JULIO RAMOS UN PERIODISTA SENTIMENTAL
Podría haber dicho que su gran frustración es no haberse quedado con Canal 13, o no haber sido nombrado ministro de Economía, pero el fundador de Ambito Financiero dijo que siente como un fracaso no ser reconocido como poeta. Al menos, hasta hoy; aquí le publicamos algunos versos
Hace 23 años, mientras concluía tardíos estudios en la Facultad de Ciencias Económicas, fundó el diario de información económica que la angustiosa vida argentina reclamaba para situarse en una realidad que cambiaba varias veces por día. Aquella hoja precaria creció y también su fundador, pese a rencillas futiles y golpes irreparables. Pero de entonces a hoy Julio Ramos no varió su estilo polémico y peleador: cortó mano y cortó fierro con muchos y volvió a amigarse, salvo con Clarín, medio con el que mantiene una enemistad histórica. Y dentro de esto, parece increíble que declare que su mayor frustración sigue siendo no haber podido editar un libro de poemas monumental del que es autor con reminiscencias del Martín Fierro y del Viejo Vizcacha.
-Cualquiera que revisara su trayectoria podría decir que usted es una persona que hizo de todo: fundó un diario, intentó tener un canal de televisión, formó un partido político en la provincia de Buenos Aires, salió en The New York Times, fue precandidato a presidente de Boca, su nombre sonó en un momento como candidato a ministro de Economía. ¿Qué siente que no hizo y qué hubiera querido hacer y no pudo?
-Me hubiera gustado desarrollarme como escritor. Yo tengo escrito un libro de poemas tan extenso como el Martín Fierro, pero el protagonista, en lugar de ser un gaucho, es un obrero, que cuenta su visión del mundo. Desde ese lado: por eso se llama Historia obrera.
-¿Usted fue obrero?
-No exactamente, pero fui corredor de comercio, vendedor de libros, vendedor de terrenos. Y siendo pobre conocí a muchos obreros.
-¿Se podría decir que sus poemas son sociales?
-La mayor parte, sí: son político-sociales, pero hay muchos otros que son de sentimientos, de amor, o equivalentes a los versos del Viejo Vizcacha, una especie de consejos de un padre a un hijo.
-¿Su producción poética es permanente?
-Lamentablemente, no. Historia obrera la escribí hace más de 30 años. La última fue de sentimientos, de dolores de hace 7, 8 o 9 años. Yo hago poesías desde los 14 años: estaba en el Colegio del Salvador y algunos insinuaban que me las escribían otros.
-¿Por qué no las publicó hasta ahora?
-Cada vez que las leí en público me desubicó la reacción de la gente, que se sorprende que alguien identificado con el tono polémico y duro pueda ser, a la vez, un gran sentimental. Pero creo que el gran responsable de la postergación ha sido el periodismo, que me apasionó y me absorbió.
-¿Me puede decir cómo empieza su poema?
-¡Usted me está matando...! (Va a su escritorio, comienza a buscar, tarda y, finalmente, encuentra una carpeta, la abre y lee.) Yo me he largao a cantar, siguiendo la tradición, para el pobre de condición. El canto, el naipe y el vino, en este suelo argentino, siempre fue su dirección...
-Siga, Ramos, un poco más.
-No, no, dése cuenta de que son inéditos... (Sigue un poquito más.) No espere duelo a facón, no hay lugar pa´ tal bravura, pero en esta vida dura pa´ el que vive de un salario, asegurarse el pan diario es de por sí una aventura.
-Hace 30 años, cuando escribía esto, ¿era de izquierda?
-No, nunca. Esto es gremialismo, defensa de la clase obrera, en todo caso de los inmigrantes. Yo, como decía Alfredo Palacios, no fui socialista más que lo indispensable: a los 20, para no ser un idiota a los 40.
-Alfredo Palacios fue socialista más allá de los 40. Toda la vida.
-Pero yo no. En todo caso, mis poemas serían más peronistas que otra cosa, obreros, pero no de izquierda.
-Si hoy fuera 1976, ¿volvería a sacar Ambito Financiero?
-Noooo. (Se ríe.) Bueno, es que no se dan las mismas circunstancias. En aquellos años había una terrible necesidad informativa en lo económico.
-¿No piensa que a partir de la convertibilidad la información económica se ha vuelto poco variada, casi aburrida?
-La información económica nunca puede ser aburrida porque toca directamente al bolsillo de las personas y porque todo lo vinculado a la economía es político, y eso es apasionante.
-¿Qué hubiera sido de usted si en 1989 ganaba la licitación por Canal 13?
