Este peculiar pescador busca peces bien feos y los presenta en su programa de televisión Monstruos de río. Las aventuras de un Hemingway moderno.
Nadó en el lago Ness, pescó en un estanque de Chernobyl, se contagió de malaria en el Congo, sobrevivió a un accidente aéreo en el Amazonas, fue detenido e interrogado como sospechoso de espionaje a orillas del río Mekong en Tailandia. Y, aun así, lo que más miedo le causó a Jeremy Wade fue trabajar como maestro sustituto en un colegio secundario londinense. "No me hagas hablar de la educación en Inglaterra -recuerda el pescador extremo más conocido y atrevido del mundo-. Me sentí mental y físicamente amenazado".
Si Ernest Hemingway no se hubiera pegado un tiro en la cabeza con una escopeta hace 42 años, seguramente hace rato habría escrito sobre este biólogo inglés de 57 años, de pelo color ceniza y piel curtida por el sol, el viento y las aventuras. Al colarlo en sus historias de leyendas humanas de la pesca, hubiera convertido a la estrella del canal Animal Planet (que ahora desembarca en Discovery Channel con su programa Monstruos de río los jueves a las 23) en algo más grande de lo que ya es: una estrella, un héroe de acción, la versión británica de Cocodrilo Dundee.
A Jeremy Wade solo le bastan una caña de pescar y mucha paciencia para internarse en los ríos más recónditos del planeta y rastrear allí peces tan descomunales y feos como extraños, monstruos modernos, alimento de leyendas como aquella que cautivó a Homero cuando en un capítulo de Los Simpson abandonó a Marge para perseguir al General Sherman, un mítico pez gato de 200 kg.
Es sábado, son las dos de la tarde y la comodidad aséptica del Hotel Palacio Duhau en Buenos Aires lo inquieta. No es el ambiente de este cazador de monstruos. Lo suyo es meterse hasta la cintura en ríos lodosos de Colombia, Rusia o Mongolia, dormir en carpas acobijado por los zumbidos de los mosquitos en el Amazonas, vaciar su vejiga e intestinos al aire libre.
Como detectives, él y su equipo buscan pistas. "Hablamos con los pescadores locales de una región para encontrar buenas historias. No es fácil. Los pescadores tienen la reputación de inventar y exagerar sus relatos. Y luego buscamos llegar al fondo de esos mitos, contrastarlos científicamente. Averiguar qué es realidad y qué es fantasía, y así hallar animales que mucha gente no sabía que existían", señala. "Parte de la fascinación por la pesca reside en nuestra necesidad de misterio, de enfrentarnos a un mundo invisible".
La palabra "monstruo" es clave en el trabajo de Wade. Los monstruos atraen la atención de la gente. Siempre lo han hecho. "Para mí los monstruos son seres grandes y potencialmente peligrosos para las personas. Desde que nacemos, nuestros cerebros están configurados para sentir fascinación por los depredadores". Un monstruo es, sobre todo, algo a lo que se le teme. "El miedo es el gran tema del programa –dice este pescador-. Hay dos reacciones naturales frente a esta sensación: querer destruir aquello que nos asusta o esconderse. Pero hay otra posibilidad: domar el miedo con el entendimiento".
En el río Congo en África, por ejemplo, Wade halló el pez tigre Goliat, una especie de piraña gigante, grande como un tiburón blanco y con dientes afilados como navajas. Y, en sus dos visitas a la Argentina, logró capturar en el río Paraná una raya de más de 125 kg que habría matado a dos chicos y varios caballos, así como pescó un patí, un manduví y unos cuantos dorados en las playas de Concordia.
Lo que más le atrae a Wade de los peces no es su fuerza. Es el hecho de saber de primera mano que estos animales tienen personalidad. Algunos pueden ser muy inteligentes, como el arapaima, el pez de agua dulce más grande del mundo, la Moby Dick de este aventurero que logró atraparla luego de seis años. "Curiosamente, este animal tiene un cerebro pequeño, pero es lo suficientemente vivo para saltar las redes. Pescar es como una partida de ajedrez o como boxear, una batalla física y mental contra un contrincante. Hay tácticas y estrategias. En mi caso, busco ponerme en la cabeza del pez. Entender sus debilidades ".
Además de fascinar por su tamaño y su rareza, estos monstruos de río revelan la verdadera cara de la naturaleza: no la imagen bucólica tipo Bambi que Disney nos inculcó desde sus películas. La naturaleza es un mundo violento.
"Si no comés te comen", dice Wade, cuyo mayor enemigo es aquella fuerza acelerada por el ser humano: la extinción. "Nuestro programa da la falsa impresión de que en todos los ríos del mundo se pueden encontrar estos monstruos. Pero no es así. En la mayoría de los lugares a los que vamos no encontramos nada. Debemos estar felices de la presencia de estos depredadores en los ríos. Es indicio de su salud y biodiversidad de la cadena alimentaria".
Menos glamorosos para la televisión que los grandes mares, los ríos sufren tanto de los embates del cambio climático como de la sobrepesca. "Es importante en nuestro programa mostrar que devolvemos al río los peces que pescamos", explica.
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