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Hacía más de dos semanas que la habían visto en el barrio. Se refugiaba en la vereda de una lavandería y buscaba esconderse bajo los autos con el riesgo de ser atropellada en cualquier momento. Aunque era una paloma adulta, no tenía la capacidad de volar.
“Cuando me enteré del caso, sin dudar, dejé de lado todo lo que tenía que hacer y fui en su busca. Finalmente la encontré: estaba bajo un vehículo, en la zona que me habían indicado. Estaba muy sucia, esquelética, con el plumaje pobre, desnutrida, y temblando de miedo”, recuerda Tarky Matarredona (22).
Paciencia, amor y respeto, la fórmula para rehabilitar a un animal en riesgo
Ichi apareció en un momento en que Tarky tenía mucha carga de trabajo y muchos animales rescatados a cargo de la Asociación Refugio Puro Amor que montó junto a su pareja. Con dos años de experiencia en rescate de aves, colapsada por la cantidad de casos y sin recursos, la joven había decidido no atender nuevos avisos de animales en situación de calle.
Sin embargo, le fue imposible hacer la vista a un costado. En la primera visita veterinaria se pudo constatar que Ichi tenía el hígado en mal estado, el húmero roto, una intoxicación por un cuerpo metálico, una infección interna, y posible paramixovirus (un virus que afecta neurológicamente a las aves). Todos estos problemas fueron desapareciendo muy lentamente. La evolución fue pausada. Fueron meses y meses de medicaciones, vitaminas, papilla y otros suplementos para lograr que saliera adelante.
Tarky tuvo que sortear, además, los obstáculos que representaban los comentarios que suelen ser moneda corriente entre quienes no están correctamente informados. “Decir que las palomas pueden tener enfermedades como cualquier otro animal o humano, porque sean palomas es un mito. Un perro que sobrevive en la calle sin alimentación de calidad, sin poder bañarse, también se enferma y tiene parásitos. Las palomas viven en las ciudades por culpa de nuestros antepasados que las trajeron aquí. Ahora, como habitan en las urbes con las calles sucias, es normal que enfermen y tengan parásitos, como cualquier otro animal que vive en esa situación. La mayoría de las enfermedades que pueden tener las palomas no son contagiosas para los humanos. De hecho, es muy difícil contagiarse ya que uno tendría que tener contacto muy de cerca con sus heces y tener muy poca higiene. Igual que sucede con cualquier animal enfermo”.
A diario, Ichi recibía la atención de Tarky para poder estar, en algún momento, fuera de peligro. Antibióticos, protector hepático, una medicación para expulsar el metal de su sangre, tratamiento para sus síntomas neurológicos y vitaminas inyectadas para ayudarla a recuperarse eran los cuidados que ella le aseguraba en esos primeros meses. Afortunadamente en España es relativamente fácil dar con veterinarios de animales exóticos. “Concretamente en Barcelona y Madrid, tenemos la suerte de contar con varios veterinarios que atienden a fauna silvestre o urbana”.
“Ella comprendió que yo no era peligrosa”
Fueron aproximadamente unos nueve meses los que le llevaron a Tarky ganar la confianza de la paloma. “Fue necesario ejercitar la paciencia y, sobre todo, respetar su espacio, hasta que ella comprendió que yo no le suponía ningún peligro. Finalmente, después de observarme durante tanto tiempo, decidió acercarse a mí”.
Aunque Ichi puede volar, ya que sus alas son funcionales, el problema es que, por pequeñas secuelas neurológicas que le quedaron luego de atravesar el paromixovirus, no puede controlar el vuelo a la perfección. Tampoco coordina del todo bien sus movimientos. Por ello no es liberable. Para vivir en libertad debe ser capaz de volar perfectamente. Otro factor de riesgo que hace complicada su liberación son los depredadores que habitan en la ciudad. De hecho, si se pone nerviosa controla aún menos sus movimientos, y eso jugaría en su contra.
La convivencia con Ichi le permitió a Tarky aprender todavía más sobre el comportamiento de las palomas: cuando algo les molesta, cuando algo les gusta, cuándo quieren pedirte algo, cuándo no quieren hacer algo... “Ellas son muy inteligentes, son capaces de comprender ciertos actos, gestos, o expresiones faciales. Además, al contrario de lo que suele decirse, son muy limpias. A Ichi, y a todas las palomas, les gusta mucho bañarse y acicalar su plumaje. Las palomas son aves muy cariñosas. De Ichi me sorprendió muchísimo que, siendo una paloma de la calle, casi adulta, que nunca antes había tenido contacto con humanos, pudiera confiar en mí hasta el punto de buscar mi compañía y caricias. Hoy Ichi puede disfrutar de una vida segura y con mucho amor. Y esa vida tranquila y llena de cariño la tendrá hasta el fin de sus días, porque Ichi, como cualquier otra paloma, simplemente lo merece”.
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