Descansados, felices y en familia se los vio a Mauricio Macri y a Juliana Awada el fin de semana extralargo en Punta del Este, adonde viajaron para asistir al casamiento de Sonia Caputo –hija de Nicolás, íntimo amigo del ex presidente– y Santiago Giambruni. Acompañados por su hija Antonia (8) y por Valentina (17), la hija mayor de la ex primera dama, se instalaron el viernes en José Ignacio en la chacra de Bruno Barbier, el padre de "Tini", con el que la ex pareja presidencial mantiene una muy buena relación.
La mañana del domingo 23, Juliana y Valentina se subieron a un mule Kawasaki y recorrieron el kilómetro y medio que separa la chacra del pueblo en busca de provisiones. La primera escala fue en El Almacén de Jean-Paul, donde compraron una torta. Después, siguieron rumbo a Parador Santa Teresita para encargar el almuerzo. Mientras tanto, Mauricio jugaba al tenis, para dar muestras de que su rodilla derecha que lo tuvo a mal traer tanto tiempo (lo operaron dos veces, la última en 2017) está recuperada. Después de pasar la tarde con sus hijas, se prepararon para la fiesta de casamiento. Con el afán de mantenerse lejos de las fotos en los medios, no participaron de la ceremonia religiosa –celebrada en el playón de pescadores de José Ignacio–, sino que fueron directamente a la fiesta, en La Huella. Entraron por una puerta lateral para evitar a la prensa. Sólo la instagramer China Calé, invitada al casamiento, inmortalizó su presencia en una de sus stories.
El martes 25, alrededor de las tres de la tarde, volvieron a Buenos Aires en un vuelo privado que despegó de Laguna del Sauce.
LA VIDA DESPUÉS DE OLIVOS
Nueve días después de dejar la presidencia, Mauricio Macri reapareció en las redes sociales en su nueva oficina en Olivos, a pocos metros de la Quinta que habitó entre 2016 y 2019. Desde entonces, mantuvo allí varias reuniones con diferentes referentes de la política con el fin de rearmar su alianza opositora.
En un principio, la familia se instaló en Los Abrojos, la casa familiar ubicada en Polvorines. Y fin de año los encontró en la casa de Caputo en Cumelén, en Villa La Angostura, el mismo lugar donde pasaron los últimos seis fines de año. Allí, Juliana resultó la mejor organizadora de excursiones, con paseos en bote, trekkings y picnics con delicias preparadas por ella misma.
A su vuelta, finalmente se mudaron a la casa que alquilaron en San Isidro, que tiene vista al río y queda muy cerca de donde viven Natalia Oreiro y Ricardo Mollo. Con el buen gusto que la caracteriza, Juliana está dedicada a dejar su sello personal en la decoración de su nuevo hogar, que poco a poco va tomando forma. Mientras la vida post Olivos se afianza, Juliana no descuida sus obligaciones de mamá, como llevar y traer todos los días a sus hijas del colegio, algo que nunca dejó de hacer.
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