El nacimiento de su cuarta hija lo llevó a pensar en abandonar definitivamente la política, sin embargo arrasó en las PASO como cabeza de lista de Cambia Mendoza
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En el luminoso living del barrio Rincón Viamonte, Luján de Cuyo, a unos 20 minutos de la capital mendocina, Julio Cobos sonríe mientras presenta a Isabella, su hija de cinco meses, que llegó a sus 66 años y en pleno abuelazgo.
El ex vicepresidente y actual senador nacional por Cambia Mendoza, que en las PASO recibió un amplio respaldo como candidato a diputado, “pateó el tablero” a los 60, después de 30 años de casado y tres hijos adultos de su primera esposa, Cristina Cerutti, y comenzó una nueva vida con su actual mujer, Natalia Obón, con quien tiene una familia ensamblada y desea casarse pronto.
“A veces me traiciona la lingüística y alzo a Isabella mientras le digo ‘¡Venga con el abuelo!’”, confiesa, con gran sentido del humor. Y agrega: “Fueron muchos años de nietos, me encantan los chicos. Pero hoy la responsabilidad es distinta, estoy para criarla, no malcriarla, y me siento feliz y bendecido. Llegó para consolidar nuestra numerosa familia”, reflexiona.
“Solo pido a Dios que le de salud a ella y también a mí, porque deseo acompañarla por muchos años”
Julio Cleto Cobos, nacido en 1955 en Godoy Cruz, repasa su vida y todavía le cuesta creer el cambio rotundo que protagonizó durante los últimos años, después de sus tiempos difíciles como vicepresidente y de su recordado voto “no positivo” durante el conflicto entre el gobierno y el campo.
Aquella madrugada del 17 de julio de 2008 cuando echó por tierra la “Resolución 125″ que proponía retenciones móviles a las exportaciones agrícolas, una obsesión del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, comenzó el período más complicado de su carrera política.
“Por un conflicto innecesario salió a la luz mi figura cuando, en general, todos los vicepresidentes suelen quedar a la sombra. Fueron momentos durísimos que me quedaron grabados para siempre por la enorme presión que sufrí para que renunciara. Intentaba sobrellevar el día a día contra viento y marea siempre con la firme decisión de finalizar el mandato. Así lo hice y los costos fueron muy altos. Creo que los momentos extremos de la vida constituyen pruebas y yo actué con capricho, porque nadie me iba a arrebatar mi lugar, pero también con gran perseverancia”, evoca.
Los recuerdos de su paso por el Frente para la Victoria y de las vicisitudes afloran, unos tras otros, rodeado ahora de un séquito de mujeres con las que convive (Antonella, de 20 años; Martina, de 18 y Emilia, de 11, además de Natalia) y una bebé en brazos que es pura simpatía.
-¿Siente que esta vez pateó el tablero en el plano afectivo como lo hizo aquella vez desde lo político?
-(ríe) Algo así. Cuando menos lo imaginé, en 2016, después de 30 años de casado, conocí a mi actual mujer. Hoy, a la vuelta de la vida, soy un flamante papá y esta situación me ha cambiado para mejor, porque tengo otra experiencia y otra sabiduría. Nació Isabella y empecé a revivir situaciones del pasado desde otro lugar, disfrutándola muchísimo. Antes de que llegara, pensé en dejar la política pero me adapté perfectamente a la nueva vida junto a mis hijos, que están encaminados, mis cinco nietos y las chicas de Natalia, que me adoptaron enseguida como yo a ellas. La decisión requirió de mucho coraje, le llevo 23 años, pero ambos deseábamos lo mismo.
-¿Sintió cierto prejuicio social?
-Como siempre digo, cuando uno es una persona pública debe atenerse a las consecuencias y esto involucra a la familia, los hijos y la pareja, pero no suelo darle mayor entidad. Los comentarios siempre están, pero un hijo es una gran bendición y estoy agradecido. Cuando uno es joven está en medio de la vorágine, hoy es distinto. Sí, en cambio, suelo pensar en el mundo convulsionado al que llegó, incluso en plena pandemia. Solo pido a Dios que le de salud a ella y también a mí, porque deseo acompañarla por muchos años y verla en la universidad. Que tenga papá por muchos años más y de hecho trabajo para eso, hago ejercicio, me siento perfecto y cuando me miro en las fotos pienso: “Qué bien estamos”.
-¿Cómo fue volver a ser padre cuatro décadas después de haber tenido a su primer hijo?
-Casi 40 años atrás, cuando nacieron mis hijos, todo era distinto, ni hablar de poder presenciar un parto… Esta vez llegamos a la consulta y en ese momento se decidió la cesárea. Solo nos dieron tiempo a buscar el bolso e ir a la clínica. Fue una sorpresa que me permitieran ingresar al quirófano, pero mucho más sorprendente resultó que el médico me ofreciera contemplar el preciso instante del alumbramiento. La vi a mi hija salir del vientre, tan chiquita, tan bonita… (se emociona) Sin dudas los nacimientos de mis cuatro hijos fueron los momentos más felices y conmovedores de mi vida.
Se cruzaron por primera vez en el gimnasio del club house del barrio Dalvian, donde ambos vivían. Entonces, Cobos tenía tres hijos, Agustín (40), Virginia (38) y María Eugenia (36) y era abuelo de Adelina (9). Luego llegaron cuatro nietos más: Malvina, Gaspar, Jerónimo y Delfina, esta última con meses de diferencia que Isabella.
-¿Cómo surgió el amor?
