La Argentina de Tato sigue en pie
El 11 del actual se cumplieron seis años de la muerte del cómico. En medio de la crisis, la saludable lucidez de su humor hace sentir su ausencia
El 11 del actual se cumplieron 6 años de la muerte de Tato Bores. Unos días antes, por razones de trabajo, vi los seis tomos en video del extraordinario especial de homenaje que sus tres hijos y un gran equipo pusieron en el aire en 1999, por Canal 13. Poder ver y escuchar de nuevo al gran actor cómico de la Nación en esos días de fines de diciembre, entre renuncias de presidentes, saqueos, asambleas legislativas y cacerolazos, resultó mucho más que un símbolo.
“Tengo confianza. Por eso les digo a los políticos y a los funcionarios (no a todos los políticos ni a todos los funcionarios) que si siguen haciendo las cosas que están haciendo, yo voy a tratar de estar aquí todo el tiempo posible para seguir jodiendo, pero también para cuidarlos (porque hay que cuidar las instituciones) y para preservarlos de la máquina de cortar b... En fin, que ésta es una historieta que como país no creo que nos merezcamos... esto último lo dice mi libretista Santiago Varela. Yo creo que un cacho de culpa también tenemos nosotros”, decía, sabihondo en su monólogo número 2000, originalmente concebido en el invierno de 1990 y que ocupó un lugar central en el programa especial.
La Argentina de Tato partía de una hipótesis desmesurada, pero, a la luz de los acontecimientos más recientes, no tan alejada de la realidad. En abril de 2499 una cadena de televisión alemana, basada en investigaciones de expertos de la Universidad de Heidelberg, probaba que de la Argentina no había quedado más que un inmenso agujero en el oceáno Atlántico. Los estudiosos afirmaban que ese país ya no existía y dejaba para los tiempos venideros la más dura de las preguntas: ¿quién la habría borrado de la faz de la Tierra? Basaban sus conjeturas en las búsquedas de años y años del argentinólogo alemán Helmut Strassen y en los videos de un actor cómico llamado Tato Bores, que durante más de 30 años había tratado de develar los sentidos más profundos de este país.
“¿Qué fue de la Argentina, un lugar en el que violar la ley fue una manera de vivir?”, comenta Leonardo Sbaraglia personificando a un intelectual español que se regodea con sus ácidas críticas.
Aquel programa especial contenía fragmentos de distintos ciclos de Tato Bores, desde 1962 (Tato siempre en domingo) hasta el último que hizo en 1993 (Good Show). Al verlo, lo que asombra es la machacona y obsesiva repetición de los acontecimientos argentinos.
Mientras tuvo trabajo (aun con severos encontronazos con la censura), en las décadas del 60, del 70, del 80 y del 90, Tato tuvo que ocuparse de las mismas cosas. Por ahí pasan el oportunismo de peronistas y de radicales, cuando no de militares y de golpistas civiles, la consecuente falta de grandeza y de ideas de nuestras clases dirigentes, los endebles discursos de los que operan desde el poder y la fuerte inestabilidad política, los problemas laborales y la eterna crisis de los jubilados.
“La corrupción fue la causa de la desaparición de la Argentina. Al comprobar que la plata no se hacía trabajando, los argentinos fueron haciendo desaparecer a este país a fuerza de negociados”, decía Tato en 1990 sacudiendo con humor el deshonor de jueces, sindicalistas y funcionarios tan impolíticos como incorrectos.
A pesar de que, lamentablemente, no son muchos los tapes conservados, hay en el especial un Tato en blanco y negro y un Tato en color. Demasiado para un país extremadamente reiterado en sus tonalidades y matices. En 1962, decía: “Si seguimos comprando dólares, un día juntamos todos los dólares del mundo y nos compramos Norteamérica”. En 1980, citaba una frase muy conocida: “No sé si el año 2000 nos encontrará unidos o desparramados. Pero de lo que estoy seguro es que nos encontrará bastante flaquitos, porque hoy estamos fundidos y no tenemos un mango ni para comprar una estampita”. En 1983, comentaba un tema de todos los tiempos: “23 años haciendo monólogos y pidiendo aumento para los maestros. Y si no fuera por los maestros, seríamos mucho más burros de lo que somos”.
Fue muy triste la desaparición física de un artista notable como Bores. No es que falten buenos cómicos, y mucho menos poderosos que se irriten con sus críticas. Sucede que falta él, que fue único. En eso pensaba en estos días tan aciagos: cómo hubiera sido la visión de esta Argentina de Tato desde su mirada implacable. En estos días, muchos volvimos a pensar en Tato porque, la verdad, nos faltó mucho, tanto como falta el efectivo.