Invasiones y aventuras
En el Museo de la Ciudad de Londres hay una vitrina en la que cuelga una espada ceremonial presentada por la Corporation of London al teniente general sir (luego vizconde) William Carr Beresford por la toma de Buenos Aires en 1806. Para ellos fue una aventura digna de celebrar; para nosotros, una victoria que hizo historia. La derrota no es percibida como tal y el triunfo tiene muchas interpretaciones. Todo hecho histórico puede ser visto de variadas formas.
Este año se celebra el segundo centenario de la derrota de la primera invasión inglesa y de la Reconquista de Buenos Aires, y lo fascinante de aquellas jornadas en la pequeña ciudad colonial es cómo influyeron en los hechos en el curso de las décadas y cómo tienen presencia hasta el día de hoy en las situaciones más notables. Esto se refleja tanto en la percepción del relato histórico como en las rivalidades más informales, por ejemplo las futbolísticas. Así como Londres tiene ese recuerdo de una expedición cuyo resultado se ha preferido olvidar, no es difícil aquí hallar en San Telmo, hoy, aun después haber pasado varias aplanadoras inmobiliarias, las señas de esas invasiones. Y más al Sur, en Bernal, quedan aún huellas de lo que fue el cuartel general de John Whitelocke, en 1807, en la quinta de Santa Coloma. Bueno sería que algún funcionario de gobierno se preocupara este año por hacer notar y resaltar esos mojones del pasado.
Importante también es que se sigan reinterpretando aquellas invasiones, que fueron, en su primera edición, una aventura de enriquecimiento personal del comandante de la flota, sir Home Riggs Popham, y del general Beresford, y en la segunda versión, una intentona imperial mal concebida.
El libro de Carlos Roberts Las invasiones inglesas al Río de la Plata (1938) es la obra fundamental para el conocimiento de la operación militar invasora. Sin embargo, hay otros escritos que deben ser considerados esenciales, si bien algo olvidados, para entender el efecto de las invasiones sobre la población de Buenos Aires y sobre el camino hacia la emancipación. Son los ensayos del académico Ernesto J. Fitte Los comerciantes ingleses en vísperas de la Revolución de Mayo (1967) y –también de lectura obligada– El precio de la libertad (la presión británica en el proceso de emancipación) (1965). El primero ofrece una lectura deliciosa sobre el ambiente de inestabilidad pública y agitación doméstica en la colonia, así como las conspiraciones y manipulaciones de los comerciantes "ingleses", especialmente de su cabecilla, el escocés Alexander Mackinnon, un pícaro operador (como solía llamarlo un querido historiador, el padre Guillermo Furlong SJ), llegado a estas costas en 1807, antes corrido de todos los territorios británicos por sus amoríos tórridos y negocios turbios. Fue Mackinnon quien mantuvo la presión sobre el virrey Cisneros hasta las vísperas del 25 de Mayo.
Es seguro que en este bicentenario lograremos una rica y divertida revisión de aquellos hechos que tuvieron peso considerable en la historia argentina.
* El autor es escritor y director del Buenos Aires Herald