La artista ucraniana que sorprende en Séptimo día
Con un acto intimista entre la parafernalia del Cirque du Soleil, Vira Syvorotkina es una gran revelación. Su técnica de animación con arena logra una emotividad inesperada. “Es poesía hecha espectáculo”, admite
Su departamento estaba en refacción y ella, aburrida, empezó a jugar con arena de la obra. A jugar como artista. Embarazada de su primer hijo, acababa de mudarse y tenía todo embalado. Era de noche y tomó dos sillas, una lámpara de mesa y un cristal. Echó arena sobre el vidrio y, sin saberlo, comenzó a dibujar un futuro diferente, muy lejos de Kiev.
Vira Syvorotkina (36) es ahora parte del Cirque du Soleil. Durante cuatro minutos, protagoniza en Séptimo día –el megashow dedicado a Soda Stereo que se despedirá del Luna Park el fin de semana próximo– uno de los momentos más luminosos. Suena Un millón de años luz mientras ella dibuja con las manos en arena y la imagen de la obra proyectada interactúa en tiempo real con un actor en escena. El público difícilmente imagina que una joven que no habla español ni conocía a Soda Stereo, pequeña entre tanto despliegue circense, logrará uno de los momentos de mayor conexión y nostalgia.
De pequeña, en la ciudad de Jersón, a orillas del mar Negro y junto al río Dniéper, Vira no solía acercarse a la costa para hacer castillos de arena. “Tuve una infancia encerrada, porque era muy tímida. En lugar de tener contacto con otros chicos me quedaba pintando, dibujando… Sólo quería quedarme en mi habitación, con mis cosas. Nadie en mi familia era artista y me veían con mucha preocupación.”
¿A qué se dedicaban?
Mi madre es técnica en computación y no tuve padre.
Los cazatalentos del Cirque descubrieron su obra por YouTube. Vira ya vivía en Kiev y su carrera había empezado a despegar: hacía shows como artista de body painting, tenía una pequeña escuela de arte y viajaba por el país con presentaciones de sand animatation. Se había convertido en la preferida del presidente de Polonia, quien la conoció en la casa del presidente de Ucrania cuando fue contratada para contar con arena la historia del matrimonio presidencial durante una fiesta de aniversario. Cuando la llamaron del Cirque, se mudó con su esposo y sus dos hijos (hoy de 5 y 8 años) para ser parte de un show – Zarkana– en la ciudad de la furia circense norteamericana: Las Vegas. Fue hace siete años.
¿Cómo cambió tu vida desde entonces?
Ahora tengo mucho más tiempo libre, para pintar mis cuadros, hacer muñecas de autor... La vida se volvió más estable.
Parece una contradicción tratándose de un circo.
Es que ahora no tengo que viajar todo el tiempo, como cuando me dedicaba a esto en Ucrania. Son shows más fijos, todo está programado con mucha anticipación.
En un show tan grande, ¿cómo se logra un momento tan intimista?
La idea del director era buscar un contraste entre los números de mucha intensidad, con bailes, saltos y gritos, y estos más sensibles, como el de Té para tres o mi parte, que son poesía hecha espectáculo.
Tu acto es como un viaje de melancolía. ¿Coincidís ? ¿Es en general el tono de tu obra?
Puede ser que se note en vivo lo que yo siento sobre mi disciplina. Dibujar para mí es una conversación de mis manos con mi corazón. La arena es un medio para este diálogo. La arena cae siempre de manera muy distinta. No podés fijarla. Al igual que el tiempo: no lográs nunca que se detenga. Este trabajo me hizo valorar especialmente el tiempo. Antes tenía mucha prisa y ahora... Tengo esa lección aprendida. Fue la arena mi maestra. Ver cómo cae entre los dedos es visualizar cómo es imposible agarrar el tiempo, entonces hay que tomar todo con tranquilidad. Al mismo tiempo, me gustaría probar todo en esta vida, tengo una sensación muy aguda de que el tiempo pasa demasiado rápido, que hay que hacer de todo.
Desde chica hacés trabajos de esculturas vivas, body art, cuadros. ¿Preferís perfeccionar cada vez más la técnica de animación con arena o seguir variando disciplinas?
No es mi caso la perfección ni pensar, por ejemplo, en la consagración como artista. La arena ya es mi amiga para toda la vida, tengo esta técnica incorporada. Ahora quisiera descubrir más cosas.
