¡Y yo creo en el amooooor! Con la fuerza de un grito de guerra, la Mujer Maravilla lanzaba su proclama humanitaria sobre el final de la primera película que la tenía como protagonista exclusiva, dos años atrás. Después de tanto discurso acerca del empoderamiento de la mujer en Hollywood –en medio del fervor del #metoo y el #timesup, y de la imperiosa necesidad de recalibrar un sistema de abusos y desigualdades– Wonder Woman se despachaba con esta declaración más bien conservadora de femineidad. No está mal que un o una superhéroe crea en el amor, por supuesto, pero parece poco probable que –en plena batalla contra las monstruosas huestes hitlerianas, en la exitosa película protagonizada por Gal Gadot– vayamos a escuchar semejante cursilería de parte de Superman o Batman, sus pares más cercanos en DC Comics.
El gesto –un reflejo ante el pedido de cambios a la industria de buena parte de sus miembros y de su público– está ahí, parece real, palpable, y La Mujer Maravilla fue un éxito global, con más de 800 millones de dólares de recaudación internacional y una secuela en camino. Pero por algún lado parece colarse, inevitablemente, el resabio reaccionario, patriarcal, que nos recuerda que todavía no estamos ahí.
Mañana en la Argentina –y el viernes, Día Internacional de la Mujer, en buena parte del mundo– se estrena Capitana Marvel, superproducción a la que sus responsables, los principales competidores de DC Comics, vienen vendiendo como la "primera franquicia" total y decididamente protagonizada por una mujer dentro del MCU (Universo cinematográfico de Marvel : el conjunto de hasta ahora veinte películas en el que se entreveran, arrancando en 2008, Los Avengers, los Guardianes de la Galaxia, Iron Man, Thor, Capitán América, etcétera), y vamos a ver qué aprendió Hollywood en estos dos intensos años que pasaron.
Viñetas del presente
"Los comics siempre han sido progresivos, han exhibido todo tipo de culturas y etnias", dice Kevin Feige, el presidente de la división cinematográfica de Marvel, y la persona a la cual se acredita con la identidad –humorística, optimista, descontracturada– de sus películas. "Para nosotros es fundamental mantenernos fieles a eso que ocurrió en las revistas, y por lo tanto creemos que las películas de Marvel pueden jugar un papel esencial para la inclusión y la diversidad en la industria. Ahí está Pantera Negra. Sin embargo, nos llevó un buen tiempo ver qué hacer con Capitana Marvel: un personaje que tiene una naturaleza terrenal pero a su vez poderes cósmicos".
Un dato que no puede pasarse por alto es que, en la historieta, Captain Marvel no siempre fue una mujer. De hecho, tuvo, a lo largo de su extenso recorrido en el cómic, que arranca en 1967, varias identidades, de las cuales tres se verán en la película: además de la piloto humana Carol Danvers, dos alienígenas de razas opuestas (los Kree y los Skrull) en cuyo enrevesado conflicto mejor no abundar. La Capitana fue alguna vez, en las viñetas, "apenas" Ms. Marvel, una jefa de seguridad de la fuerza aérea, que adquirió parte de los poderes del Capitán Marvel original; recién hacia 2012, con una serie iniciada por la historietista Kelly Sue DeConnick, y acaso signo de los tiempos, pudo apropiarse por completo del puesto titular .
Ahora bien: tampoco es que no hubiera, antes de La Mujer Maravilla y Capitana Marvel, otras mujeres protagonistas de sus propias películas de superhéroes (ahí están Supergirl: la primera gran aventura, en los 80; las piadosamente olvidadas Gatúbela y Elektra), ni faltaron personajes femeninos potentes dentro de films de paladines (la poderosa Tormenta de Halle Berry, la espectacular Jean Grey, de Famke Janssen, Mystique –interpretada recientemente por Jennifer Lawrence--, todas en los X Men; la Viuda Negra de Scarlett Johansson y la Scarlett Witch de Los Avengers; Hit Girl en Kick Ass; The Wasp en la nueva película de Ant Man y otras) pero en muchos casos de trata de personajes secundarios o subalternos dentro de equipos multitudinarios.
En este sentido, Capitana Marvel es el resultado de una política activa del sello Marvel por asignarles a personajes femeninos un espacio más potente, en respuesta a pedido que el público, reconoce Kevin Feige, viene haciendo sonar con fuerza desde hace años. La película fue escrita por un equipo de guionistas mujeres y está dirigida por un matrimonio de directores, el de Anna Boden y Ryan Affleck, en el que ella es la primera mujer a cargo de un film de Marvel. Boden y Affleck provienen de un cine bien distinto de las superproducciones sobre superhéroes, películas de un presupuesto más bajo y una sensibilidad más indie --títulos como Half Nelson, Sugar o Mississippi Grind-- que suelen ser celebradas en Sundance, lo cual debía ayudar a dotar al relato de cierta humanidad y una sensibilidad genuina.
