Emily Willingham escribió un libro en el que ahondó este tema y derribó mitos que estaban instalados desde hace años
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En la Antigua Roma, el fascinum era un amuleto en forma de pene erecto que se utilizaba para protegerse de energías malignas. De ahí viene la palabra fascinación.
Y precisamente esa fascinación por los penes fue la inspiración de la bióloga Emily Willingham, especialista en urología de la Universidad de Texas e investigadora en biología reproductiva.
Willingham es la autora del libro Phallacy: life lessons from animal penises (Falacia: lecciones de vida de los penes de los animales).
En inglés, Phallacy es un juego de palabras entre falo y falacia. Y esa es la premisa de su libro: que desde siempre los humanos hemos creado mitos acerca del pene, algunos de los cuales pueden resultarnos dañinos.
Para tumbar esos mitos, Willingham se dio a la tarea de estudiar los penes de varias especies de animales, con el objetivo de “poner el pene de los humanos en perspectiva”.
Fue así como encontró patos con el pene en forma de sacacorchos, cuyas hembras tienen la vagina adaptada para protegerse del daño que le puede causar ese tipo de pene.
Insectos que tienen el pene en su abdomen y que para reproducirse lo introducen en cualquier parte del cuerpo de su pareja, incluso en su cabeza.
O pulpos que usan un tentáculo para transferir su esperma y se desprenden de ese miembro para evitar que la hembra, que es mucho más grande, lo devore.
O los caballitos de mar, donde la hembra es quien tienen una estructura protuberante con la que penetra al macho y le transfiere sus óvulos. Así, es el macho quien queda embarazado.
Esos son solo algunos ejemplos de las fascinantes formas en que la naturaleza ha evolucionado. Pero, ¿cómo se ve el pene de los humanos cuando se mira dentro de ese contexto de animales con penes mucho más complejos y sofisticados?
De eso hablamos con Emily Willingham.
— Tu libro parte de la premisa de que durante mucho tiempo nos han dicho un montón de mentiras acerca del pene de los humanos. ¿Cuáles son esas grandes mentiras?
La mentira más grande es creer que tienen características especiales respecto de los penes de otras especies, lo cual no es cierto.
Por eso me pareció divertido y útil estudiar esos penes que tienen tantas funciones interesantes y son capaces de hacer tantas cosas más allá de transferir gametos. Creo que eso ayuda a poner el pene de los humanos en perspectiva, que se deje de centrar toda la atención en el pene.
— ¿No es un poco complicado comparar nuestros genitales y comportamientos con los de especies que son muy diferentes a nosotros?
Sí, lo es. La razón por la que el libro analiza tantas otras especies es para contextualizar las afirmaciones falaces de que el pene humano es extraordinario. Pero esas comparaciones no tienen el propósito de generalizar comportamientos o características de una especie con la nuestra.
— ¿Crees que los humanos prestamos demasiada atención a los penes?
A mí me parece absolutamente perfecto sentir orgullo por cualquier parte de tu cuerpo, simplemente es algo que te gusta.
Lo que ocurre es que como humanos tendemos a enfocarnos en esa parte, y eso pone mucha presión en las personas que no se sienten orgullosas de ese órgano.
Esa es una presión innecesaria. Eso causa una preocupacion innecesaria. La evidencia muestra que alguien no se va interesar por ti por el tamaño de tu pene, pero la gente se aferra a esa idea. El tamaño del pene no está entre las características más importantes que alguien busca en una pareja sexual. Esa es una idea que se ha exagerado, se ha sobrevalorado.
Es un comportamiento muy raro poner presión sobre algo de lo que no tenemos control. Está bien si te quieres sentir orgulloso de tu pene, pero también es cierto que no tienes por qué sentir presión si tu pene no tiene determinado tamaño o forma, ni tienes que sentir que eso te define como persona u hombre.
Si hablamos de chimpancés y bonobos, nuestros parientes más cercanos, nunca he visto a nadie que haya documentado a estos animales mirándose los genitales entre ellos y diciendo “guau”. Entonces creo que el interés por el pene es una construcción sociocultural.
— Y en ese sentido, dices que tu investigación trata de llevar los penes al lugar que realmente les corresponde. ¿Cuál es ese lugar?
El lugar de un pene es aquel en el que dos o más adultos, bajo consentimiento, quieran ponerlo, supongo... Pero obviamente tu pregunta va hacia lo cultural, y en ese sentido creo que debemos tratar al pene como una parte de la anatomía que resulta muy importante para quien la tiene, y eso es genial.
Sin embargo, eso no quiere decir que el pene deba verse como algo emblemático de la persona. El pene no dice qué tipo de persona es alguien, ni su género, ni nada, es simplemente otra parte del cuerpo. No es, para nada, toda la persona.
Como cualquier parte del cuerpo, el pene juega un rol en la intimidad y en el proceso de conocerse el uno al otro, tiene que ver con tomarse el tiempo de ver qué parte del cuerpo quieren conocer uno del otro.
El pene debe verse como un órgano de intimidad, no de intimidación. No debe verse como algo que usas para comportarte como un hombre, o para mostrar masculinidad. En cambio, sí lo puedes usar para demostrar confianza e intimidad con alguien que te gusta.
