Los míos, los tuyos, y hasta Roger Federer, el labradoodle de la familia, se preparan para la foto. En el departamento que comparten Juan Pablo Varsky (49) y su mujer, María Laura "Lala" Bruzoni (42), con sus respectivos hijos [Benjamin (10) y Valentín (16) Varsky; e Isabel (7), Felipe (12) y Juana (15) Boccardo] hay un caos divertido pero no dominante: aunque hay gente por todos lados, se puede caminar "sin tropezones".
La hora del té los reúne en la cocina con donuts, budín sin gluten y chocolate puro y fruta fresca. Hay chistes internos, por supuesto, pero también complicidad y risas. Sin embargo, en pocos minutos los chicos desaparecen para seguir con sus actividades. Entonces sí, el periodista y la licenciada en Comunicación le cuentan a ¡HOLA! cómo fue la aventura de ensamblar este familión sin morir en el intento.
–¿Cómo se conocieron?
Juan: Trabajando. En 2006 se cumplían veinte años del desembarco de Mc Donald’s en Argentina y ella me contrató para una publicidad porque yo, a principios del 89, había trabajado en el local de Flores. No pasó nada, los dos estábamos casados. Después nos reencontramos en 2011, esta vez para una campaña de Dove.
Lala: Le volví a dar trabajo. [Se ríe].
Juan: Yo ya estaba separado, pero ella no. En 2014 nos empezamos a seguir a través de las redes sociales. Miraba sus fotos y me parecía una linda mujer, pero la veía con su marido, así que, nada. En 2015, empecé a ver sus fotos y ya no estaba acompañada. Dejé pasar un tiempo por si acaso, y a los meses le escribí. Le dije que estaba en un nivel de onda y de elegancia que no me resultaba inadvertido.
Lala: Un señor, muy caballero…Finalmente me invitó a salir y fuimos a comer sushi al jardín japonés.
–¿Los asustó la cantidad de hijos que sumaban entre los dos?
Juan: No. Además, todo fluyó de modo natural, y los dos quisimos que se conocieran en el momento justo. La primera vez que salimos los siete fuimos a comer y a tomar un helado. Tengo grabado ese día, fue muy lindo.
–Vos sos papá de varones, ¿cómo te resultó sumergirte en el mundo femenino?
Juan: ¡Me encantó! La primera vez que pasé a buscar a Lala por su casa, en un barrio cerrado, le mandé un mensaje avisándole que estaba llegando. Como ella no me dijo "no toques el timbre", me bajé y me atendió Ichu, que fue muy dulce.
Lala: Por supuesto, enseguida mi hija me preguntó quién era y yo le expliqué: "Es un señor que trabaja con mamá".
–Siendo siete en la casa, ¿cómo manejan la logística familiar?
Juan: Siempre fue muy natural porque todos nos fuimos acomodando. Cuando nos conocimos yo tenía una dinámica muy distinta, me levantaba muy temprano, cuando ellos dormían yo estaba despierto… Después, cuando decidimos casarnos, ella vendió su casa, yo mi departamento y compramos este. [Piensa]. Es cuestión de ordenarse y tener paciencia.
Lala: Y un nivel de inconciencia… Juntar cinco hijos, en estas edades, es algo difícil de dimensionar. El amor, aunque suene trillado, es fundamental. Y si tus hijos no se llevan bien es muy difícil ensamblar una familia.
Juan: El amor de pareja es lo que sostiene todo.
–Juan, ¿qué te gusta de Lala?
–Todo. Tiene un nivel de iniciativa fuera de lo común. No es sólo que logra lo que se propone, me gusta cómo explora lo que le gusta, cuánto se dedica, su permanente predisposición, el amor con que resuelve los problemas… Y al mismo tiempo labura. La admiro.
–¿Y a vos, Lala, qué te enamora de Juan?
–Juan le devolvió el color a mi vida. Nunca está de mal humor, es práctico, se adapta. Cuando nos conocimos él era metódico, tenía su departamento, sus horarios, alguna noviecita, y de repente le cayó un familión, un perro, dos casas, le cambié la alimentación, los tamaños de todo son XL. Es analítico pero a la vez muy optimista. Ama a mis hijos como si fueran suyos, aporta muchísimo. Yo venía de una educación más tradicional y él me abrió la cabeza y me llevó por el mundo. Esta es una gran segunda mitad de la vida. Una gran oportunidad.