"Hemos estado hablando largamente acerca de los arquetipos y de qué queremos que trate esta película y de cómo escribir una súper heroína que sea un personaje femenino fuerte, es decir, no solamente un Superman con tetas", dice la guionista Nicole Perelman, que hizo la primera versión de la historia de Capitana Marvel junto a Meg LeFauve. "De pronto nos dijimos: un momento, ¿qué es lo que estamos diciendo acá acerca de las mujeres en el poder? ¿Por qué nos colgamos tanto con esta discusión? Lo que tenemos que hacer es tratar de contar la mejor historia posible y construir el mejor personaje. Que sea una película divertida y atractiva y luego ver qué implicancias se derivan de esto que contamos. Porque la protagonista no es una heroína a pesar de su femineidad: ser una mujer es parte de su fuerza".
La guionista Geneva Robertson-Dworet (que fue contratada para completar el proyecto cuando LeFauve dejó su lugar para irse a trabajar a Disney Animation) considera que Capitana Marvel "es una comedia de acción que mantiene la voz naturalmente graciosa que el personaje tiene en las historietas, y que es una de las más graciosas de los comics: es picante, ingeniosa, no se come ninguna. La directora Boden fue clave para asegurarnos de que, como ya se había estrenado con éxito La Mujer Maravilla, no estuviéramos recorriendo el mismo camino, sino haciendo uno propio, de modo de poder mostrar todas las caras de lo que una mujer es capaz".
Derribar el mito
Varias colaboradoras ideales parecieron estar alineadas para este proyecto, pero la pieza clave de la apuesta apareció cuando la producción convocó a la actriz principal, Brie Larson. A pesar de que ganó un Oscar a mejor actriz en 2015, y aunque lleva 20 de sus 27 años de edad dando vueltas en la industria del cine, para muchos Larson sigue siendo una desconocida. Hacia los 19, con su vocación en duda, obtuvo el papel de la problemática hija de Toni Collette en la serie The United States of Tara (producida por Steven Spielberg); poco después tuvo una serie de personajes secundarios en films de mediano perfil y coprotagonizó Comando especial. Hubo un tiempo, hace no tanto, aclara, en que su empleo era tan irregular que vivía de los festivales de cine. Pero después del Oscar no paró: filmó King Kong: La isla calavera, Free Fire (del director inglés de culto Ben Wheatley, producida por Scorsese), las memorias de la escritora Jeannette Walls (The Glass Walls. Y si para Feige ella era ideal para "contrabalancear" con su humor y sensibilidad las características más sobrenaturales de su personaje, Larson tuvo dudas antes de aceptar el protagónico de Capitana Marvel. "Finalmente", dice, "no pude negar el hecho de que esta película tiene todas las cosas que me importan, todo lo que me parece progresivo y significativo y un icono que a mi me hubiera gustado tener cuando era chica".
Cuando le preguntan si siente una presión extra con este personaje que podría darles a muchas chicas "ese icono" que a ella le gustaría haber tenido, dice que no: "No sé si esto es diferente. Para ser honesta, no quiero que se sienta diferente (por tratarse de una mujer). Ya tuvimos suficiente de eso de que es la primera mujer que blablablá. Como si acabáramos de descubrir que tal vez las mujeres pueden hacer las mismas cosas que los tipos. ¡Qué concepto más loco! Creo que cuanto más sigamos hablando de esto, más vamos a perpetuar el mito de que es una misión imposible. Y no es así: si antes no teníamos esto es porque estaba mal. Y esto que estamos haciendo ahora es lo natural".
Menos discurso y más acción
Y de esa naturalización de la que habla Larson se trata. El problema que parece enfrentar Hollywood hoy es no tanto saber reaccionar al reclamo de cambio –que de algún modo parece estar ocurriendo--, como de llevarlo adelante con gracia y convicción –y acciones concretas a la hora de contratar directores, guionistas, actores, técnicos--. De asimilar la necesidad de incluir y representar la diversidad dentro y fuera de la pantalla como una corrección histórica; de asumir que hacer películas protagonizadas por mujeres (y personajes afroamericanos: el otro gran grito de la diversidad en la industria) no debe responder a un trending topic, una moda o un pico del mercado, sino a que no hay razón para que no se las hiciera antes. De confiar en la capacidad de sus nuevos protagonistas de sostener una historia y una idea con tanta fortaleza e interés como se confió en cada uno de sus antecesores, varones blancos, a lo largo de todas estas décadas de justicieros.