-Seguro que tendría un grave problema económico, pero hubiera ayudado a frenar un poco más a Clarín, cosa que ahora le cuesta mucho más al resto de la prensa nacional.
-Teniendo en cuenta que usted se presentó por un canal y que cada vez que se rumorea la licitación de ATC suena su nombre, me sorprendió que dijera que la televisión no le interesa. ¿Realmente es así?
-Lo que dije es que no me atrae, salvo los documentales como aporte cultural, y por eso hace cuatro años que el diario, que muchos ven como un símbolo de materialismo, auspicia por ATC un ciclo de programas de la BBC de Londres y, en ocasiones, producimos programas propios con temas que aquí no trata nadie. No me veo teniendo que pensar o producir teleteatros. En cuanto a lo de ATC, después de lo de Telefé, después de lo de Eurnekian, se supone que ahora me debería tocar a mí. Y probablemente si hay licitación yo me presente.
-¿Cómo es eso de que siente que ahora le toca a usted?
-Es así: por la forma en que hoy se concentran los medios, un canal de televisión puede complementar a un diario. Entonces, me presentaría por eso, no porque sienta un especial amor por la televisión. Pero tampoco siento amor por las revistas o las radios, que en los últimos años me ofrecieron 20. Porque a mí me gustan los diarios. He fundado cuatro en mi vida.
-¿Intentó últimamente vender Ambito Financiero?
-No necesito venderlo. Para nada. Pero como buen economista que soy creo que todas las empresas tienen su precio. Y suelo tener ofertas de compra.
-¿Cuánto vale su diario? Por allí había salido que 200 millones...
-No arriesgo cifras. Cuando alguien viene, hablamos hasta que aparece un precio. Entre los interesados hubo grupos extranjeros (como el Financial Times vía la empresa Recoletos, de España), pero ellos se acercaron al mercado nuestro más interesados por consolidar un acercamiento con Telefónica de España allá que por un verdadero interés en la Argentina. De otras empresas nacionales tengo, más que nada, ofertas de fusión.
-¿A quién le vendería y a quién no?
-Las empresas tienen su precio. No distinguen raza, religión, nada. No discrimino en ese sentido.
-Es decir que le vendería a Clarín.
-Lo de Clarín es distinto: es socio del Estado, tiene papel gratis y por no ser socios del Estado muchos diarios porteños y del interior se funden. Es una competencia con una ventaja injusta y que lleva a la pelea. Si el otro, además, se la pasa violando la ley de competencia publicitaria, lo que queda es proceder judicialmente.
-Hay una frase suya llamativa, en el archivo: "Me mantiene vivo la pelea... Me peleo con todos los medios, con todos los periodistas, con todos los gobiernos". Pero convengamos que su forma de pelearse es rara...
-En este momento no tengo peleas con editores. A Eurnekian lo fui a saludar el día del aniversario de El Cronista; con Gerardo Sofovich nos saludamos el otro día; con Bernardo Neustadt, después de años de distanciamiento, que nunca fue feroz, él volvió a escribir en el diario.
-¿Y con Horacio Verbitsky?
-No estoy peleado. Como con Lanata, mantengo una enorme discrepancia ideológica, pero no hay pelea.
-¿Y con Luis Majul?
-No estoy peleado. Simplemente le hice un juicio por difamación.
-¿Y con el doctor Cavallo?
-Ningún problema, estuvo almorzando aquí. Y no me siga preguntando. La única pelea en serio es con Clarín porque, como competidor, pretende ahogarme económicamente. Mi pelea es ésa. Es con la empresa y ni siquiera con la directora, Ernestina Herrera de Noble. Lo mío no es personal, sino que tiene que ver con valores esenciales.
-¿Cómo se lleva con el presidente Menem?
-Bien, nos frecuentamos cada tanto.
-¿En qué condición?
-Lo veo a solas (o con periodistas del diario, como Roberto García o Carlos Pagni), unas cinco o seis veces por año. Cada tanto lo llamo y le pido una charla de actualización. No es para publicar como reportaje, es para hablar, para enterarnos qué quiere el Gobierno, para entender al país.
-¿Usted es hincha de Menem?
-No, hincha soy de Boca, pero reconozco que hizo cosas importantísimas para este país. Las cosas que yo y el diario veníamos pregonando hacía tiempo.
-¿Con qué funcionario de Menem tiene enemistad?
-Me llevo mal, y le diría tormentosamente, con (Eduardo) Bauzá, con (Raúl) Granillo Ocampo, que son dos pesos pesados.
-A su entender, ¿el nuestro qué es? ¿Un país de lobbystas o de mafiosos?
