Jardín del Veneno: el arriesgado paseo donde todas las plantas son peligrosas
Está ubicado en los parques de un majestuoso castillo y las especies que se encuentran allí son tóxicas
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“Todas las plantas de este lugar tienen la capacidad de matarte. Así que es mejor no tocarlas, no olerlas, no comerlas, ni pararse demasiado cerca de ellas”. Así advierte a los visitantes uno de los guías especializados que acompañan a los turistas en su paso por el peligroso “Jardín del Veneno”, un predio ubicado en la finca del majestuoso castillo de Alnwick, en el noreste de Inglaterra.
Como su nombre lo indica, este bello jardín, al que solo se puede acceder con un guía experimentado, posee en su interior un centenar de plantas que son venenosas. Muchas de ellas, incluso mortales. Así lo advierte el cartel que está pegado a las negras puertas de hierro que evitan el paso al lugar. “Estas plantas pueden matarte”, reza el letrero acompañado por una calavera con dos tibias cruzadas detrás, el universal signo de ‘veneno’.
La singular idea de crear un jardín con puras plantas que pueden dañar a quien las contacte nació de Jane Percy, quien es la duquesa del condado de Northumberland, en el noreste de Inglaterra, y que es también la propietaria del castillo de Alnwick, un imponente edificio medieval que funcionó, entre otras cosas, como escenario para películas legendarias como Harry Potter o la de Robin Hood protagonizada por Kevin Costner.
Nace el Jardín del Veneno
Cuando la duquesa se hizo cargo del castillo, en 1995, tuvo la intención de reacondicionar sus enormes jardines, que se encontraban en un estado de abandono. Entonces contrató al prestigioso paisajista Jacques Wirtz -quien había trabajado en el Jardín de las Tullerías-, para rediseñar las casi 6 hectáreas de parque que rodeaban el edificio.
Hoy en día, estos jardines son una de las atracciones turísticas más preciadas del norte de Inglaterra. Antes de la pandemia eran visitados por unas 600.000 personas al año.
Pero a la belleza del lugar, con tantos verdes, plantas, fuentes y flores, le faltaba algo más. Percy quería poner dentro de su predio algo que sea realmente único y diferente. De acuerdo con lo que consigna The Smithsonian Magazine, la duquesa de Northumberland concibió la idea de crear su plantación venenosa luego de visitar el jardín de los Medici, en Florencia, Italia, donde también se cultivaban especies tóxicas.
Paradójicamente, la duquesa creyó que su creación podría ser interesante para los más pequeños. “Pensé: ‘Esta es una forma de interesar a los niños’. A ellos no les importa que la aspirina provenga de la corteza de un árbol. Lo realmente interesante es saber cómo te mata una planta, cómo muere el paciente y cómo te sientes antes de morir”, explicaba Percy al citado medio estadounidense.
Y así fue que comenzó a encargarse de recolectar plantas venenosas de todo el mundo. La importancia de las especies que juntaba tenía que radicar, no solo en su toxicidad, sino también en que pudieran contar una buena historia. Por eso también su Jardín del Veneno se ha convertido en un lugar atractivo, no solo para los amantes de la botánica, sino también para los que gustan de buenos relatos.
Las plantas
Dean Smith, uno de los guías especializados del Jardín del Veneno, contó, para la señal alemana DW, que las especies que están plantadas en ese lugar, “pueden provocarte irritación en la piel, malestar estomacal y algunas, realmente, matarte”.
No es necesario tocar o comer las plantas del lugar para ser afectado por ellas. Algunas producen su efecto tan solo con olerlas. Es por ello que, para regar y cuidar de estas especies, los jardineros de Alnwick deben utilizar equipos de protección que les cubren por completo el cuerpo. De hecho, en los últimos años, varios visitantes han sufrido desmayos tan solo por acercarse a oler determinadas ejemplares.
Y, además, se ruega siempre encarecidamente a los turistas que atraviesan las puertas con las calaveras que no dejen por nada del mundo a los niños solos por el lugar.
Algunas de las plantas de este riesgoso jardín dan verdaderamente miedo. Una de ellas, el acónito, que se conoce como matalobos puede matar a la persona con solamente rozarla. “Primero sentirás un hormiguero en la boca y la lengua, y después ya será demasiado tarde”, relató el guía Smith.
El laburno, o lluvia de oro, es, según Smith, el segundo árbol más venenoso de Gran Bretaña. “Con solo comer tres o cuatro pequeñas vainas que cuelgan de sus ramas, es suficiente para terminar con la vida de un niño”, aseguró Smith.
Pero también el Jardín del Veneno tiene una misión educativa. La duquesa cultiva allí una variedad de drogas, desde cannabis hasta cocaína (derivada de las hojas de la planta de coca), que ella y los guías del jardín utilizan como punto de partida para la educación sobre las drogas. “Es una forma de educar a los niños sin que se den cuenta de que están siendo educados”, señaló la mujer.
Volviendo a las especies asesinas, una de las plantas favoritas de la duquesa es la Brugmansia, o “trompeta de ángel”, un miembro de la familia de las solanáceas (que incluye la solanácea mortal) que crece en estado salvaje en América del Sur.
“Es un afrodisíaco asombroso antes de que te mate”, contó la duquesa al citado medio estadounidense. Explicó también que las mujeres victorianas a menudo guardaban una flor de la planta en sus mesas de juego y agregaban pequeñas cantidades de su polen a su té para incitar un viaje similar al LSD.
“La ‘trompeta de ángel’ es una forma asombrosa de morir porque es bastante indolora”, agregó Percy. “En definitiva, la mayoría de las plantas que matan son bastante interesantes”, concluyó la duquesa.
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