La casita: así funciona la ONG que atiende a víctimas de abuso y violencia machista
Suponete que estás en una fiesta con tus amigos. Suponete que cuando apoyás tu vaso de bebida en la mesa, alguien le pone algo. Suponete que te drogan. Suponete que te llevan a un cuarto y abusan de vos cinco chicos. Suponete que se lo querés contar a tus amigas y te echan la culpa por haber ido a esa fiesta. Suponete que no sabés a quién contárselo, que lo sufrís, que recordás algunas cosas de esa noche como si fueran ayer, hace minutos. Te cruzás una vez por semana con esos chicos porque se juntan en una esquina por la cual a veces tenés que pasar sí o sí. Cuando pasás se ríen. Siempre se ríen. Tenés miedo entonces te callás durante años. Te encontrás de golpe con videos sobre feminismo. Notas sobre feminismo. Suponete que empezás a darte cuenta de que vos no tenías la culpa y que querés hacer algo con eso, querés recuperarte, querés no tener nunca más momentos difíciles por algo que te hicieron, por algo a lo cual vos te negaste y te obligaron. No sabés qué hacer, cómo arrancar, a quién contárselo, a quién pedirle ayuda. Te topás con alguien que puede darte una mano. Te recomienda que vayan juntas a La Casa del Encuentro.
Antes de contarles qué es la Casa del encuentro quiero hacer una salvedad y es que la idea de esta nota no es contar ni la historia de Mariela ni mucho menos la mía, sino llevar información importante a quien esté leyendo con atención. Cuando le propuse a Mariela que fuéramos las dos, que la acompañaba a contar su historia, a poder estar en paz consigo misma, ella me preguntó qué era ese lugar. Ella, que necesitaba esa herramienta, no tenía idea de su existencia y a mi, que estoy más o menos empapada de estas cosas, me costó llegar a tener a "la casita" (como le dicen sus voluntarias) como una opción de auxilio. De hecho, fue una colega la que me la recomendó.
Encima de todo, cuando hablé de esto con otras amigas, tampoco sabían qué era ese lugar. A raíz de todo ese desconocimiento, pensé en hacer este artículo. Es una pena que un recurso tan útil y necesario no tenga la repercusión que se merece, así que este es un intento.
Con cariño y comprensión
A Mariela le insistí varias veces para que fuéramos pero no estaba lista así que esperé y una mañana me llegó un mensajito: "Bueno. Estoy lista, vayamos a La casa del Encuentro". Llamé en ese momento para pedir turno y me dijeron que tenía que ser la víctima la que llame, pero que podíamos armar una estrategia para que sólo tenga que decir su nombre y le daban el turno, sin pasar por la incómoda situación de "¿por qué nos llamás? ¿Qué te pasó?". Lo hicimos así, Mariela llamó, dijo su nombre y le asignaron un turno.
Cuando fuimos entramos tímidas las dos y el lugar, una casa vieja, estaba dada vuelta. "Nos estamos mudando", nos dijeron, y me dio miedo que la secuencia fuera medio incómoda. Había muchas cajas y chicas que iban y venían. Nos sentamos en un sillón y nos atendieron al ratito, aunque en la espera nos decían todo el tiempo "ya estamos con ustedes, chicas", cosa que, entendí, sucedía para que nadie se arrepintiera y se fuera corriendo. Suele pasarles. "Las mujeres llegan con historias muy fuertes y con mucho miedo de hablar, es lógico que no estén seguras y que en la primera de cambio quieran huir. La mayoría de los casos las mujeres no vuelven, vienen una o dos veces pero no vuelven. Lo que creemos que pasa es que después de una situación de extrema violencia, ellas se animan a hablar, pero luego llegan a su casa y sus parejas, quienes las golpearon tal vez ese mismo día, les piden perdón, les hacen regalos, las manipulan y no vuelven a vernos", me cuenta Clara Santamarina, una de las coordinadoras del lugar.
A Mariela la llamaron dos chicas y a mi otras dos. La idea es que mientras dos psicólogas especialistas en violencia de género atienden a la víctima, el o la familiar o el o la amiga que acompaña tenga también un lugar para charlar un poco de lo que sucede. En la "sesión" que tuve con las voluntarias me emocioné en varios momentos porque fueron muy cálidas. La charla consistió en qué hacer en estas situaciones, sobre la historia de Mariela y cómo tratarla con cariño y comprensión para que pueda, de a poco, reconciliarse con quien es y borrar culpas fantasmas y cosas feas.
El día a día
Cuando salí de ahí fuimos a tomar un café y hablamos un poco. Fue un gran gran paso para Mariela y yo me había dado cuenta de que ese lugar era imprescindible en el proceso. La Casa del Encuentro es una ONG que tiene a cincuenta mujeres profesionales voluntareando para ayudar, atender y escuchar a chicas que hayan sufrido o sufran abuso o algún tipo de violencia machista. No hay otro requisito que ese para llamar, pedir turno y ser atendida por dos psicólogas, asistentes sociales o abogadas de la casa y charlar un rato de la situación que cada víctima esté atravesando en ese momento.
Los tratamientos son temporales, duran más o menos dos meses, pero gratuitos. "La idea es acompañar hasta que sepamos bien el caso y entendamos qué puerta estatal debemos tocar según cada situación", cuenta Clara que trabaja desde el 2010 en "La casita", fecha en la que empezaron a asistir a las víctimas.
El rol de las voluntarias es clave y aunque Clara asegura que hay "algún que otro caso" que sale bien, en general es un trabajo difícil porque las mujeres tienen mucho miedo o están envueltas en situaciones muy complejas. "A veces termino la atención y me voy al baño a llorar. Hay situaciones de vulnerabilidad que son muy tremendas. Mujeres que están hundidas en una pobreza extrema y viven con sus agresores en casillas en una villa, con hijos. Mujeres que no tienen una salida visible ni un margen de apoyo. Pero a veces hay chicas que, empoderadas, vuelven y nos cuentan que pudieron escapar de esas situaciones de violencia y ahí la satisfacción es inmensa".
La casa del Encuentro nació en el 2003 y se re configuró mucho con el tiempo. Desde el 2010 está abierto su centro de asistencia para mujeres en situación de violencia (cualquier tipo de violencia). Allí trabajan psicólogas, abogadas o trabajadoras sociales que dan asesoramiento jurídico, social y psíquico a las víctimas.
Si sufrís violencia de género, en "la casita" que queda en Yatay 125 atienden de 15:30 a 19 de lunes a viernes y este es el teléfono: 4982-2550.
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