Ismael Cala. “Ya no necesito el reconocimiento del otro”
El América Business Forum es el mayor foro global de líderes de América Latina, así que es normal dar con ramilletes de personajes interesantes e inspiradores. Este año, en plena tarde esteña y ante cientos de espectadores, la figura fue Ismael Cala, que participó de la conferencia de prensa que anticipó el evento que se realizará el 7 de febrero. El periodista y presentador cubano-americano que durante años fue símbolo de CNN en Español, el que tantas veces se sentó en el living de Susana (por supuesto fue su huésped en estos días), el que se peleó públicamente con Evo Morales, el Larry King hispano que un día dejó todo para entregarse a una especial "evangelización", que tiene que ver con la meditación y el saber escuchar como clave de todos los males de este mundo.
–Tu libro El poder de escuchar fue best seller. Y el título no debe ser casual. Ismael proviene del hebreo y significa oír, escuchar.
–Es así. En realidad quiere decir a los que Dios ha oído. Y es increíble que lo haya descubierto ya de adulto. De niño no me gustaba mi nombre, que es el mismo de mi padre y de mi abuelo. No me convencía porque el Ismael mío derivó en un seudónimo. Al mayor le decían Melo, a papá Melito y cuando yo nací, ¿quién fui? Melitín. Lo desagradable fue que en la escuela primaria me decían maletín. Y no hace falta explicar que eso fue motivo de bullying.
–Quién hubiera imaginado que años después tu solo nombre ya no necesita apellido.
–Increíble. Cuando supe lo que significaba me amigué con él y por supuesto me honra. Lo espectacular es que lo descubrí justo cuando estaba escribiendo mi libro. Hoy no me identificaría con ningún otro nombre.
–Hablás de causalidades y misiones. ¿Cuál es la tuya?
–Creo que Dios me envió esa misión que llamamos informalmente evangelizar. En el 2006, Albita Rodríguez, una cantante cubana, me dijo que me veía alma de pastor. Yo reí. ¡Pero qué te has fumado, por Dios!, le dije. A mí en en ese momento ni se me pasaba por la mente la idea de transformar mi carrera de medios masivos de comunicación. Luego entendí que Dios me preparó con mi propia historia de vida. Muy dura, algo que cargué muchos años sin saber ni el por qué ni el para qué.
–Siempre comentás que tu infancia estuvo marcada por los miedos.
–El suicidio, la locura y las enfermedades mentales fueron el marco en el que me crié. Mi propio episodio a los 15 años, con mi madre llevándome al psiquiatra porque tenía pesadillas recurrentes. Estuve en tratamiento. Tomé fármacos durante dos o tres años porque vivía delirios de persecución, paranoia y sobre todo mucho miedo de heredar la esquizofrenia de mi padre. A ver si se entiende... Yo estuve en hospitales psiquiátricos y me tocó ver a papá minutos después de haber recibido electroshok. Me encontraba, literalmente, con un zombie. Y mi tía se suicidó cuando yo era un adolescente. Lo mismo mi abuelito, que se mató cuando yo tenía 4 años.
–¿Cómo saliste de ese círculo?
–Estoy convencido que Dios hizo que mi historia fuera una materia prima para llevarme a un despertar de conciencia. A un propósito de salvación personal. E influyó todo el back up que tuve en Cuba, con una abuelita que me llevaba a la iglesia a escondidas. Todo eso me quedó y me ayudó para luego convertirme en esta especie de evangelizador en los temas de liderazgo, psicología positiva, epigenética, neurociencia e inteligencia emocional.
–¿A qué edad empezaste a interesarte con estos temas?
