Son días de festejo para Jairo (71, nacido en Cruz del Eje, Córdoba). Y no solamente porque está cumpliendo cincuenta años desde que lanzó su primer disco, sino porque está acompañado por dos de sus cuatro hijos: Iván (47) –vive en París, donde se luce como actor– y por Yaco (44), ya que se reunieron en su hogar familiar de Vicente López para celebrar las fiestas y aprovecharon el encuentro para tener una charla a corazón abierto con ¡HOLA!
–¿Pueden describir a Jairo papá, su faceta menos conocida…?
Yaco: Durante nuestra infancia fue un padre muy viajero, por lo que los reencuentros siempre resultaron y todavía resultan momentos mágicos para nosotros. Luego, fuimos creciendo, y por mi parte comencé a trabajar con él, lo que me hizo que me cueste disociar el padre del artista. Ya llevamos unos veinte años trabajando juntos y nos entendemos muy bien. Es verdad que al ser familia, el horario de trabajo nunca se corta, se trabaja todo el tiempo, pero ya conocemos nuestros límites y creo que hemos logrado cosas increíbles.
Iván: Yo creo que desde que Yaco trabaja con mi padre empezó a transitar un gran momento de su carrera. Todos los hermanos creemos lo mismo: vemos un Jairo más auténtico. Nadie lo conoce tanto como sus hijos. Para mí, mi padre es una mezcla de mito, leyenda y realidad. Por un lado está el mito y la leyenda de su infancia en Cruz del Eje, Córdoba, y su carrera, y por el otro, está su cotidianidad, que lo presenta como una persona mucho más frágil de lo que se muestra, con una cabeza muy abierta. Tiene una dualidad entre el padre y la figura pública que lo lleva muy bien, con mucho cariño. Es un gran jefe de clan, como un cacique. Logra que sus nietos de todas partes quieran venir a verlo.
–¿Te sentís identificado, Jairo, con lo que dicen?
–Sí. Yo me siento muy bien con cómo soy. Con Yaco la relación cambió para mejor cuando comenzamos a trabajar juntos. Compartimos muchos viajes y momentos, como el estar arriba del escenario, que es un contacto muy especial. Y lo que dice Iván, que los nietos elijan venir a verme, sinceramente me hace muy bien.
–¿El arte es una herencia familiar en su caso?
Jairo: Totalmente. Siempre presté atención a lo que les gustaba y los dejé que hagan su propio camino. Lo único que logré bajo presión fue que se hicieran fanáticos de Star Wars. ¡Vimos muchísimas veces la película en familia! [Se ríe].
Iván: ¡Nos llevó once veces a verla al cine! Por suerte, nuestros padres nos dejaron el campo abierto a que hiciéramos lo que nos gustara y nos enseñaron a tener muchos trabajos. A diferencia de otras familias, yo creo que si decía que iba a ser banquero, me renegaban. Cuando se dieron cuenta de que a mí me gustaba el cine, me dejaban que me quedara hasta altas horas de la madrugada mirando películas y series.
–¿Qué recuerdos tienen de este hogar?
Jairo: Nos mudamos a esta casa cuando volvimos de Francia en 1995. Nos gustó apenas la vimos. Tenía espacio para nuestros muebles que los traíamos desde Europa. Por ejemplo, la biblioteca es inglesa, la compramos en una casa de antigüedades. Desde que nos instalamos acá sentimos eso del calor de hogar, de aferrarnos a una casa. Antes, nos habíamos mudado incontables veces.
Yaco: Ni Iván ni yo vivimos nuestra infancia aquí, pero siempre fue el centro y el lugar de encuentro. Cada vez que nos juntamos lo hacemos acá. Recuerdo Navidades, cumpleaños…
Jairo: La única vez que estuvimos la familia al completo fue para mis 70 años.
Iván: Fue una fiesta hermosa, y principalmente, porque mamá pudo bajar de su habitación.
–La carrera del artista se asocia a la soledad. Teresa, su madre, habrá ocupado un rol muy importante.
Jairo: Muy importante, no, ¡fundamental! Ellos crecieron y se formaron gracias a ella que los orientaba y se ocupaba de absolutamente todo. Se nota muchísimo, no serían así si no se hubieran criado con ella. Estoy muy agradecido.
–Hace nueve años que Teresa sufre de Epoc y también superó dos cánceres, ¿cómo lo transitan?
