Mientras disfruta del sol de la mañana, después de haber visto nevar el día anterior, Sofía Jiménez (29) toma mate, bien abrigada, sentada cómodamente en la galería del hotel –Posta de Lozano está ubicado a 20 minutos de San Salvador de Jujuy– donde está instalada después de haber viajado de Buenos Aires a su provincia natal. Allí los valles y los bosques, con los cerros como telón de fondo, recrean un paisaje de ensueño.
La periodista y modelo, que en mayo confirmó su separación de Juan Martín del Potro (31), está terminando los catorce días de aislamiento obligatorios con su hermana Inés y Pedro, un amigo de toda la vida, con quienes agarró la ruta en auto hacia el Norte.
–¿Cómo fue el viaje?
–Una odisea. Además de los kilómetros se sumó la pandemia. Estuvimos nueve horas varados en Santiago del Estero, por ejemplo. Íbamos en caravana, nos escoltaban hasta la siguiente provincia para verificar que no nos quedáramos ahí y seguíamos viaje. Además, teníamos que esperar el paso de los camiones… Obviamente, llevábamos los permisos de circulación y también lo que necesitábamos para ingresar a Jujuy. Por eso nos instalamos en este hotel, que es un paraíso, para pasar los catorce días de cuarentena obligatorios. El domingo ya nos mudamos a casa de mi mamá en San Salvador y nos encontramos con ella y Pilar, mi otra hermana. ¡Qué felicidad!
–¿Qué significa para vos volver a Jujuy?
–Me conecta inmediatamente con mi infancia y mi adolescencia. Es como barajar y dar de nuevo, bajar toda la información de lo que viví en esta cuarentena… Es un regalo para mí.
–Tuviste una cuarentena muy intensa.
–La vida misma, nos pasan cosas, pero con esta situación particular que nos toca, todo es más intenso, se multiplica, estamos más sensibles. La cuarentena fue muy reveladora para mí: pasé por la introspección, la transformación y ahora, acá en Jujuy, estoy en la etapa de expansión. Y en el momento de la introspección es cuando terminé separándome de Juan.
–¿Terminaron por teléfono?
–En realidad, volvimos de Miami, nos quedamos en su casa, pero en un momento pensé: "Me parece que está bueno que la cuarentena nos sirva para tomar aire y ver qué nos pasa". Evidentemente los dos lo necesitábamos y fue lo más sano y honesto. Nos queremos mucho y tomar distancia a tiempo fue muy sabio. Agarré mis cosas y me fui a mi departamento. Allá estaban mi mamá y mi hermana y yo me reencontré con mi casa, que había comprado hacía un año y no le había prestado atención, ni la había terminado de armar. "Todo esto es mío", me dije. Ahí pude empezar a conectar conmigo verdaderamente.
–Y en esa conexión, ¿qué viste de tu relación con Juan?
–Lo más valioso que descubrí es que siempre delego mi poder personal en las parejas. No tiene que ver con Juan, soy yo la que se ubica ese lugar. Cada vez que me pongo de novia, en mi afán de acompañar al otro y de cuidarlo, me entrego al ciento por ciento y me olvido de mí. Haber detectado eso por primera vez es romper con viejos patrones culturales, con tintes machistas, y sé que es algo que no quiero más para mi vida. Me tengo que hacer cargo de mis rollos.
–Se dijo que encontraste unos mensajes de una ex en su celular y que ahí se terminó todo.
–¡Pura mentira! No sé de dónde salió eso, pero no fue así.
–¿Cómo vivís las rupturas? ¿Las sentís como un fracaso?
–Para mí son un aprendizaje y un acto de valentía, lo juro. Obviamente, tomar la decisión de separarse es triste y duro, pero ¿cuántas personas se siguen quedando al lado de otra por miedo o por comodidad? Yo no puedo.
–En enero vas a cumplir 30. ¿Cómo te imaginabas de chica a esa edad?
–¡La fantasía de los 30! [Se ríe]. Yo me imaginaba casada y con hijos a los 25 y ahora que están por llegar los 30, siento que tengo que potenciar mi lugar en los medios. También quiero profundizar mis estudios de actriz y sacarle jugo a eso, me imagino viviendo afuera, en España. Creo en el amor y en la vida en pareja, pero ahora es un tiempo para mí. Por eso volver a Jujuy es tan importante. Es un parate, mirar para atrás, ver todo lo que logré en sólo diez años desde que me mudé a Buenos Aires… Tengo mi lugarcito ganado, pero de ahora en más, tengo que hacer foco en qué quiero, qué me imagino para mí, hacia dónde voy. Mi sueño es crecer profesionalmente y al mismo tiempo armar mi propia familia, sin descuidar ninguna de las dos cosas y sin que una sea un impedimento de la otra.
–¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en Jujuy?
–Justamente ayer tenía un día medio bajón y salí a correr. Y de repente se me vino a la cabeza cuando jugaba el hockey de chica. Yo era la número 9, la goleadora del equipo. Te juro que sentí en el cuerpo esa adrenalina de cuando estás por meter un gol, fue hermoso. A eso vine acá, a conectar con cosas que me incentiven.
Cada vez que me pongo de novia, en mi afán de acompañar al otro, de cuidarlo, me entrego al ciento por ciento y me olvido de mí. Es algo que no quiero más para mi vida
"QUE SEA COMPAÑERO, QUE TENGA HUMOR Y SIN PREJUICIOS"
–Casi como un juego, si pudiéramos armar tu hombre ideal, ¿cómo sería?
–No existe el hombre ideal, ¡pero juguemos! Me gustan los hombres altos para sentirme protegida cuando me abrazan, la sonrisa…
–Y eso que el último no se veía muy risueño.
–[Se ríe]. Eso es lo que ve el afuera. Yo pude ver otro Juan y eso fue lo lindo. Es un gran profesional en lo suyo y ahí tiene que mostrarse así, más parco quizás.
–Sigamos con el hombre ideal.
–Que sea compañero, simple, que tenga buen humor y sin prejuicios. Me gustaría enamorarme y que se enamoren de mí, que nos elijamos verdaderamente, sin las armaduras que traemos, sin condicionamientos, armar un equipo honesto con las virtudes y los defectos de cada uno.
–¿Podrías estar con alguien celoso?
–No podría estar nunca con un enfermo de celos porque eso habla de mucha inseguridad y de que no confía en mí. Es clave que me dejen ser. Además, en mi familia, tenemos una historia muy fuerte con el tema de los celos. Mi abuelo materno mató a mi abuela con un fierro y fue preso. Un femicidio. Fue hace cuarenta años, mi mamá tenía 13. Es algo que todavía no está sanado por completo en mi familia. Mis hermanas, mis primas y yo lo supimos desde chicas… Creo que empezar a hablarlo públicamente me hace bien porque es trascender esta historia que viene conmigo y que no quiero que se interponga a la hora de armar mis propias relaciones.
"SOY MANDADA"
–¿Preferís Tinder o Instagram para conocer a alguien?
–Prefiero la vida real. La mirada es fundamental. No me considero tan moderna como para conocer a alguien a través de una aplicación. Antes de venirme, fui al banco y me crucé con un chico por la calle y dije: "¡Guau, qué ojos!". Vi que llevaba unos vinos y lo paré para preguntarle dónde los había comprado y qué tal eran. Después él se encargó de buscarme por Instagram y me mandó mensaje. Nos reímos mucho de la situación.
–Sos encaradora…
–Obvio, soy mandada. Tiene que haber un juego de seducción y conquista, pero detesto las estrategias y las vueltas. Y en esta cuarentena también apareció Lucas, un chico con el que tuve una historia de verano hace mucho y quedó ahí. Ahora consiguió mi número y me mandó un WhatsApp. Me parecen historias divertidas, pero hoy no pienso en volver a enamorarme.
–También son historias que te permiten poner tu costado sensual en funcionamiento.
–Tal cual. Viste que después de una separación quedás medio pachucha, con el amor propio medio bajo y te agarran inseguridades. Entonces, volvés a decir: "Mirá qué bueno, le puedo volver a gustar a alguien, genero algo en el otro".
–Te gusta la astrología y sabrás que las acuarianas, como vos, suelen irradiar una energía sexual muy potente.
–No me creo una mujer fatal. Juego a eso en las redes sociales y eso hace que se mueva el avispero. [Se ríe]. Hay que generar un poco de ruido a veces y al que le llega el mensaje, le llega.
–Periodista, actriz, modelo… ¿dónde te sentís más cómoda?
–La comunicación es lo mío y creo que en estas tres facetas puedo comunicar. En julio del año pasado hice un casting para Netflix España y pasé varias etapas. Fue muy fuerte porque me di cuenta de que alguien del otro lado del océano sabía de mí. Finalmente, el papel se lo llevó Lali (Espósito), pero para mí fue un montón. Tengo que seguir estudiando actuación porque ahí se abrió una puerta interesante.
–Siempre se te ve sonriente, divertida, como un torbellino. ¿En qué momentos bajás?
–Obviamente tengo mis momentos de calma. En la intimidad soy muy tranqui. Cuando estoy siendo fiel conmigo misma al ciento por ciento, la calma y la paz van por dentro, aunque el afuera me vea como un torbellino.
Agradecimiento: Hilandería Warmi
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