Jane Goodall: la voz de la conciencia
En los 60, descubrió que los monos son muy parecidos a nosotros: emplean herramientas, se abrazan y besan, y tienen conflictos que pueden derivar en sangrientas guerras. Ferviente ambientalista, a los 77 años recorre el mundo para hablarles a los jóvenes. "Sólo ellos pueden salvar al planeta"
Hace 50 años, allá por la década del 60, una joven inglesa, rubia, alta y delgada, emigró desde su Londres natal al continente más misterioso del momento: Africa. Llegó en barco, porque era la forma más barata de viajar y, a los pocos meses de estar allí, se encontró con Louis Leakey, un reconocido paleontólogo, famoso por sus "cacerías" de fósiles. Leakey, en aquel entonces, estaba en la búsqueda de noveles investigadoras británicas que fueran a relevar tres grupos diferentes de primates: gorilas, chimpancés y orangutanes, para recopilar información mediante la observación. El objetivo de este estudio era encontrar datos que sirvieran de evidencia para probar que el hombre y el mono comparten su ascendencia. Y Jane, a quien le habían encargado el avistaje de chimpancés en Gombe, Tanzania, los encontró: "Sólo teníamos presupuesto para seis meses. Pasados cinco, aún no había observado nada que fuera de uso para mi jefe. Al borde de la desesperación, porque nos iban a cancelar el proyecto e iba a defraudar a mi mentor, una mañana vi cómo un chimpancé pelaba una ramita, sacaba las hojas una por una y, con el palito ya pelado, lo introducía dentro de un nido de termitas. Como si fuera una cuchara, sacaba a las termitas y se las llevaba a la boca. ¡Estaba usando una herramienta! Enseguida telegrafié a mi jefe y así probamos que el hombre no era la única especie que utilizaba herramientas", contó Goodall a LNR. Y así fue como se convirtió en la responsable de lo que resultó ser "uno de los mayores descubrimientos de la ciencia moderna". Pero no fue solamente el uso de las herramientas en los primates lo que descubrió: también entendió que nuestros parientes más cercanos se abrazaban, se besaban, se enojaban y reconciliaban entre ellos. Pudo deducir que atraviesan también etapas de crecimiento, como la adolescencia, y que pueden desarrollar vínculos emocionales duraderos, como el de madre e hijo. A la vez, encontró que tienen conflictos políticos dentro de su jerarquía en el clan que pueden llevar a guerras tan sangrientas como las humanas.
Pero aquellos años de aislamiento en la reserva, aquel tiempo que siente como la mejor época de su vida, terminaron cuando en un vuelo en avioneta sobre Gombe, a principios de la década del 90, observó alarmada que el territorio selvático estaba desapareciendo por los desmontes para la agricultura. Jane decidió que debía salir al mundo para contar lo que estaba pasando y así defender a los animales y su ecosistema.
La vida en una valija
Jane tiene ahora 77 años y, aunque su casa y su familia siguen estando en aquel parque en el noroeste de Tanzania, su vida se encuentra hoy en una valija. Pasa 300 días del año dando conferencias medioambientales, de un país a otro; trabajando con los jóvenes, ya que está convencida de que ellos son y serán quienes podrán cambiar el futuro desastroso que le espera a la Tierra. Y con este mensaje llegó a Buenos Aires en noviembre último.Por segunda vez en la Argentina, lo hizo con la esperanza de que aquí nos convirtamos en uno de los referentes de responsabilidad ecológica de América del Sur.
Antes de aceptar su título de doctora honoris causa de la Universidad Maimónides, Goodall recibió a LNR, acompañada por su chimpancé de peluche. Su pelo es canoso, lo lleva atado en una cola baja, y habla en tono sereno e íntimo.
–¿Cuál es el problema base de nuestra sociedad que ha producido este desastre ecológico?
–Creo que el problema base es el dinero. Casi siempre. Hay muchísima gente en la pobreza y resulta muy difícil mantener un equilibrio. El balance suele ser negativo y son los niños del futuro quienes saldrán perjudicados; ellos tendrán que pagar. En la medida en que las poblaciones crezcan sin control, las prácticas agrícolas irresponsables se reproducirán: el uso de fertilizantes químicos, los desmontes agropecuarios, la agricultura intensiva, el gas metano elevándose hasta la atmósfera, más la quema de combustibles fósiles. Si combinamos todo, los ecosistemas colapsarán uno tras otro en cada lugar del planeta. Es inevitable y es incuestionable. La lluvia ácida contamina los humedales, se filtra en la tierra y corre por los arroyos hasta los lagos. Estamos envenenando y sofocando el planeta.