Juan: Cuando empezamos a salir, Valentín tenía 12, Juana 11… Los ves ahí en esas fotos (señala la pared, donde hay muchísimos cuadros con postales familiares) y eran otros chicos. Hoy son adolescentes, con todo lo que eso implica. Todos vamos creciendo y aprendiendo porque hay cosas para las que no estamos preparados.
Lala: Y hay cosas en las que no estamos de acuerdo, nos educaron diferente, tenemos otra religión. Pero aprendemos y respetamos nuestras diferencias.
–¿Qué cosas comparten más allá del familión?
Juan: Vamos a spinning juntos, salimos a caminar… Además, los fines de semana tenemos a los cinco chicos o a ninguno. Ahora salimos menos de noche porque cambié mis horarios de trabajo otra vez, y entre la radio y la tele son jornadas de trece horas (conduce Perspectivas desde Buenos Aires, por CNN en Español, y La mañana en CNN Radio Argentina).
Lala: Igual, cada vez está más mezclado porque los chicos manejan sus agendas. Por otra parte, estamos armando una empresa de contenido que llamamos Osías, en homenaje a un abuelo de Juan. Estamos produciendo podcasts con entrevistas de Juan a las que le doy todo el marco estratégico en comunicaciones. Y yo, además, tengo mi proyecto, The Gelatina, pero lo consulto un montón, así que hablamos todo el día de trabajo.
–¿De qué trata?
Lala: Es un medio de comunicación online sobre salud tratada de una manera más alternativa, más holística, teniendo en cuenta cuerpo, mente y espíritu. Es un medio contemporáneo, regional, donde también hay algo de moda. Queremos hacer un periodismo lento, editarle a la gente la información valiosa. La idea es que sea un servicio e ir creciendo, que se abran distintas unidades.
Juan: Lo empezó a construir desde su propia experiencia. En marzo me dijo lo que quería hacer y viajó a ver a Gwyneth Paltrow, por Goop. Fue explorando y se dio cuenta de que acá no había un medio de comunicación que tocara todo eso.
Lala: Cuando nos casamos, en octubre de 2017, decidí tomarme un año para organizar el "nido", pero finalmente me llevó dos años. Además, después de veintitrés años haciendo comunicación corporativa, más un paso por el Ministerio de Modernización de la Ciudad, quería reinventarme como profesional. Entonces, evalué estudiar Healing, en Estados Unidos, porque creí que debía ser experta en sanación o hacer un master en Contenidos. Hasta que un día me di cuenta de que tenía que reunir todas estas conversaciones ya que mi experiencia es desde la comunicación, y empecé a ver quién hacía esto en Estados Unidos. Así di con Gwyneth Paltrow, que es pionera en el tema, fue de las primeras que contó que tuvo depresión posparto, ataques de pánico, contó que tuvo que cambiar su alimentación por tener stress en todo el cuerpo, una de las primeras que armó toda una plataforma para sanar y ayudar a otros... A partir de ese benchmark hizo talleres de salud y fui a un par.
–¿Cuál fue el puntapié de esta búsqueda?
–Cuando me separé estaba muy cansada todo el tiempo. Ahí lo conocí a Martín Viñuales, que es médico nutricionista, y me enseñó la importancia de la proteína, de hacer las cuatro comidas… Comía muy mal, pura azúcar. Así me fui metiendo en el mundo de la alimentación como forma de sentirme mejor. Cuando lo entendés, no podés ignorar cuidarte.
–¿Y cómo lo trasladás a los chicos?
–Operativamente hay una alacena saludable y otra tradicional. Intento que incorporen algunas cosas. Ven que no tomo lácteos, que Juan y yo consumimos leche de almendras, que hay fideos con y sin gluten, dejamos el café… Siempre hay frutas, aparte de las donuts, que son eventuales. Con Juan vamos al naturista y buscamos que incorporen esta conversación.
Juan: Nos damos los gustos, no somos fundamentalistas, pero vamos eligiendo mejor.
–Última: ¿fantasean con un hijo en común?
Juan: ¡Sí! Todavía hay tiempo, no nos sobran cinco años pero tenemos ganas. En casa nos reímos y les decimos a los chicos que lo van a cuidar ellos.
Lala: Nos encantaría en el corto plazo.
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