June y Jennifer Gibbons: las inquietantes "gemelas silenciosas" que tuvieron en vilo a un país
Jennifer y June Gibbons eran hermanas gemelas. Idénticas. Desde los años de su infancia pactaron encerrarse en sí mismas, en gran parte para combatir la incomprensión y el bullying del que eran víctimas en el pequeño pueblo británico donde vivían.
Las dos muchachas, originarias de Barbados, y las únicas niñas negras del poblado, tenían una relación simbiótica entre ellas y no hablaban con nadie. Habían desarrollado una lengua específica para comunicarse entre ambas, que nadie más comprendía.
Su historia, que se conoció en el mundo como el caso de "las gemelas silenciosas", fue todo un compendio de misterio, desórdenes mentales, excesos y dolor. Las dos hermanas, que se dedicaron a escribir novelas y dejaron registrada en sus diarios la relación de amor y odio que llevaban entre ellas, terminaron internadas en una institución para criminales psiquiátricos por unos 11 años, a causa de una serie de incendios y delitos contra la propiedad.
Cuando salieron de ese encierro que les alteró -aún más- la vida, Jennifer murió de manera misteriosa. Estaba cerca de cumplir los 30 años. Hay quien dice que esta muerte fue producto de un pacto entre las dos, para que la sobreviviente pudiera seguir con su vida sin cargar con el peso de la otra. Pero nunca se sabrá.
El mimetismo de las gemelas silenciosas, su sufrimiento por el desprecio social y su críptica forma de comunicarse entre sí, todavía hoy son materia de estudio en el campo de la psicología. Fueron señaladas como poseedoras de un trastorno psicopático, pero tal vez lo único que ellas necesitaban era un poco de consideración y de respeto.
El bullying y un pacto de silencio
June Alison Gibbons y su hermana Jennifer Lorraine nacieron el 11 de abril de 1963 en Aden, Yemen, donde su padre, Aubrey, nacido y criado en Barbados, se desempeñaba como técnico para la Real Fuerza Aérea Británica (RAF). Aunque era la menor, a lo largo de la historia de ambas, Jennifer sería sin dudas la más dominante, la que inspiraría con los años temor, desprecio y también amor enJune.
Las pequeñas gemelas no desarrollaron prontamente su habla, pero intentaban comunicarse. Fueron incluso felices cuando nació su pequeña hermana Rosie, en 1967. Pero su retracción absoluta se dio en 1971, cuando su padre fue enviado a la estación de la RAF de Chivenor, en Devon, Inglaterra. Allí, en la escuela, June y Jennifer comenzaron a sufrir la crueldad de sus compañeros de clase. "La gente nos insultaba. Éramos las únicas chicas negras se la escuela. Nos tiraban del pelo. Fue terrible", le dijo June a un periodista de The New Yorker, en el año 2000.
"Hicimos un pacto -continuó la mayor de las gemelas-. Dijimos que no íbamos a hablar con nadie, solo nosotras dos, en nuestro dormitorio". Fueron tiempos de desconcierto y angustia para la familia de las gemelas.Gloriapasaba por la puerta de la habitación de las niñas y escuchaba que las chicas murmuraban un diálogo imposible, en un dialecto ininteligible. Se concretaba de este modo el comienzo de una relación simbiótica que acabaría solo con la muerte de una de ellas.
En 1974, la familia Gibbons era trasladada al sudoeste de Gales, a un pequeño pueblo -con reputación de racista- llamado Haverfordwest. Y allí, en la secundaria, el infierno se agudizó para las hermanas. Era tal el maltrato y las burlas que recibían por parte de sus compañeros que las autoridades del colegio local les permitían salir de las clases cinco minutos antes que el resto, para darles tiempo a marchar a su casa sin que las hostigaran. Mientras tanto, la manera acompasada y lenta de moverse de las hermanas se hacía cada vez más sincrónica y llamativa. Parecía que estaban conectadas mentalmente, y cada vez se aislaban más del resto del universo.
