de él (el que puso la cámara, el que hizo la luz, el sonidista, los asistentes, el que registraba el back…). Gustavo estaba tan tan contento y ansioso por mostrarlo que lo subió a su Facebook antes de que yo lo presentara. ¡Cómo me enojé! Me había cagado el chiste.
Son muchos los músicos que se entregaron a tu cámara y se animaron a dar un reflejo de intimidad. ¿Qué riesgos asumiste para que esa intimidad no sea violentada?
Una relación nace, crece y se mantiene cuando hay amor y respeto. La confianza se gana. Siempre supe y pude irme a tiempo. Nunca puse en riesgo un vínculo por hacer una foto más. Siempre cuidé mi trabajo, que es en definitiva también mi nombre. Así construí el camino, cuidando al otro y cuidándome.
Compartir con algunos de ellos una gran amistad [fue por ejemplo una de las mujeres de Fito Páez en el disco Mi vida con ellas], ¿te condiciona? ¿Implica un mayor desafío?
No, no condiciona. Es más divertido.
En la muestra hay imágenes de muchos artistas que ya no están, María Gabriela Epumer, Gustavo, el Flaco Spinetta. ¿Qué significaron para vos estas despedidas?
Significaron lo que para cualquier persona significa perder a seres muy queridos: una tristeza sin fin.
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No tengo los pies en la tierra
Debajo de los pies está el cielo
¿cuánto más arriba caería si me dejara soltar?
Escribe Nora. En 2012 publicó Sin sueño se duerme también, un libro que debe su título a una frase de La cortina, una canción de Las Pelotas. La frase estaba anotada en uno de los cuadernitos de Nora, esos que necesitaban salir del cajón.
¿Qué lugar ocupa la escritura? ¿Cuáles son tus búsquedas?
He coqueteado con la escritura, el video y la dirección de cosas mínimas en teatro [Social Tango, Tapiz Pizarnik. En febrero de este año publicó junto a Emilio García Wehbi el libro Communitas]. Sigo haciendo fotos para editoriales, discos y mis trabajos personales. Ahora disfruto el vacío que dejó sacar estas fotos a la luz, pero no tengo claro adónde iré. Si bien hace unos años que me alejé de los escenarios y las bambalinas, siempre seguí metida en esto, craneando esta muestra.
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Blanqui, su perra, suele acompañarla en las caminatas que emprende por una ciudad cada vez más alejada del silencio y el verde que busca. Piensa en dejar la gran urbe. "No sé aún dónde, pero sí es condición estar rodeada de árboles."
Leí que sos amante de los perros.
Me gustan, amo a los animales en general, pero a los perros más que a todos. Desde chica que me gustan.
¿Fuiste parte de diferentes campañas para protegerlos?
Hay gente que dedica su vida a eso, que ya tiene mucha experiencia y que trabaja muy bien. Siento que la mejor forma de sumarme es ayudarlos haciendo lo que yo sé hacer. Hace 2 años produje un calendario para la organización Proyecto 4 Patas, en el que participaron algunos colegas. El calendario se vendió a beneficio de los perritos rescatados por P4P. El año pasado, hice un nuevo calendario, esta vez para la Fundación Viva la Vida, para el cual yo saqué todas las fotos. Fueron 13 retratos en blanco y negro de perritos que esperan ser adoptados. La iniciativa me llegó tan al corazón que en forma totalmente orgánica me fui convirtiendo en madrina de esos animalitos. Siempre estoy pensando en formas de ayudarlos, y de hecho voy a hacer el calendario 2016 nuevamente con Viva la Vida.
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¿Recordás cuáles fueron las primeras imágenes que revelaste de tu primer rollo? ¿Qué buscabas entonces?
Por aquel entonces, en 1990, no buscaba nada. Todo era un descubrimiento. Era bienvenido todo lo que se me presentaba para vivir y fotografiar. Hice un curso básico para saber usar la cámara, revelar negativos y copiar fotos. El primer rollo tiene muchas cosas que después sí busqué. Como un perro, la naturaleza, muchos amigos, y un rockero.
El rockero era Richard Coleman, al que vio cruzar Cabildo y Lacroze desde la ventanilla del colectivo en el que viajaba al curso de fotografía. El único curso que hizo. Se bajó y como fanática de Fricción le pidió sacarse una foto. La hizo. Esa es la que quedó en el primer rollo.
¿Integraste alguna banda de rock?
[risas] No.
¿De qué banda te hubiera gustado ser parte?
De Pixies.
Fotos Martín Lucesole y gentileza Nora Lezano
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