Ubicado en Gonnet, el predio de 53 hectáreas fue diseñado a escala infantil y cuenta con una infraestructura que recrea desde las instituciones de la vida cívica hasta la dinámica de una zona rural
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El 26 de noviembre de 1951 se cortaron las cintas de ingreso a la República de los Niños. Tal fue la magnitud y originalidad del plan montado sobre las 53 hectáreas de lo que había sido el Swift Golf Club, ubicado en la localidad de Gonnet, en las cercanías de la ciudad de La Plata, que se dice que hasta el propio Walt Disney se inspiró en esta idea para desarrollar Disneylandia. No faltan razones ni datos empíricos para pensar que así fue.
En la inauguración, varios centenares de escolares de impecable guardapolvo blanco fueron testigos presenciales de la inauguración. En uno de los balcones de las construcciones en escala para las infancias saludaba el entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón. Nacía un proyecto original y atractivo que buscaba permear en los chicos los valores del desenvolvimiento de la vida ciudadana en democracia y el funcionamiento de las instituciones.
Hoy, la República de los Niños, que depende de la intendencia de La Plata, luce impecable y con sus actividades potenciadas de acuerdo a los públicos del siglo XXl. Con ingreso libre y gratuito, sigue cumpliendo con sus objetivos cívicos y educativos, pero se le sumaron múltiples entretenimientos, actividades culturales, espectáculos, deportes y hasta un hermoso paseo gastronómico.
Luego de atravesar una arcada inmensa sobre el Camino General Belgrano, se descubre ese conglomerado de construcciones en escala que parecen de ensueño. A poco de ingresar, la postal impacta. No se trata de una escenografía, todo está realizado con materiales sólidos que permiten una experiencia inmersiva dentro de cada uno de los 35 edificios que recrean la vida de una República.
La callecita María Elena Walsh atraviesa el Centro Cívico, el ícono de esta República que funciona a la perfección y podría ser modelo para más de un gobernante. El predio cuenta con sus instituciones, un trencito que lo surca y hasta un lago con un hermoso barco a vapor ondulando sus aguas. La visita implica la posibilidad de adentrarse en otra dimensión física y emocional. Parece otro mundo. Lo es. “La idea es replicar el funcionamiento de una república y sus instituciones”, reconoce Ana Calderón, Subsecretaria de Cultura de la Municipalidad de La Plata.
Le dicen “La Repu”, una forma cariñosa de llamar a este orgullo de los platenses visitados por niños de todo el país y de los territorios limítrofes.
Enseñar la democracia
“Todo está en escala tomando en cuenta la altura de un niño de diez años. Acá, el chico, no solo aprende sobre las instituciones de la república, sino que es un ciudadano íntegro que hasta puede ser presidente”, explica el arquitecto Néstor Antonio Lázaro, autor del libro documental La República de los niños: saber ver, leer y comprender su arquitectura. Lázaro es un estudioso del lugar, que conoce como nadie su historia y secretos.
“Es el primer parque temático de América Latina y con un valor educativo donde los chicos entienden sus obligaciones, sus derechos y la dinámica de lo cívico de una República. Ese es el objetivo principal, al que luego se le sumaron otras atracciones”, esclarece la Subsecretaria Calderón.
Ciudadanía
El Palacio de Gobierno y el Parlamento son dos de los edificios principales, el motor que impulsa el sentido cívico del emprendimiento. “Se está trabajando en el área educativa para recuperar el gobierno infantil. Nos parece muy importante, ya que participan escuelas de toda la ciudad”, argumenta la Subsecretaria Calderón. Cada escuela presenta proyectos y las autoridades se eligen a través de una votación. De esta forma, los estudiantes aprenden los mecanismos de una votación y los roles de la democracia.
“Una vez que se presentan los colegios, los niños que llegan a ´La Repu´, son los que votan”, explica Débora Cosoli, Coordinadora Institucional de la República de los niños. Casi como adelantándose a los tiempos institucionales del país, hubo una niña que presidió el gobierno infantil. Hace un tiempo se incorporó la figura del Defensor Ciudadano, también a cargo de un niño. Cada año se renuevan las autoridades, mecanismo que comenzará a ser virtual. Eduardo Bértolo fue el primer niño en convertirse presidente de “La Repu”.
