Jorge Suárez
Actor, ganador del Premio Municipal a los 38 años, desde abril participa del nuevo unitario de Pol-ka Durmiendo con mi jefe, y protagoniza en el teatro Patio de Actores la obra Novecento, con textos de Alessandro Baricco
1 – De mis viejos aprendí lo que nos falta a todos los argentinos: honestidad, trabajo y tesón. Ir detrás de los deseos. A ellos les debo gran parte de mi profesión, porque hasta los 30 años yo no vi un mango de mi carrera. Les debo la comida, la cama. Todo.
2 – Soy familio dependiente. Amo a mi mujer, y la paternidad me despierta un ataque de responsabilidad insoportable, pero por otro lado me da la sensación de que todo lo que hago tiene un sentido más interesante, más genial.
3 – Sé que la actuación puede ser un acto de soberbia. Sin embargo, para mí es una responsabilidad social. Lo entendí cuando me dieron el Premio Municipal, por Mein Kampf, que consiste en un subsidio de por vida. Sentí que los porteños me estaban dando eso porque lo que yo había hecho en veinte años de teatro no había caído en saco roto, y sentí que socialmente era una responsabilidad recibir ese premio.
4 – Me da mucho miedo un fantasma que me persigue: la fragilidad de las cosas. Siento que todo es muy frágil, que todo se puede romper. La fragilidad de los vínculos me mata porque tiene mucho más que ver con la muerte. Tiene que ver con lo finito que somos.
5 – Soy un tipo totalmente positivo. Creo en ir adelante siguiendo un deseo. Yo peco de tener varios a la vez.
6 – Sé que todos los amores de uno se mueren o se muere uno primero. Cuando murió mi vieja, me di cuenta de que mi viejo se había quedado solo. Pero no solo de compañía, sino solo de su amor, y eso es tremendo.
7 – Las penas de amor son como un tango, las sufro mucho y mal. Yo tuve varias y cuando creí que no me iba a volver a enamorar, porque me parecía que había sufrido lo indecible y no tenía mucho sentido seguir probando, apareció el gran amor de mi vida, hace diez años, y bajé la guardia.
8 – Sé que no quiero ser materialista. No quiero que mi vida pase por darle importancia a objetos materiales, pero me siento atrapado por una corriente que va para el otro lado.
9 – Sé que soy hipocondríaco y somatizo todo. A mi mujer le divierte mucho. Estoy perfectamente bien hasta que tengo que enfrentar una situación, ahí empiezo con náuseas, presión alta, dolor de cabeza, dolores en el pecho. Es una miseria. Mi señora dice que tiene la sensación de estar casada con Woody Allen, pero no por el talento, sino por lo hipocondríaco.
10 – Una sola vez tuve el sentimiento de la envidia, y me sentí tan avergonzado, tan asqueroso... Fue en una de mis primeras entregas de premios: el premio se lo dieron a otro. Ahí sentí una envidia que no era sana. Era envidia mal, sentimiento espantoso, el que dice la Biblia que no hay que tener.