–¿Por qué les habla solamente a los jóvenes?
–Esto me lo han preguntado varias veces. Mirá, yo permanezco en la ruta 300 días al año hablándoles porque ellos serán los que tengan que hacerse cargo del desastre que dejamos y no es su culpa. Hay que estimularlos para que intenten cambiar las cosas. Son ellos quienes pueden influir en sus padres, sus abuelos, sus maestros. Continuamos multiplicándonos indiscriminadamente y todo el escenario es muy desalentador.
–Esta estrategia que usted intenta...
–No es tanto una estrategia. La verdad es que no veo otra forma.
–¿Y hablar con la gente que está en el poder?
–He intentado con políticos y lo que experimenté a lo largo de los años, en todos los lugares del mundo, es que son gente muy ética cuando entran en la escena. Pero una vez que están ahí y acceden a una posición de poder, su futuro depende de ser reelegido. Así que, aun cuando quieren mantener la decisión de estar a favor del proteccionismo del planeta y el medio ambiente, a menos que tengan el 50% de los votos del pueblo, no lo van a hacer porque de otra manera están acabados. También estuve en las conferencias mundiales de Copenhague y Cancún, y fueron terribles. Un lugar muy poco agradable en el que estar.
–¿Y con los ejecutivos de las empresas responsables de este desastre?
–Hay cada vez más que entienden y saben que ya no pueden sólo tomar, tomar y tomar. Y los responsables, los que devuelven a las comunidades donde trabajan, tratan de hacer las cosas bien, por ejemplo, utilizando fertilizantes orgánicos. Pero esto encarece el producto final, con lo cual menos gente lo compra, lo que genera que no puedan continuar. Por esto volvemos siempre sobre lo mismo: tenemos que dirigirnos al público en general. Eso quiere decir que la persona común y corriente tiene que entender, estar al tanto e involucrarse en los problemas ambientales y el cuidado del planeta. Sé que va a costar un poco más comprar un producto manufacturado de manera ética, pero ¿no estás preparado para pagarlo por el futuro de tus hijos? Y si pagas un poco más, quizá también valores más ese producto y, así, tal vez, desperdicies menos de él, reduciendo a la vez la cantidad de basura. Porque tiramos, tiramos y tiramos.
–Hace pocos años, un directivo de Greenpeace sostenía que los cambios de actitud personal no harían la diferencia sobre el planeta, que sólo el cambio de las grandes industrias podría salvarnos…
–Bueno, eso es una estupidez. Claro que cada pequeño gesto por su cuenta no va a hacer una gran diferencia, pero son esos cambios chiquitos los que crearán una sociedad que elegirá a los políticos correctos, a quienes apoyarán cuando tomen las decisiones correctas.
–El año pasado, estuve en Río Turbio para hacer una nota sobre una megausina eléctrica (la más grande de América latina) a base de quema de carbón, que aún estaba en construcción. Me explicaban que este tipo de energía no es contaminante.
–¡Y en la Patagonia, donde tienen los mejores vientos y sol! Sé que hay muchos problemas de energía, pero esto está dañando su ecosistema, los glaciares con la megaminería... tienen muchísimos recursos para implementar energías limpias.
–¿Cómo podemos evitar estas cosas, para evolucionar?
–No lo sé. Tenemos los mismos problemas en el Reino Unido. Están construyendo usinas eléctricas a base de quema de carbón fósil; también en China. Y lo mismo pasa con la energía nuclear. Muchas personas están en contra, muchas a favor.
–¿Y usted qué piensa sobre la energía nuclear?
–Me preocupa el tema, me asustan mucho los desperdicios, me atemoriza pensar en nuevos Chernobyl y Fukushima. Seguramente haya nuevos terremotos o nuevas contingencias naturales que comprometan a las usinas nucleares.
–¿Estamos en un círculo vicioso?