Mi punto es que hay especies que simplemente hacen lo suyo durante dos segundos y listo, eso es todo. Si miras los genitales de esas especies, tienden a ser bastante complejos. Nosotros, los humanos, estamos en el otro extremo.
Nuestros genitales no son complejos. El patrón general con los genitales es que, por lo general, cuanto más especializadas sean las características que tienen, menos preludio del contacto sexual hay entre la pareja y es más probable que la “cópula forzada” o la cópula rápida sea una estrategia.
Si los humanos se ajustan a este patrón, entonces la falta de características especializadas en el pene humano sugiere que es probable que hayamos tendido en general a someternos a algunos ritos preliminares, incluido el establecimiento de alguna forma de intimidad u otro reconocimiento de interés mutuo, antes del contacto sexual.
Entonces, eso fue lo que vi. Parece que biológicamente estamos hechos para tomarnos el tiempo de generar intimidad antes de dar el siguiente paso, en vez de aparearnos durante dos segundos como lo hace una pulga.
— Una de las grandes discusiones actuales tiene que ver con la relación entre género y los genitales, ¿qué observaste en tu investigación sobre eso?
Sí, últimamente veo mucha gente que dice que según la biología hay dos sexos, y que uno de esos sexos tiene pene y el otro tiene otro tipo de estructura. Eso no es cierto.
Basta con mirar la naturaleza y encontrar muchos ejemplos en los que hay más de dos sexos, es decir, animales que pueden producir ambos tipos de gametos, o especies que son intersexuales, que se definen por varios tipos de sexo.
Además, hay animales que tienen algo que uno pensaría que es un pene, es algo que de hecho insertan en su pareja y transfiere gametos, pero, al mismo tiempo, son quienes tienen los ovarios, son quienes producen los óvulos.
Entonces, eso nos muestra que el pene no está limitado para aquellos que producen esperma. Y como dije, hay animales que producen ambas cosas.
Un ejemplo son las babosas marinas o percebes, que son inmóviles, no nadan ni se mueven, están incrustados en las piedras. Entonces, para ellos es muy útil que el compañero que tienen al lado pueda producir y transferir ambos tipos de gametos, ya sea óvulos o esperma.
Hay algunas especies de insectos en los que la pareja que produce los óvulos no recibe el esperma a través de un tubo que le inserta su compañero. Por el contrario, utiliza una especie de aspiradora que inserta en su compañero para extraer el esperma. Así que no, lo binario no es correcto, no es suficiente para describir la variedad que hay en la naturaleza.
— Tu libro está lleno de ejemplos de animales con penes tremendamente complejos. Entre los primates, nuestros parientes más cercanos, ¿cuál te llamó la atención?
Entre los primates, el macaco rabón tiene un pene que parece una espátula. Parece como una pala de jardinería puntiaguda.
La razón es que la vagina de la hembra tiene una estructura que cuelga como una estalactita y cierra la cavidad completamente. Entonces al macaco le toca deslizar su espátula por debajo de esa estalactita.
— Existe un mito que se repite medio en serio, medio en broma, que dice que cuando un hombre está excitado la sangre se acumula en el pene para generar la erección y por eso no le llega suficiente oxígeno al cerebro, por lo cual no puede razonar bien. ¿Eso tiene algún sentido?
[Risas] Noooo, fisiológicamente eso no es correcto. Lo que le ocurre a cualquier persona que se excite sexualmente no tiene que ver con que su sangre se haya ido a otra parte.
Uno podría pensar que sustancias como la adrenalina pueden hacer sentirte calentones en la cabeza, pero definitivamente no tiene nada que ver con una falta de oxígeno en el cerebro. El pene no es lo suficientemente grande como para llevarse toda la sangre del cerebro. No es así como funciona.
— Y desde el punto de vista biológico, ¿tienen sentido otros mitos como que hay una relación entre tener pene y ser más agresivo?
La violencia se presenta de muchas formas, y tener un pene no es algo que haga que una persona sea más violenta o más agresiva.
— ¿Y entre tener un pene y la necesidad de tener más parejas sexuales?
No.
— ¿Estudiaste algo sobre la fidelidad sexual entre humanos? ¿Qué tan biológica o cultural es la idea de tener solo una pareja sexual a la vez? No me enfoqué mucho en esto, pero las estructuras de apareamiento varían globalmente entre las culturas humanas, y los comportamientos sexuales no siempre son comportamientos de apareamiento, así que es complicado.
Muchos factores intervienen en varios patrones de estos comportamientos, incluidos los recursos, la proporción de sexos, los factores socioculturales, la orientación sexual, la edad, entre otros.
El patrón general con los genitales es que, por lo general, cuanto más especializadas sean las características que tienen, menos preludio del contacto sexual hay entre dos parejas y es más probable que la “cópula forzada” o la cópula rápida sea una estrategia.
Si los humanos se ajustan a este patrón, entonces la falta de características especializadas en el pene humano sugiere que es probable que hayamos tendido en general a someternos a algunos ritos preliminares, incluido el establecimiento de alguna forma de intimidad u otro reconocimiento de interés mutuo, antes del contacto sexual.
*Por Carlos Serrano
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