Dos años más tarde, el médico John Rees llegó a la escuela de las menores a vacunar a los alumnos contra la tuberculosis y se sorprendió ante la expresión pasiva y casi sonambulesca de las hermanas. Alterado, se enfrentó con las autoridades de la escuela porque ninguna de ellas había parecido notar la conducta retraída y silente de las gemelas.
Separarlas: una mala idea
A partir de allí, los psicólogos de la escuela fingieron preocuparse por ellas, pero solo fueron atendidas con algo de interés real por una terapeuta especializada en el habla de un hospital local, llamada Ann Treharne.
De acuerdo con lo que consigna el libro más completo sobre la vida de las gemelas silenciosas, justamente llamado The Silent Twins, de 1986, escrito por la periodista Marjorie Wallace, esta terapeuta desentrañó el lenguaje introspectivo de las adolescentes, y señaló que era una mezcla de la lengua inglesa con una jerga de Barbados hablada muy aceleradamente.
Pero además, Treharne dio pistas sobre la relación entre June y Jennifer. Señaló que, cuando la mayor de las hermanas quería hablar, la otra la controlaba con la mirada. "Me vino a la mente la idea de que June era dominada por su gemela", dijo la terapeuta.
Finalmente,Rees y Treharne sumaron al equipo al psicólogo educativo Tim Thomas, y decidieron enviar a las niñas a la escuela de Educación especial de Eastgate, a unos 12 kilómetros de distancia de Haverfordwest. Allí, las hermanas sufrieron menos el acoso de sus compañeros, y no les iba tan mal, pero su mutismo hacia el entorno no cedía.
A los psicólogos, entonces, se les ocurrió una idea que había sido exitosa con otros casos similares: separar a las gemelas, para que cada una, en soledad, pudiera desarrollar su propia personalidad y entablar una mejor comunicación con el resto. Pero la idea fue desastrosa. Las dos jóvenes, que para entonces tenían 14 años, se pelearon a las trompadas y a los arañazos -no sería la última vez- cuando recibieron la noticia de la posible separación, culpándose la una a la otra por haber llegado a esa instancia.
Y luego, cuando finalmente fueron separadas, el resultado fue una catástrofe. En especial, para June, que estuvo días sin moverse para nada, y actuaba como si estuviera muerta. Finalmente,tuvieron que volver a unirlas.
Terminada su educación en Eastgate, las adolescentes retornaron a su hogar, donde continuaron con su conducta de siempre. En la Navidad de 1979, su madre Gloria les regaló dos cuadernos rojos para que escribieran sus respectivos diarios y allí volcaron sus apetitos literarios y las historias íntimas de la zigzagueante relación entre ellas.
Como novelistas, tuvieron sus intentos que no llegaron jamás al gran público. June escribió El adicto a la Pepsi Cola, sobre un adolescente de Malibú que es seducido por su docente, que se une a una pandilla y luego termina muerto de sobredosis. Jennifer, en tanto, incursionó en la novela con El pugilista, la historia de un niño enfermo cardíaco al que su padre le implanta el corazón de su perro bóxer para salvarle la vida y Discomanía, una ficción que narra cómo el ambiente de una discoteca vuelve violentos a los jóvenes de una localidad.
Excesos, vandalismo y el peor encierro
A comienzos de los 80 y mientras continuaban con la escritura pormenorizada de sus diarios, las muchachas descubrieron las relaciones con el sexo opuesto y contaron en sus cuadernos cómo perdieron la virginidad con los Kennedy -no la dinastía política-, vecinos de su casa y hermanos de un compañero de ellas de Eastgate. También incursionaron en los excesos con el alcohol, en especial, el whisky y experimentaron con algunas sustancias tóxicas, como la inhalación de pegamento y "líquido de encendedor", según lo que señala el citado libro The Silent Twins.