–Estamos en un lío y no tengo todas las respuestas. Pero sé que hay soluciones; sólo hay que aplicarlas. Como el combustible a base de algas. Es algo que no contamina, ni en su uso ni en su producción, pero por alguna razón, no se ha popularizado. Seguramente por el dinero.
–¿De dónde viene ahora?
–De México. Y antes de Canadá y Estados Unidos.
–¿Cómo es la situación en aquellos países?
–¡Terrible!
–¿Cómo encontró a la gente? ¿Más consciente, con mayor interés?
–En México están un poco más interesados. En Estados Unidos también, pero ahora tenemos cada vez más a los republicanos en el Congreso y, realmente, si hay algo que a los republicanos no les interesa es el medio ambiente.
Fifi, una mona sabia
Con sus estudios de observación de chimpancés, Jane no aprendió solamante a amar a los animales, sino también a los humanos. Mejoró sus relaciones interpersonales y la marcó como madre. "Fue Fifi, una de las chimpancés a las que primero conocí, la que me enseñó a ser madre. Ella no largaba nunca a su bebe y lo que más le preocupaba era que se sintiera seguro. A la vez, me enseñó que las primeras experiencias de los niños son de suma importancia y cómo dirigirme a un pequeño infante", cuenta con una sonrisa amplia. Se nota que le gusta recordar los años que pasó en compañía de estos primates.
–¿Extraña su vida anterior, cuando se dedicaba a observar monos?
– Sí, todos los días. Fue la vida que soñé de niña. Los chimpancés todavía están cuando vuelvo a la selva.
–¿La reconocen aún?
–Los más grandes, sí. Los chicos no han tenido mucha oportunidad de conocerme, ya que estoy nada más que dos veces al año, por 3 días. Pero ya no le tienen miedo a nadie.
–En uno de los documentales que se han hecho sobre sus estudios hablaban sobre dos hermanos chimpancés, Freud y Frodo. Mientras que Freud era muy reflexivo y tranquilo, Frodo era un chimpancé agresivo. Básicamente, un matón.
–La tendencia a abusar de alguien más débil está presente tanto en los chimpancés como en las personas. Es una herencia muy primitiva y debemos cambiarla. Tenemos que hacer que sea socialmente condenada. Hay una conciencia cada vez mayor sobre este tema, ya que los números de los suicidios adolescentes por esto es alarmante.
–¿Cómo afectó esto a la comunidad de chimpancés?
–Frodo fue un matón desde chico y, cuando se acercaba a un grupo de chimpancés jóvenes que estaba jugando, éstos interrumpían la actividad porque sabían que en el momento en que Frodo se uniera al juego, iba a lastimar a alguno porque, sencillamente, era un bravucón.
–¿Qué aprendió de ellos? ¿Qué pudo aplicar a su vida?
–Cómo ser una buena madre y, también, cómo resolver un conflicto: luego de que los chimpancés tienen una pelea, la víctima alza y abre sus brazos en busca de tranquilidad: quiere ser abrazado o palmeado, asegurarse de que el vínculo aún está a pesar del enfrentamiento. Así es como se restaura la armonía social y personal.
En internet
http://www.janegoodall.org
http://www.rootsandshoots.com.ar/
UNA LIDER CON FIELES EN LA ARGENTINA
Primatóloga pionera, incansable ambientalista y reconocida conservacionista, la doctora Valerie Jane Morris Goodall es líder de un movimiento que tiene fieles en la Argentina. Tras su primera e inspiradora visita a nuestro país en 2009, se fundó el programa educativo global Roots & Shoots (Raíces y Brotes): hoy existen 15 grupos activos trabajando en Buenos Aires, Córdoba y en Baradero. Son muy diversos y abordan diferentes ejes temáticos referidos a los animales, el ambiente y la comunidad. Trabajan en reciclado de plásticos, forestación con especies nativas, esterilización de animales comunitarios, educación sexual, reconocimiento y cuidado de aves, cuidado y optimización de condiciones de mantenimiento en cautiverio de animales. Por otra parte, en el marco del Programa ChimpanZoo, R&S Argentina realiza el registro nacional de chimpancés en cautiverio y busca mejorar las condiciones de mantenimiento y bienestar de estos animales.