Juan Minujín: "Las relaciones encierran siempre algo no dicho"
A diferencia de muchos de sus colegas, a Juan Minujín es difícil "encontrarlo" en sus personajes. Puede hacer de ex policía encubierto en El Marginal; de un joven Bergoglio en Los dos Papas; de abogado egoísta en Cien días para enamorarse; o de gay reprimido en Viudas e hijos del rock and roll, por nombrar sólo algunas de sus interpretaciones más conocidas. Pero él, Juan Minujín, nunca está. ¿O sí? "Es un equilibrio entre meterte en la cabeza de la persona que estás haciendo y no llegar a ponerte una coraza para que no se te vea", explica en la previa de La Verdad, comedia que desde hace meses llena la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza. Y en la que vuelve a dar muestra de su versatilidad al encarnar a un haz de la mentira al que de repente las cosas empiezan a salirle bastante mal.
"No es que sea fanático de la composición. Pero sí me gusta investigar. Entrevistarme con gente que tiene que ver con eso", señala respecto a su manera de abordar la actuación. "Trato de hacer personajes reconocibles, que uno pueda encontrarlos en la calle. Me parece que si uno observa la realidad en detalle lo que al principio parece similar se vuelve distinto. Por eso no me preocupa hacer dos policías seguidos. O dos abogados. Porque en el fondo siempre son diferentes", subraya quien co-protagoniza La Verdad junto a Jorgelina Aruzzi y este año se reincorporará a El Marginal.
–En abril cumplen un año desde el estreno de la obra. ¿En qué explican la permanencia?
–Creo que nos va bien porque hay algo de la temática que hace a la obra naturalmente interesante. Y es el tema de la doble vara. Cómo lo que nos parece terrible cuando nos lo hacen a nosotros, no lo es tanto cuando se lo hacemos a los demás. Porque obras sobre infidelidades y parejas hay muchas. Pero ésta trabaja sobre el cazador cazado. Un mentiroso serial que cuando le mienten se le empieza a caer el mundo.
–En relación a la temática, entonces, ¿te parece que es una época donde la hipocresía circula más o menos respecto a lo que veías cuando eras chico?
–Depende. Creo que hay más espacios para ser más honesto, decir cosas que antes estaban menos aceptadas socialmente y que había que taparlas. Pero ocurre que también hay nuevas mentiras que tapar. Entonces me parece que la mentira, la hipocresía, la verdad, siguen circulando como antes.
–¿Pese a que se flexibilizaron ciertas rigideces sociales?
–Sí porque hay algo que es más profundo. Y es que las relaciones encierran siempre algo de misterio, algo no dicho. La mentira y la verdad siguen circulando detras de un vínculo. Por más que ahora haya "poliamor".
–¿La mentira es inevitable al ser humano?
–Sí porque también es cierto que gran cantidad de las mentiras que circulan son piadosas. Algo que uno dice al otro para evitar un dolor, una pelea, un problema. Después hay mentiras perversas, psicópatas. Pero en general no son así.
–Y en tu caso, ¿cómo te afecta que te mientan y hasta dónde mentís?
–Lo que a la larga me funciona mejor, me tranquiliza, es la verdad. Que haya honestidad. Ahora, también creo que la verdad sin empatía puede ser un arma de doble filo. Puede lastimar. Hay verdades que no son necesarias. Una cosa es ser honesto y otra, decir compulsivamente todo lo que pensás y no tener filtro. Por eso hay un límite delicado entre filtrar algunas cosas y correr el riesgo de que te puedan considerar un falso. Pero es el riesgo que hay que correr.
–¿Tuviste algún momento de honestidad brutal?
–No. Y no me relaciono bien con esa característica de algunas personas. No tengo problema con que me mientan si tiene que ver con evitar un dolor innecesario. No tengo el rollo de sí o sí saber la verdad.
–¿Te pasó de haber descubierto una mentira que de alguna manera te haya producido un cimbronazo en tu vida?
–Sí. En la pubertad. Una mentira del mundo de los adultos que de pronto empecé a hilar cabos y me di cuenta de que no era así.
–¿Qué mentira?
–No, no lo puedo contar. Tuvo que ver con esos relatos de familia hechos para evitar la comprensión de algunas cosas y que de pronto se te revelan evidentes. Tiene que ver con el crecimiento también. Darte cuenta de cosas que desde antes ya estaban ahí. En este caso, algo que me hizo repensar varias cosas.
–Sos sobrino de Marta Minujín. ¿Cómo fue como tía?
–La empecé a ver cuando volví con mi familia de México, a los 8 años. En ese momento iba mucho a la tele así que estaba muy presente en los medios. Me acuerdo de ir a la Menesunda y hacer todo el recorrido. Siempre fue una fuente de inspiración para mí. Pasamos algunas navidades juntos y tenemos mucha relación. Básicamente por Whatsapp. Cada tanto nos vemos o voy a su taller. Nos escribimos cuando sale algo mío o alguna inauguración suya. En estos años no hubo consejos pero sí el ejemplo de alguien que hizo su camino más allá de los que los otros opinaban de su trabajo.
–Tus dos hijas, Amanda y Carmela, todavía en edad escolar, vienen de lucirse en Las buenas intenciones, una película indie que fue revelación el año pasado y aún se mantiene en cartel. ¿Cómo lo viviste?
–Fue una experiencia extraordinaria y hermosa desde lo afectivo y lo artístico. Sucedió porque estaban estudiando teatro y les surgió la oportunidad de hacer el casting. Con Laura, mi mujer, dijimos: "Bueno, vamos viendo cómo sale". Y cuidamos que el proceso sea bueno para ellas. El resultado superó todo lo imaginado. Haber podido ir a San Sebastián a presentar la película. Participar del festival de Mar del Plata. Son cosas que no ocurren muy seguido y que me hacen sentir muy agradecido.
–Te habrá pasado también que te destacaran mucho el trabajo de Amanda y Carmela.
–Sí, como todos, me sorprendí mucho con la capacidad expresiva de ambas y de la compresión sutil del mundo adulto. Evidentemente hay un talento y una sensibilidad que funciona muy bien ahí. Después, qué pasará en el futuro, quién sabe. Pero esta película ya forma parte de sus vidas y quedó en el corazón de la familia para siempre.
–En la reciente Los dos Papas compartiste grabación con Anthony Hopkins y Jonathan Pryce. ¿Cómo resultó?
–A Hopkins lo conocí en Los Angeles cuando hicimos la gira de promoción. Todo muy bien. Y con Jonathan nos hicimos amigos con las diferencias que puede haber de edad, nacionalidad, cultura. Colaboramos mucho juntos, nos vimos en Londres, nos vimos acá. Hicimos gira por un montón de ciudades. Comimos varias veces con su mujer y mi esposa. Le pedí consejos por Whatsapp. Es una persona que la siento muy cercana y afín. Y que ya tengo en mi radar emotivo.
–Por último, se viene El Marginal 4 y tu vuelta a la serie.
–Sí. Estamos en etapa de escritura, teniendo reuniones que tienen que ver con lo creativo, de ir viendo hacia dónde va la historia. La relación con Underground por suerte es de mucho ida y vuelta y lo fomenta.
–La gran pregunta es qué pasará entre Diosito y Miguel, tu personaje.
–Sí (sonríe). La temporada 3 termina con ese encuentro. Y lo que pasa inmediatamente después no te lo puedo contar...
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