El sueño de cualquier arquitecto es que un día caiga un cliente con un cheque en blanco y alas para diseñar la casa más impactante de todas. A lo largo de la historia ha habido filántropos y mecenas aventureros (desde tiempos de los faraones, los Médici y hasta Leonard Lauder, entre tantos otros) a quienes la humanidad les debe edificios que marcaron épocas e hicieron escuela. Es el caso de la vivienda que el austríaco Richard Neutra proyectó para el empresario Edgar Kauffman (1885-1955), un apasionado de los ladrillos que con su fortuna contribuyó a impulsar la arquitectura del siglo XX. Ya en su colección privada figuraba nada menos que la Casa de la Cascada, en Pensilvania, la célebre residencia de fin de semana que en 1934 le encargó a Frank Lloyd Wright.
La casa Kaufmann
Huyendo de las bajas temperaturas (y quizá medio harto de escuchar siempre el mismo rumor del agua, que es muy lindo pero puede volverse repetitivo) en 1946, seducido por el creciente prestigio de Neutra, le pide que construya una casa para pasar el invierno en Palm Springs, un exclusivo refugio a dos horas de Los Ángeles. Como era de esperar la Casa Kaufmann (o Kaufmann Desert House) acabó siendo un icono de la costa oeste de los Estados Unidos y pieza fundamental dentro del modernismo californiano, como describe la critica especializada a esa variante del estilo que dio las mejores edificaciones de la región. La noticia es que semanas atrás salió a la venta tasada por Sotheby’s en 25 millones de dólares, cifra récord para una propiedad de su linaje.
Neutra, el maestro de la flexibilidad
Aunque parece un precio acorde al entorno en que se encuentra, podría sonar desproporcionado tratándose de una vivienda relativamente "chica" (solo 297 metros cuadrados) en comparación con las mansiones vecinas. Pero sin dudas lo que cotiza en su caso es el genio del autor, y la gesta de los últimos dueños que la rescataron del abandono.
"Si hay que diseñar para la gente, es imprescindible observarla, comprenderla y simpatizar con ella. Un arquitecto es un observador atento y vigilante mientras hace o se prepara para hacer algo. Es un previsor, consecuencia de su experiencia, y esto es precisamente ‘proyectar’: una especialidad humanística" decía Neutra, nacido y formado en Austria a principios del siglo XX. Fiel a ese principio predicó a lo largo de toda su carrera una arquitectura atenta a las necesidades reales del cliente, distinto de otros colegas cuyo ego se imponía en cada plano. Neutra en cambio se tomaba tiempo para descubrir las expectativas de sus comitentes mediante exhaustivos cuestionarios que luego traducía en sus dibujos, por eso mismo sus residencias son síntesis de arte, paisaje y comodidad práctica, rezan los archivos. Influenciado por el arquitecto Adolf Loos, de quien tomó las formas geométricas (estudió en su escuela antes de enrolarse en el ejército austriaco para combatir durante la Primera Guerra Mundial), dejó en pie más de 300 viviendas multifamiliares y edificios institucionales en los que predominan conceptos ahora más vigentes que nunca: espacios flexibles, adaptables y fáciles de modificar por el usuario. Ni que se hubiera anticipado a una pandemia. En varios artículos que publicó destacaba siempre la importancia de contar con un plan "listo para cualquier cosa", capaz de acompañar cualquier uso y estilo de vida. Exactamente eso se espera de un gran arquitecto, y eso hizo Neutra en el proyecto para Kauffmann.
Fundida con el desierto
La familia quería confort y mucha luz interior, algo que resolvió mediante una planta en forma de cruz donde los ambientes se organizan integrados al paisaje del desierto que, gracias a grandes paneles de vidrio corredizo, parece formar parte de la construcción. Las transiciones entre el adentro y el afuera son casi imperceptibles. Vista de lejos, los volúmenes, distribuidos en una sola planta, apenas se levantan del suelo, y las cubiertas planas parecen suspendidas sobre los ventanales de cristal de piso a techo. Los materiales elegidos sintonizan con los colores del entorno, y se pierden en él: piedra de las canteras de Utah, cristal y acero.
Se sabe que en esta ocasión Neutra empezó por cavar la pileta antes de diagramar los espacios. Meticuloso y detallista como era, quería que se reflejaran en el espejo de agua, recreando así el glamoroso concepto de "interior al aire libre" inmortalizado en las fotografías de Slim Aarons, y más tarde en la serie sobre las piletas californianas del artista plástico David Hockney. Las cinco habitaciones principales tienen un sistema de parasoles verticales móviles que ofrecen protección contra las tormentas de arena y el calor intenso de la región. El área de estar y comedor se ubica en el centro, extendiéndose hacia los puntos cardinales a modo de cuatro alas sobre las que se desarrollan los cuartos. Todos tienen vestidor, baño privado y cuentan con terrazas independientes entre sí, guardando la privacidad de moradores e invitados. El jardín de aires orientales, con rocas y vegetación del lugar, fue escenario para una época dorada de martinis, atardeceres y vecinos ilustres. Lujo y lujuria. Cary Grant, Walt Disney, Frank Sinatra, Bob Hope, Bing Crosby, Clark Gable, Liberace o Kirk Douglas, políticos, intelectuales y magnates como Kaufmann, recuerda un artículo de El País, eligieron esconderse en Palm Springs para darse a los placeres mundanos, tan bien documentados por Aarons en su trabajo Poolside Gossip.
Vale lo que cuesta
Kauffmann muere en 1955 y la casa queda cerrada por varios años. Desde entonces pasó por distintos propietarios que la fueron desmantelando y modificando para mal, hasta que en 1992 fue adquirida por Brent Harris y su esposa Beth, historiadora de la arquitectura. No pudo tener mejores habitantes: la pareja se abocó a devolverle su aspecto original. Para eso contrataron al estudio de Leo Marmol y Ron Radziner, de Los Ángeles, que emprendieron una comprometida puesta en valor que empezó por una investigación previa de los archivos de Neutra; incluso reunieron fotografías del interior nunca antes impresas y facilitadas por Julius Shulman, artista que también la retrató. Para recuperar cada revestimiento, pintura y accesorio fueron por los proveedores originales, y hasta consiguieron piedra extraída de la misma cantera de Utah para restaurar lo que había sido roto o remplazado. Y el paisaje volvió a ser el mismo gracias a que los Harris compraron lotes linderos. Después de semejante labor, en 2008 la casa salió al mercado valuada en 15 millones de dólares.
Según una encuesta realizada por The Times hace unos años, entre un grupo de expertos, la mejor propiedad de todo Los Ángeles es la Casa Kaufmann, y sin dudas la eterna vigencia de su propuesta es lo que sostiene el precio. Habrá que ver si encuentra otro mecenas que comprenda su inmenso valor.
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