-Para mí, la Argentina es un país de transgresores. En todo: desde lo impositivo hasta el tránsito. Aquí el que menos hace es pagar para arrojar el agua de la pileta por el caño que no se debe. Al argentino usted le pone una norma e inmediatamente pensará cómo eludirla. En cuanto a mafia... no sé, es un término que no se aplica muy bien. Fíjese que la mafia en Italia es una concentración de poder secreto, con fines perversos y cuyas normas no pueden ser públicas. De ahí a llamar mafia a cualquier concentración de elementos poco claros, podría resultar una exageración. Sobre el lobby, eso sí: el argentino tiene una terrible tendencia a operar al margen de las normas en beneficio de un grupo. Es muy grave que esté en retirada el lobby clásico del empresariado argentino -proteccionismo, aranceles, etcétera- y que se esté afincando el lobby de los extranjeros. Los empresarios extranjeros están aprendiendo a pelearse por un lugar en el avión presidencial, a acercarse a los hombres clave para los contactos con el poder.
-¿Los ex embajadores americanos Cheek y Todman son lobbystas?
-Hechos y derechos. Declarados, lobbystas oficiales con chapa y patente. Con carnet.
-¿Yabrán era mafioso?
-Yo lo definiría como un empresario que operó en un mercado terriblemente competitivo y con bajos niveles de limpieza. Un hombre que hizo fortuna, como tantos otros, usufructuando debilidades y contradicciones del Estado y luego se pasó a la actividad privada.
-¿Usted cree que se suicidó?
-Sí, seguro.
-¿Y por qué se suicidó?
-Apenas ocurrió la muerte de Cabezas (uno de los pocos profesionales que muere por su oficio, por su instinto, por sacarle fotos al que no quiere ser fotografiado) escribí una hipótesis: la titulé la teoría del amor al jefe. En algún momento el jefe manifestó su molestia en voz alta: un tipo me anda sacando fotos, me tiene repodrido. Un amanuense escuchó su fastidio, quiso quedar bien con él, lo buscó y lo mató. Después, aquella molestia de Yabrán se le convirtió en lío, cansancio, dolor, en temor a terminar preso, en maldición.
-¿Considera importante a la corrupción en la Argentina?
-Es alta, en todos los niveles. Ya le dije, es un país transgresor, y la corrupción no es sólo la del jefe, sino que está en todos lados. Pero le aseguro que hoy está a menos de la mitad de lo que era hace 15 o 20 años. No existió mayor corrupción que la del funcionario que decidía el tipo de cambio o la corrupción institucionalizada de la inflación.
-¿Cuál es su actitud con respecto a los impuestos? ¿Le gusta o le molesta pagarlos?
-Como economista y como ciudadano, creo que el impuesto es absolutamente necesario. Pero para que en la Argentina el impuesto sea justo y la recaudación amplia todos tendríamos que tener certeza de que el desenvolvimiento económico se aplica con entera justicia. Acá todavía hay enorme cantidad de empresas que le deben créditos a las bancas oficiales o que obtienen favores políticos y no sólo roban, sino que encima no pagan impuestos. En materia impositiva también mejoramos en relación a hace 10 años, pero muchos ciudadanos no entienden los sistemas de ventajas de los sindicatos y las obras sociales y dicen: el Estado sigue siendo injusto y yo, en cambio, debo ser, siempre, un fiel cumplidor.
-¿Qué opinión tiene del Fondo Monetario Internacional?
-Es un organismo totalmente imprescindible. Podría mejorar incluso, pero es eficaz cuando les dice a los gobiernos que le piden plata que se limiten a gastar lo que les ingresa y que si no quieren hacer esto no recurran a mí. Es lo mínimo que pueden hacer los gobiernos.
-¿Qué haría con la convertibilidad?
-Sería de demasiado peso mi opinión. Prefiero no influir en este tema.
-Aceptando esa fuerza, esa influencia que usted dice que tiene, ¿su diario no podría hacer más de lo que hace para bajar los niveles de corrupción, oficial o privada, en el país y para que los ciudadanos y las empresas no evadan tanto?
-Le puedo asegurar que permanentemente lo estamos haciendo. Criticamos la demagogia de los gobiernos, señalamos a los empresarios que viven del Estado, a los sindicatos que le siguen sacando a la Argentina como si vivieran en otras épocas. Pero, ¿sabe cuál es la peor corrupción de todas? Que todavía el país no cuente con una ley que sancione los monopolios. Faltan normas aquí. Lo que se cambió en estos años es mucho y debe llegar a un 65 o 70 por ciento, pero hay un 30 por ciento de esa lucha que no se ha terminado.
-¿Hubiera sido un buen ministro de Economía?