Un ejemplo perfecto de que forma puede tomar esto en el cine de superhéroes lo dio hace un par de meses apenas Spider-Man: un nuevo universo, notable película de animación en la que el nuevo Hombre Araña es un adolescente latino de los suburbios, de Queens, llamado Miles Morales, y no se dice mucho al respecto: simplemente ocurre y listo, el arácnido ya no es el white boy Peter Parker de siempre, sino este otro muchacho sensible, tímido pero valiente, hijo de un policía, sobrino de un criminal. Sin discursos, sin prólogos, sin nada. Es así.
Sello distintivo de la casa Marvel –frente a la solemnidad y pomposidad de sus equivalentes en DC--, el humor y la ligereza con que aborda sus temas, puede darle una ventaja en esta misión. Y de vuelta, Larson y su militancia pro-inclusividad, que se viene haciendo sentir con más fuerza en Hollywood a medida que se acerca el estreno de Capitana Marvel.
Hace un año, en ocasión del último día internacional de la mujer, Larson escribió en su bastante activa cuenta de Instagram: "Brindo por las mujeres. No importa cuál sea tu raza, religión, orientación sexual, el tamaño de tu cuenta bancaria, o documentación, pasaré el resto de mi vida trabajando para honrarlas". Un año antes, Larson había sido anfitriona en su hogar, de una reunión convocada por Stacy Smith, fundadora de la Annenberg Inclusion Initiative (Annenberg es la prestigiosa escuela de comunicación y periodismo de la Universidad del Sur de California), iniciativa que desde 2003 publica informes anuales con números y estadísticas sobre el estado de la representatividad de raza y género en Hollywood. Durante cerca de quince años nadie la escuchó, dice, pero en 2017 encontró en Larson y en Tessa Thompson (la actriz afroamericana de los dos films de la saga Creed) a dos de sus más activas e influyentes colaboradoras.
"La mayoría de nosotras veníamos lidiando con estos asuntos en solitario, sin darnos cuenta de que debíamos luchar juntas para conseguir que algo ocurriera", dice Larson. "La inclusión tiene que ser intencional. Y hasta que las compañías quieran hacerlo, creo que nosotras debemos hacer que lo hagan".
Para Stacy Smith "el (viejo lema) de cambiar las cabezas y los corazones ya no me interesa. Tenemos números que confirman nuestras experiencias. Después de nuestras reuniones en lo de Brie, muchas mujeres de la industria –como Frances McDormand, cuyo discurso al recibir el Oscar a mejor actriz fue ovacionado de pie– se pusieron en acción, y eso es algo que no solemos ver en los estudios, las compañías productoras y las agencias, cuyas acciones no se trasladan en prácticas de contrataciones. A mucha gente la pone nerviosa la idea de cuota de representatividad. Pero es aceptable ponerse objetivos de inclusión. No vamos a cambiar nada con un grupo de viejos académicos que redactan informes. Hay que abrir el proceso de audiciones. No es tan difícil: si queremos crear igualdad por la primera vez en la historia del cine, lo único que hay que hacer es agregar cinco personajes sub-representados en cada una de las cien películas más importantes. Así, en apenas cinco años, ya estaremos en el lugar en el que queremos estar."
Ahora Brie Larson acaba de filmar Just Mercy, con Michael B. Jordan (el actor de Creed y Pantera Negra), la primera película producida por la Warner Bros bajo la política de inclusión del estudio: rodada en Atlanta, el 70 por ciento de quienes trabajaron en ella fueron afroamericanos. "Es la mejor experiencia que tuve. La primera vez en mi carrera que el pelo, el maquillaje y el vestuario de mi personaje estuvieron a cargo de gente de color. Llevo veinte años en el gremio y todo este tiempo estuve rodeada de gente blanca. Me entristece reconocer que ha habido esta segregación dentro de nuestra propia industria durante tantos años".
Hoy, dice Larson, va a usar Capitana Marvel y su gira de prensa para promocionar el cambio, en todas sus entrevistas, tapas de revistas, hasta en la ropa que usa, como apoyo a la inclusividad y en contra del abuso sexual de la industria. Porque una superproducción como Capitana Marvel puede tener un gran poder para la evolución cultural y –como predicaba Stan Lee, que tiene un cameo póstumo en la película--, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.
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