Jairo: Es algo a lo que nunca te terminas de habituar. Es una situación muy compleja, con algunos momentos críticos. Pero por suerte, ahora estamos viviendo un momento bueno, está estable, con internación domiciliaria. En Nochebuena bajó de su habitación y pudo compartir un momento con nosotros. Tuvimos otras temporadas que pasábamos los días en el hospital. Tuvimos mucho miedo durante la pandemia, no sólo por mi edad, sino también porque estábamos preocupados para que ella no se enferme. En un momento, la tuvieron que internar y estuvimos dos meses sin vernos. Fue muy duro. Sólo Yaco pudo entrar pocas veces a verla, porque estaba en terapia intensiva. Fue un año muy duro desde muchos aspectos.
–¿Qué cosas recargan tu energía?
–Mi trabajo, me hace muy bien. Lo sigo haciendo con mucho entusiasmo. Pero mi mujer es mi motivación, tiene una fuerza tremenda, admirable.
Iván: Mamá es un ejemplo muy grande para nosotros. Y para los hermanos es muy importante tener a Yaco, porque es quien nos informa de todo, y tiene una espalda muy fuerte para aguantar situaciones duras. Mario, Lucía y yo, al estar lejos, nos mantenemos en constante comunicación por WhatsApp.
Yaco: El día a día es duro. Al ser el único hijo que vive en el país, soy un apoyo constante, pero a veces se hace complicado. A pesar de que esté agotado, o triste, hay que estar, no hay otra opción y hay que dejar los temas personales de lado, para poder estar siempre ahí. Se hace difícil, pero mamá nos da un ejemplo impresionante frente a su enfermedad. Tiene un discurso increíblemente vital, no baja los brazos, está lúcida.
Iván: La unión familiar es importantísima. Por suerte, la tecnología nos permite estar en comunicación de manera permanente.
Jairo: Para nosotros fue muy fuerte no poder seguir viajando. A ella le encantaba. El último viaje fue al casamiento de nuestra hija, Lucía, en 2014. Además tiene primas en España y las añora mucho. Es una pena que no pueda desplazarse. Yo nunca quise ver de manera negativa su estado de salud: las cosas se dieron así y lo aceptamos y transitamos de la mejor manera posible. Estamos todo el día juntos, miramos películas, compartimos lo que se pueda. Tiene una lucidez y una memoria fantásticas.
Iván: Sabemos por qué le pasó... Fumaba tres atados por día. Le habían dicho que no había nada para hacer, hasta que nos contactamos con la Fundación Favaloro.
Yaco: Tenemos la suerte de contar con la ayuda de la Fundación Favaloro. Es esencial para ella. La conocen todos y la ayudan mucho.
Jairo: Nosotros conocimos a René Favaloro y fue él mismo el que intentó en reiteradas veces que dejara de fumar, pero no lo consiguió. Lo conocimos el día que cumplió 60 años.
50 AÑOS DE ÉXITOS
–En 2020 cumpliste 50 años de tu primer disco, Emociones, ¿qué es lo más lindo que viviste durante tu carrera?
–Ese disco me abrió la puerta de miles de oportunidades, tuvo éxito en muchos países y logré irme a vivir a Francia. Fueron muchos años de exigencia muy grande. Pero creo que lo mejor que tiene mi carrera es la continuidad que logré. Llegué a los 50 años trabajando mucho, y hasta a mí me sorprende la vigencia de muchas cosas.
–¿Y lo más duro?
–No tuve momentos feos. Jamás pensé en abandonar. Cuando tuve algún contratiempo, siempre encontré una vía de solución. Hay muchas cosas que hoy escucho y que no me gustan, pero en su momento hacía lo que creía que era correcto. En general, hago un balance muy positivo, me permitió viajar mucho y, sobre todo, conocer a las personas que para mí eran íconos y tener situaciones a la altura de lo que me imaginaba. Como verlo a Borges, a Cortázar, trabajar con Piazzola, María Elena Walsh, fue fantástico.
–¿Te imaginás una vida sin música?
–No… Creo que si no me hubiera ido a España, igual la oportunidad hubiera surgido por otro lado. Estaba predestinado a la música. A pesar de que en mi familia no había antecedentes, pero veían que yo estaba muy decidido y hoy agradezco la confianza que tuvieron en mí y que me hayan permitido hacer mi carrera.
–¿Cómo viviste la cuarentena?
–Se me hizo muy duro. A pesar de que soy muy huraño y me gusta estar encerrado en casa, tuve mucha incertidumbre con respecto a mi trabajo. Tuve la suerte de empezar el disco, Jairo: 50 años de música, antes de la pandemia, y terminar al menos doce canciones, para poder lanzar el primer volumen. El próximo será para más adelante.
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