Pronto las dos hermanas comenzaron a salirse del carril de la legalidad. Trataron de unirse a una banda local, pero fueron rechazadas. Entonces, comenzaron con una serie de robos y de actos vandálicos. Se iniciaron robando bicicletas y haciendo "ring-raje" en casas del lugar. Pero después incorporaron a sus actos el fuego. Incendiaron una tienda de tractores y otros comercios y fueron atrapadas por la policía cuando estaban a punto de prender fuego un colegio técnico al que habían accedido tras romper las ventanas.
Pasaron siete meses en un centro correccional cerca de Bristol, pero luego, por la pésima relación que tenían la una con la otra, que ya no se toleraban, fueron nuevamente analizadas psicológicamente, y se les diagnosticó un trastorno psicopático de la personalidad.
Con ese diagnóstico, y bajo los cargos conjuntos de dieciséis robos, hurtos e incendios premeditados -cargos de los que las gemelas se declararon culpables-, en mayo de 1982, ambas fueron enviadas al temible hospital psiquiátrico de máxima seguridad para criminales de Broadmoor, en el condado inglés de Berkshire. Tenían solo 19 años.
En los diarios de June, la mayor de las gemelas describía para entonces lo que era el vínculo con su hermana: "Una relación de amor odio. Ella piensa que yo soy débil. No sabe cuánto le temo. Esto me hace sentir más débil. Quiero sentirme lo suficientemente fuerte para separarme de ella. Ayúdame señor, estoy desesperada".
En otro fragmento de su diario, Junedeclaraba: "Una de nosotras está conspirando para matar a la otra. Nos hemos convertido en enemigas fatales. Tramamos y tramamos ¿Quién ganará? ¿Cómo puedo deshacerme de mi propia sombra? Sin mi sombra, ¿Moriré? Sin mi sombra, ¿Obtendré una vida?".
En Broadmoor, las gemelas pasaron, tanto juntas como separadas, casi 11 años infernales. Fatales. June intentó suicidarse y a ambas las mantuvieron intoxicadas con fármacos antipsicóticos que las dejaron perdidas en un limbo de pesadillas, abandonadas por el mundo y casi también por su propia familia.
Una muerte inesperada
El 9 de marzo de 1993, las hermanas obtuvieron la libertad y salieron finalmente de Broadmoor para marchar a la clínica de mínima seguridad Caswell en el suroeste de Gales. En el colectivo que las trasladaba de una institución a la otra, Jennifer se acercó a su hermana June y le dijo: "Al fin estamos afuera".
Pocas horas después de llegar a su nueva residencia, Jennifer murió. Había sufrido una inflamación letal y repentina del corazón conocida como "miocarditis aguda".
"Hoy murió mi amada hermana gemela Jennifer -escribió June en su diario-. Está muerta. Su corazón dejó de latir. Besé su rostro color piedra. Me puse histérica de dolor".
Según contó en la cadena de medios estadounidenses NPR la autora del libro sobre las gemelas, Marjorie Wallace, Jennifer le había anticipado que ella "debería morir". Cuando la periodista y escritora le preguntó a la gemela por qué, ella simplemente respondió: "Porque lo hemos decidido". Según Wallace, habían pactado que una debía morir para que la otra fuera "realmente libre".
Un año después de la muerte de su hermana, June fue liberada de Caswell y fue a vivir nuevamente a Haverfordwest, cerca de la casa de sus padres. Según lo que narraba The New Yorker unos años atrás, la mujer, que ahora habla con el resto del mundo y se hace llamar Alison, porque su primer nombre solo le trajo dolor, visita la tumba de su hermanatodos los martes. "Nací gemela y moriré gemela", dijo en la citada entrevista.
Lo último que se supo respecto de estas hermanas tiene que ver con el mundo del espectáculo, ya que se anunció que Letitia Wright, la actriz de Pantera negra, protagonizaría este año una película basada en la historia de las gemelas Gibbons.
En tanto, y como resumen de esta particular historia de ribetes misteriosos, puede quedar el poema que la propia June escribió para poner en la lápida de su hermana menor: "Una vez fuimos dos. Las dos éramos uno. No fuimos más dos. Solo una a través de la vida. Descansa en paz".
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