El 28 de abril, la policía disolvió el funeral de un rabino judío ortodoxo en Brooklyn, y el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, calificó el evento, que violaba las restricciones del coronavirus sobre reuniones concurridas, como "absolutamente inaceptable".
La mayoría de los rabinos prominentes en todo el mundo apoyan las regulaciones gubernamentales destinadas a frenar la propagación del coronavirus, incluso si esto significa cerrar lugares de estudio y culto.
Pero algunas comunidades judías ultraortodoxas en Estados Unidos e Israel se han resistido a adoptar las medidas de distanciamiento social.
El líder de una comunidad judía estricta en Nueva York dijo a sus seguidores que continuaran el estudio colectivo y la oración durante el mes de marzo, aunque para entonces la covid-19 ya había matado a miles de personas en el estado.
En Israel, un barrio judío ultraortodoxo reaccionó con resistencia, incluso violencia, a las estrictas regulaciones de distanciamiento social del país. Los extraños a menudo se indignan cuando las comunidades religiosas desafían las políticas destinadas a proteger a la población en general.
Como antropóloga que estudia religión, política, identidad y el conflicto entre israelíes y palestinos, mi investigación ayuda a explicar por qué algunas comunidades judías desobedecen las pautas de salud pública y por qué es más complicado que simplemente ignorar las reglas.
Quiénes son los judíos jaredíes
Las comunidades judías ultraortodoxas o jaredíes son una población diversa, con diferentes prácticas espirituales y culturales. Pero todos siguen la Halajá, que se puede traducir como ley judía.
Como tal, muchos no comparten las mismas fuentes de información que otros dan por sentado. De acuerdo con las reglas de sus rabinos, el acceso a internet, las transmisiones de televisión y ciertas funciones de los teléfonos celulares generalmente están limitadas en comunidades judías ultraortodoxas.
Mantener su cercanía a dios al distanciarse del mundo secular impidió que muchos jaredíes vieran las noticias sobre la propagación del virus en todo el mundo en febrero y marzo.
Algunos líderes jaredíes sostuvieron que reunirse para rezar y estudiar seguía siendo primordial. Estudiar las escrituras hebreas, o Torá, es un mandamiento y un deber en el judaísmo. Los hombres jaredíes generalmente se reúnen para rezar tres veces al día. Los estudiantes en las yeshivas, o seminarios judíos, pueden pasar 18 horas al día estudiando juntos.
Más que una forma de vida, la oración y el estudio son los medios para proteger la vida misma. Según los sabios judíos, "quien se dedica al estudio de la Torá también protege al mundo entero". De hecho, "sin la Torá el mundo cae".
"Más peligroso que el coronavirus..."
La importancia de comprometerse con la Torá explica por qué un rabino prominente en Israel insistió incluso en marzo en que "cancelar el estudio de la Torá es más peligroso que el coronavirus".
Finalmente, el gobierno israelí intervino para hacer cumplir sus restricciones por el coronavirus. El 22 de marzo, la policía fue enviada a Me'a She'arim, un barrio jaredí en Jerusalén, para poner fin a las reuniones públicas, cerrar sinagogas y escuelas.
Los policías se encontraron con maldiciones, insultos y piedras. Algunos ultraortodoxos incluso llamaron "nazis" a los agentes israelíes.
Memoria colectiva
Si bien estas respuestas pueden parecer extremas para los extraños, se vuelven más claras al considerar la historia judía y los recuerdos provocados por la intervención policial.
La investigación antropológica demuestra que las personas dan sentido a sus experiencias de diferentes maneras. Nuestra percepción, imaginación y acciones están profundamente arraigadas en el conjunto de nuestras experiencias. El pasado, ya sea experimentado individualmente o alimentado colectivamente por la comunidad, le da sentido al presente.
Henri Bergson, un filósofo francés, usó el término "duración" para explicar cómo el pasado cambia para presentarse de una manera que apele a las experiencias actuales de diferentes maneras para diferentes personas. En tiempos de crisis como la pandemia de coronavirus, esta sensación de duración se agudiza.
Para algunos, las carpas de hospitales erigidas en lugares públicos evocan la Primera Guerra Mundial. Una sobreviviente del Holocausto me dijo recientemente que la orden de quedarse en casa le trajo recuerdos de los años de su infancia escondida de los nazis.
Un residente de Nueva Orleans descubrió que la "cantidad" de muertes por coronavirus le recordó al huracán Katrina. La duración como memoria personal es fundamental para el sentido del yo de un individuo, pero también surge en los recuerdos colectivos.
La memoria colectiva, incluidas las historias que todos nos contamos a nosotros mismos y a nuestros hijos sobre nuestro pasado, da sentido y propósito a nuestro ser colectivo. Estas historias cuentan luchas y triunfos y ayudan a definir nuestra comunidad moral.
La duración interactúa con la memoria colectiva y es clave para la formación de la identidad grupal.
Historia de persecución
La persecución histórica de los judíos en todo el mundo es fundamental tanto para los judíos seculares como para los ortodoxos. Sin embargo, no está predeterminado cómo funciona esa memoria en las circunstancias contemporáneas.
Mi investigación demuestra que diferentes aspectos del pasado forman el significado y las acciones colectivas de manera diferente.
A diferencia de la mayoría de los israelíes, que ven la historia judía como una justificación para el estado de Israel y entienden que el ejército y la policía israelíes existen para protegerlos, algunos jaredíes israelíes desconfían del gobierno y sus funcionarios.
De hecho, los judíos jaredíes, que representan alrededor del 10% de la población de Israel, se oponen fundamentalmente al sionismo, la ideología política del nacionalismo judío que condujo a la creación de Israel en 1948.
Si bien los ultraortodoxos creen que dios prometió la tierra de Israel al pueblo judío, también están seguros de que la promesa no puede cumplirse mediante la intervención humana en la obra de Dios, como lo es el establecimiento de un Estado nación.
Previamente se enfrentaron con el gobierno israelí y las fuerzas del orden por el servicio militar obligatorio y otras políticas.
Desconfianza de la policía
Entonces, cuando hombres armados uniformados ingresaron a sus vecindarios para cerrar sinagogas y yeshivas, los miembros de la comunidad jaredí recurrieron a sus recuerdos colectivos de soldados y policías causando caos y destrucción en las comunidades judías en la Rusia zarista y más tarde en Europa occidental. En lugar de sentirse protegidos por el Estado, tuvieron miedo y desconfianza.
La desconfianza de la policía es común en otras comunidades históricamente maltratadas por los cuerpos de seguridad. Los recuerdos colectivos de los estadounidenses negros y los romaníes de Europa, por ejemplo, asocian a la policía con la violencia y el peligro.
Cuando se enfrentan a una crisis como el coronavirus, muchas personas dependen principalmente de la ciencia, la tecnología y los gobiernos para su protección. Los ultraortodoxos no rechazan la ciencia o la medicina, pero para ellos, vivir según la Torá, a través del estudio diario y la oración, es el medio principal por el cual se preserva toda la vida humana.
Cuando el orden político interfiere con su trabajo, las consecuencias pueden ser más desastrosas que una pandemia. Podría significar el fin de la vida judía, si no de la humanidad misma.
*Joyce Dalsheim es profesora de Estudios Globales en la Universidad de Carolina del Norte - Charlotte. Puedes leer este artículo publicado originalmente en The Conversation.
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