-No sé, pero si me hubiera tocado lo hubiese asumido. Tal vez estaría en un promedio entre los criterios de austeridad (aunque no tanto) de Roberto Alemann y el extremo tecnicismo de Domingo Cavallo. Entre 1988 y 1989 le envié muchos papers a Menem y dialogué mucho con él cuando todavía no tenía tantos grandes asesores económicos. Creo haber sido uno de los hombres que más ideas le acercó en el momento en que casi todos suponían que iba a inclinarse hacia el populismo demagógico. Yo me di cuenta de que no, por lo que preguntaba. Era muy pragmático e hizo lo único que podía y tenía para hacer.
Un fragmento inédito de historias obreras
"Quizá puedas prosperar/ mas nunca lo hagas robando,/ sólo ha de ser trabajando/ que se gane un bienestar;/ respetá siempre el altar,/ la mujer y la bandera;/ es güeno una compañera,/ una patria que cobije/ como un Dios que nada exige/ y estará allí, donde mueras.
"Que todo no lo da Dios/ mejor sabelo de ahora;/ que hay mujer engañadora/ repetilo en alta voz/; que no te duela la coz/ si todo echas al olvido/ ser pobre ya es bien jodido/ pa´ ser falto de memoria/ y a la patria dale gloria/ cuerpeando el ser corrompido.
"Nunca te hagás el mañero/ ni al esfuerzo reculiés/ quien recién pone los pies/ debe ofrecerse primero;/ mas nunca seas cordero/ ni aguantés una injusticia;/ para un hombre no hay franquicia/ si es que está en juego su honor;/ arriesgá por un valor/ no por zonceras ficticias."
El Ambito en Ambito
La entrevista se realizó en el despacho que Ramos ocupa en el piso más elevado del edificio del diario, en Paseo Colón y San Juan, que cuenta con parrilla, sala de recreación y estudio de televisión. Los periodistas ocuparon una mesa para ocho personas. A un costado, la pared que prueba uno de sus hobbies: una colección de 200 espectaculares miniaturas de bicicletas (irónica representación de la bicicleta financiera que por años reinó en el país) traídas de todas partes del mundo. En otra pared, una biblioteca alberga cientos de tomos de economía y política. En el escritorio, colmado de papeles, carpetas y diarios, hay un portalápices con dos lapiceras que, a simple vista, parecen de oro. Tres leyendas, en chapitas, le dan identidad y humor al espacio. Dicen, respectivamente: Si usted no trae la solución es parte del problema, Puedo perder una batalla, pero no la guerra y Por favor, hable con copete (N. de la R.: el copete es la parte superior de las notas, que sintetiza su contenido.) A la derecha del escritorio hay un pizarrón en el que un niño, o alguien con letra deliberadamente infantil, escribió con tiza de colores el nombre del diario. A la izquierda hay una computadora encendida con una nota sobre las elecciones cordobesas a medio terminar. En la mitad hay un bar con algunos botellones gigantes y otras botellas de medida estándar. Sobre otra pared lucen los diplomas de Ramos cuando se graduó como licenciado en Ciencias Económicas.
También hay varios sillones con una mesa ratona en el medio. Detrás, una pared decorada con una reproducción de la nota que le sacó The New York Times y 20 fotografías: se lo ve a Ramos con su esposa, Silvana Suárez, y sus dos hijos pequeños, con sus tres hijos mayores, con la directora propietaria de Clarín, la señora de Noble, y, la más grande de todas, una de su hijo Gabriel, fallecido en 1986. En la ocasión, Ramos no ofreció nada para tomar a sus ocasionales visitantes.
Cifras en una vida de números
4 los diarios que Ramos fundó en su vida: Ambito Financiero; La Mañana, de Neuquén; La Mañana, de Córdoba, y Correo del Este, de Punta del Este (ya cerrado).
200 millones de pesos, el precio que Ramos le habría fijado a su matutino especializado.
3 los hijos que tiene Ramos: Claudio, de 35 años; Julia, de 9, y Augusto, de 8.
87 los días transcurridos, entre diciembre de 1986 y marzo de 1987, cuando en sendos accidentes (uno en una pileta de natación, otro automovilístico) murieron sus hijos Gabriel, de 26 años, y Darío, de 18.
22 los años que lleva en la calle el diario Ambito Financiero.
Temas
Más leídas de Lifestyle
Increíble. Tenía 17 años, 1000 dólares en el bolsillo y fundó una de las cadenas de restaurantes más conocidas del mundo
Se terminaron las dudas. Cuántas calorías tiene una palta y cuál es la cantidad recomendada para comer en una dieta balanceada
Secreto natural. Las seis plantas sagradas del mundo: cuáles son, su origen y el poder que se le atribuye a cada una