¿Pero hasta qué punto se podría perfeccionar esta técnica?
No sé muy bien con quién compararme. Estoy entre los diez artistas más importantes de esta disciplina en el mundo y todos estamos en el mismo nivel. Si alguien aparece y ocupa la cumbre, ahí sabremos. Por ahora, no ha pasado.
Ksenia Símonova [también artista con arena ucraniana] alcanzó fama mundial, con videos en YouTube con más de 40 millones de visita. ¿Ella abrió un camino? ¿Es casualidad que tengan el mismo origen?
No sé si es casualidad. Yo estaba trabajando con arena cuando ella arrancó y se hizo famosa por un programa de talentos en televisión. Ahora todos en Ucrania la conocen porque estuvo en la tele. Pero yo puedo decir que estoy en el Cirque du Soleil [se ríe].
Zapatos de tango
Los preparativos en Buenos Aires para Séptimo día comenzaron en octubre de 2016. Los artistas de la compañía, de 13 países, viven desde entonces en departamentos individuales de un mismo edificio, alquilados por la compañía. Primero entrenaron en Tecnópolis y en enero se mudaron al Luna Park, donde comenzaron los shows en marzo. Salvo excepciones como el de Vira –o el estadounidense que hace apnea en Hombre al agua, Derek Broussard, y la mexicana que se cuelga del pelo, Zendra Tabasco–la mayoría de los artistas puede hacer el acto de los demás. Es una rotación lógica de seis shows por semana: serán 73 en el Luna (alrededor de 365.000 espectadores) y a continuación, 12 en Córdoba (los hijos de Vira llegarán entonces de visita). Seguirán de gira por el continente y está previsto que continúen en 2018. Por eso, mientras ella hace su número, el movimiento de la arena que se ve en la pantalla gigante puede estar combinado con la actuación de Katya Nikiforova (ucraniana), Hugo Desmarais (francés), Sabrina Aganier (canadiense) o Ed Shaidullin (ruso), según el día.
¿Cómo es haber sumado a un actor a tu trabajo con arena?
Fue algo único, un invento del director [Michel Laprise], que quiso combinarlo con actuación en vivo. Fue un gran desafío técnico.
¿Y los ensayos con los actores y la música?
Un trabajo arduo, de todos los días durante meses. Sobre todo en la concepción. Hubo un montón de ideas, que tenían que caber en cuatro minutos. Es importante hacerlo dinámico, a gran velocidad, para captar al público y que no se relaje demasiado. Pero teníamos por lo menos 30 ideas, 30 imágenes. Estaban todas en papeles distribuidos en el suelo, que íbamos quitando. Dolía un montón hacerlo, pero no teníamos opción.
A la canción de tu número (Un millón de años luz), ¿la elegiste vos?
Fue una elección compartida con el director. Pero sí, pude elegir. Y me gusta mucho lo que transmite: a las chicas nos gustan las canciones de amor.
No a todas.
En Ucrania, a todas.
¿Se nota desde el escenario la euforia por Soda Stereo? ¿Es diferente de otros públicos?
Es el mejor público del mundo, y no exagero. Todos los artistas del Cirque decimos lo mismo, no habíamos sentido algo parecido en otros lugares. Arriba del escenario tengo orgasmos creativos. La gente brinda muchísima energía.
¿Pudiste conocer la ciudad en estos meses?
Sí, y creo que voy a vivir acá en algún momento. No es broma. Estoy aprendiendo a bailar tango y hasta cumplí acá un sueño de toda mi vida: ¡cantar en un show! En la parte de Té para tres todos cantamos. Cuando vivía en Kiev, quise entrar en una escuela de música, pero me rechazaron porque decían que no tenía buen oído ni buena voz. Y ahora estoy tocando la guitarra y cantando ante miles de personas. Todos aprendimos a tocar la canción con guitarra y a cantarla por fonética.
No conocías la música de la banda. ¿Qué te parece ahora?
Estoy encantada. Me sorprende también que pasen música de Soda en todas partes. Cuando escucho un tema funciona el reflejo. Sólo pienso: ¡necesito mi arena! Hace poco, comprando zapatos para bailar tango, sonaba Soda Stereo. Le dije al vendedor: “Soda”. “¿Te gusta?”, pregunto. “Sí, yo trabajo con el Cirque du Soleil con este mismo tema que está sonando”. Me hicieron 50 por ciento de descuento por eso. Así que la disfruto y también aprovecho [se ríe].