–El click lo hice a los 15 años. Empecé a bucear acerca de qué me hacía bien o mal. Mi primer despertar. Cómo podía yo enderezar un cerebro que, literalmente, estaba jodido de nacimiento. Recuerdo que viviendo en Cuba, donde no había acceso a este tipo de bibliografía espiritual ni mucho menos charlas, un día apareció un psicólogo español y fui a verlo. Tengo grabada la sensación, la curiosidad, el deseo de saber más. Sin embargo mi despegar fue a los 28 años cuando partí a Toronto. Allá, con la cantidad de libros y el acceso a internet fue el paraíso. Empecé a nutrirme. Mi primer impacto fue Tony Robbins. Yo era mesero en un restaurante dominicano y no me alcanzaba el dinero para pagar el alquiler. Pero una noche de insomnio lo vi en un anuncio. Acceder a él costaba 350 dólares y mi cerebro de escasez dijo: tu no puedes. Claro, era un simple empleado recién llegado, en un proceso de refugio político. No era posible.
–Pero fuiste.
–La primera vez lo dejé ir. Hasta que llegó la segunda noche de insomnio; entonces pensé que ya no era casualidad volver a ver ese aviso. Me dije: hazlo y ya vas a saber a quién le pides. Ese programa me cambió la mente. Empecé a destruir creencias limitantes y de golpe creí en mi potencial.
–Tony Robbins, el de Controle su destino. Y, como él, hiciste un viaje desde el anonimato al éxito. ¿Por qué lo dejaste todo?
–Al contrario. La realidad es que en los últimos tres años, desde que salí de la CNN, hice más cosas que en los diez anteriores. Me fui porque tenía dos intenciones. En primer lugar una búsqueda más profunda de mi propia misión de vida. Sentía que las noticias no me estaban dando lo que yo buscaba. Ya no gozaba; no me hacía bien ni las creía todas. Además, me faltaba cumplir el sueño del emprendedor. De hacer algo que tenga impacto social para los demás. Ahora tengo empresas que tienen como objetivo ofrecer experiencias, retiros, viajes por el mundo. Todo para elevar y despertar el nivel de conciencia. Y sumamos cuatro organizaciones. Una de entretenimientos, otra que se llama Cala Digital Media(lanzamos una aplicación guiada en español para que las personas puedan meditar), una academia online y la fundación Ismael Cala, sin fines de lucro, que trabaja el tema de la inteligencia emocional con adolescentes en América Latina.
–¿Es cierto que lograste que Susana medite?
–La quiero tanto. Y estoy parando en su casa, sí. Yo vine con una idea que tiene que ver con el horror de los incendios y tanta muerte que está padeciendo Australia. Y como ella, al igual que yo, ama tanto los animales... Propuse hacer una meditación colectiva (incluyendo Miami, Nueva York, Bogotá, Lima, Panamá, Los Ángeles y Ciudad de México) en su residencia y transmitirla a través de los canales Cala en YouTube y Facebook.
–¿Meditás todos los días?
–Sí, y en cualquier parte. Lo puedo hacer en los aviones, en el auto. Meditaciones sin cerrar los ojos, dinámicas, que sirven para llegar bien a tu trabajo. Son simplemente pausas para poder recalibrar y resetear el sistema operativo nuestro.
–¿Después de tanto ejercicio y control ya perdiste los miedos?
–Pero yo no quiero vencer mis miedos. En una época le rogaba a Dios perderlos, pero ya no. ¿Sabes por qué? Porque me di cuenta que el miedo bien manejado por los humanos –siempre que tú estés por encima del miedo y no al contrario– sirve para conservar el respeto. Eso me obliga a cuidarme.
–¿Qué pasa con la gente que no te quiere?
–Pues bienvenidos al mundo. Durante muchos años mi mayor frustración fue querer tener un cien por ciento de aprobación social. Terrible punto, sobre todo trabajando en televisión. Entendí que el ego nos separa de todos, en cambio el alma nos une. Por lo tanto no considero que tenga enemigos. Ya no necesito el reconocimiento del otro.
–¡Pero te peleaste con Evo Morales! Hasta una carta pública le dedicaste.
–Y mira ahora, lo han echado del país. Justo él, que me dijo gusano, imperialista, que sin tener idea dijo que me habían echado de la CNN. Pero bueno, parece que el karma devuelve las cosas. A mí no me echaron jamás, pero a él sí, y de su país. Entonces tuve que volver a luchar con mi ego. Dije: Dios mío, si yo fuera vengativo este es el momento de escribir otra carta. Pero no lo hice.
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