-Sin querer. El amor es así, cuando uno cree que tiene todo resuelto en la vida, aparece sin golpear. Lo que vino después no fue fácil, hemos pasado momentos muy felices pero también dolorosos, porque el proceso de separación no es fácil para nadie y, repito, menos si uno es público. Natalia es una gran mujer, una madre dedicada y fue una excelente estudiante de licenciatura en Nutrición y también de Abogacía. Tiene dos carreras universitarias y trabaja en el área de Discapacidad del Senado.
-A propósito, el nombramiento de su mujer en el Senado generó, en su momento, comentarios en contra ¿Qué tiene para decir?
-Rindió un concurso con otros 17 postulantes y había cinco veedores y sindicatos atrás. Así y todo obtuvo la mejor nota. Ella ingresó por su gran capacidad, es una mujer estudiosa y nunca le costó sentarse frente a los libros aún criando a tres hijas.
-¿Le ha propuesto matrimonio? ¿Volvería a casarse?
-Lo hemos hablado bastante. Y sí, quiero casarme con Natalia, quiero hacerlo para celebrar nuestro amor y también por nuestra hija Isabella.
“LA VICEPRESIDENTA TIENE UNA CONCEPCIÓN DEL PODER QUE CUESTA ENTENDER”
El domingo 12 de septiembre último, histórico, Cambia Mendoza remarcó su hegemonía en la provincia al obtener un 43,7% en las PASO y derrotar al Frente de Todos, que logró un 24,60%. El ex gobernador Alberto Cornejo llevó a Cobos en primer lugar para Diputados y al actual gobernador Rodolfo Suárez como primer suplente al Senado.
“Era previsible en Mendoza. Sin embargo, nunca esperamos un resultado tan bajo del Frente de Todos. Nuestro espacio tenía la ventaja de una buena gestión del gobernador Suárez, mientras que el gobierno debió hacerse cargo de sus desaciertos, el manejo de la macroeconomía y de la pandemia, restricciones, educación. Hubo una gran diferencia con las medidas que tomó Mendoza”, resaltó Cobos.
“A nivel nacional hubo una ola de adhesión a nuestro espacio, que ha sabido mantenerse unido en la adversidad luego de perder las elecciones nacionales. Hoy es visto como una alternativa para 2023″, subrayó.
-¿Cuál es su visión de la crisis institucional que vive hoy el gobierno?
-Producto del mal resultado en las elecciones, el oficialismo está dirimiendo sus internas y debilitando fuertemente la autoridad del presidente. Además, se pone en evidencia la relación conflictiva entre él y su vicepresidenta. Esto afecta la gobernabilidad y a las instituciones, cuando lo importante es que el gobierno reencauce su gestión y dé respuestas a las demandas de la gente. Desde la oposición no podemos inmiscuirnos en esa crisis interna, pero deseamos que el presidente encuentre la salida y que el oficialismo destine los esfuerzos a mejorar la vida de millones de ciudadanos.
-¿Considera que haber sido adversario del campo, entre otras causas, perjudicó al gobierno nacional?
-El gobierno es un enemigo eterno del campo aunque, irónicamente, la soja tuvo el mejor precio con los kirchneristas. No lo sé, está en su ADN apuntar al desarrollo industrial. Es cierto que el campo son los grandes empresarios pero también lo integran los pequeños productores que si no se unen en cooperativas no pueden sobrevivir. El gobierno no puede verlo. Cuando el campo está afectado, perjudica a toda una cadena y se pierde el efecto multiplicador, porque el chacarero invierte a pesar de vivir en riesgo, sortear heladas, plagas, vaivenes de precios, retenciones, distintos tipos de cambio...
-¿Qué opina de la forma de ejercer el poder de Cristina Fernández de Kirchner?
-Tiene una concepción del poder que cuesta entender. Pese a todo ha tenido y tiene su adhesión, al punto de poner un presidente, aunque haya fracasado porque no supo encontrar su perfil ni su ubicación, cometió errores que desgastaron muchísimo su imagen.
-¿Y con Cristina usted volvió a hablar?
-Sólo una vez. Fue una relación distante. Insisto, con un cuarto intermedio todo podría haberse resuelto. Las cosas de la política: el ex senador Miguel Pichetto no me otorgó ese cuarto intermedio y años después fue vicepresidente de Macri. ¡Y Martín Lousteau se aflilió al radicalismo tras haber sido el autor de la 125!
A fines de 2012 Cobos anunció su candidatura a diputado nacional de Mendoza por la UCR para las elecciones legislativas de 2013 y resultó vencedor. Actualmente ejerce como senador nacional desde 2015 y en noviembre, si los resultados se mantienen, pasará nuevamente a la Cámara Baja.
-¿Cómo fue su regreso a Mendoza luego de la vicepresidencia?
-Al día siguiente saqué nuevamente la matrícula como ingeniero civil. Yo había estado detrás del mostrador mucho tiempo, había trabajado al menos 20 años en el ámbito privado. Después fui director de Hidráulica; de Caminos y también de Montaje Industrial.
-¿Cómo ve hoy a su provincia?
-Como sucede en todo el país, no es la excepción en cuanto a los niveles de pobreza, pero acá es más fácil salir porque funciona la educación, los servicios. Hay un Estado que funciona. En una oportunidad, cuando se estaba por aplicar un programa en el país, el exministro de Economía Roberto Lavagna dijo algo muy cierto: “Si funciona en Mendoza puede ser que funcione en el resto del país, pero si no anda en Mendoza, tampoco en otro lado”.
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