Cuando en 1976 comenzó la dictadura militar que gobernó Argentina hasta 1983, el nombre del lugar mutó por el más anodino “Ciudad de los niños”, acorde a los tiempos donde las instituciones republicanas estaban anuladas. En esa época, los visitantes podían acceder a las áreas de entretenimiento, pero no a los edificios que simbolizaban las instituciones de la democracia y la libertad.
De colección
La República de los Niños se comenzó a construir en 1949, luego de algún intento de instalar un parque público infantil en el barrio de Belgrano, en el norte de la Ciudad de Buenos Aires. Aquella idea no prosperó.
Cuando el Gobernador Domingo Mercante recibió las acuarelas del proyecto, pidió la mayor celeridad posible, ya que se vislumbraba la gravedad de la enfermedad de la Primera Dama Eva Perón. Su idea no era errada, cuando, hace 70 años, la República de los Niños se inauguró, Eva Perón se encontraba internada.
1600 obreros trabajaron en la construcción del lugar, siguiendo estrictas indicaciones de los arquitectos Lima, Cuenca y Gallo. “Terminada la Segunda Guerra Mundial, los inmigrantes europeos llegaron a la Argentina en busca de trabajo. Se encontraron con un país con un gran desarrollo de la obra pública. Entre esos trabajos figuraba la República de los Niños”, sostiene el arquitecto Lázaro, quien enumera la influencia de los estilos europeos a la hora de plasmar cada edificio: “Una gran cantidad de obreros eran polacos, por eso acá podemos ver las cúpulas de Varsovia. Otros eran italianos, picapedreros, que dejaron su trabajo en las piedras. Los argentinos trabajaron con la carpintería en base a la madera misionera que llegó especialmente al lugar en troncos completos que se fueron trabajando en los talleres de carpintería”.
Cada edificio habla con estilo propio. A cada paso es posible toparse con el gótico civil, las influencias del medioevo, el valor de la construcción islámica e hindú, y la sobrecogedora arquitectura gótica veneciana y los edificios que remiten al Renacimiento.
La República de los Niños fue campo de exploración en la aplicación de la venecita con cientos de metros cuadrados revestidos con este material hoy tan usual y costoso.
Impacta la conjunción de estilos, conformando un todo armónico que propone un viaje cultural en el tiempo. El Centro Cívico es un trazado típicamente americano conformado por dos plazas (San Martín y De las Américas) unidas por una calle comercial. En una de esas plazas está el monumento más pequeño del mundo que honra al General San Martín.
Así como el Palacio de Gobierno y la Legislatura cumplen un rol esencial, el Palacio de Justicia completa el tercer Poder del Estado. Para ingresar a las construcciones hay que agacharse. Las bancadas de las Cámaras de Diputados y de Senadores invitan a tomar asiento y encoger las piernas. Acá todo está hecho al servicio de los chicos.
El banco y la capilla son otras de las construcciones emblemáticas. En la capilla, donde se venera a la Virgen de Lourdes, imagen que fue bendecida por el Papa Francisco, se realizan bautismos y muchos de los vecinos la eligen para casarse.
El predio
Las 53 hectáreas convierten al lugar en un sitio inabarcable. Recorrer las instalaciones, dividas en áreas urbanas, rurales y deportivas, puede tomar todo un día. A casa paso algo llama la atención.
Como en toda República, acá también hay medios de locomoción. Un tren, con un recorrido de 3 kilómetros a través de las vías Decauville, atraviesa cada uno de los sectores. El trayecto parte desde una coqueta terminal y es posible ascender y descender en las estaciones intermedias denominadas Blancanieves, Pulgarcito, Peter Pan y Caperucita Roja.
En el espejo de agua, enmarcado por un faro, un puerto y su Aduana permiten recrear la vida fluvial. Más allá, en una isla, la casa de un pescador recreando el uso y costumbre isleño. Para acceder al barco que navega las aguas hay que abonar un ticket, ya que es un servicio privado.
La República de los Niños también cuenta con un aeropuerto. El edificio recrea la sala de check in y el lugar para el embarque con su señalética perfecta. “Vienen muchos chicos que jamás tomaron un avión, así que esta experiencia les permite conocer en detalle la previa a un vuelo y hasta subirse a una aeronave”, dice Débora Cosoli, la coordinadora que conoce al detalle cada rincón del lugar.
Saliendo del edificio del aeropuerto, un imponente avión de línea impacta por la cercanía. Los niños y los adultos que los acompañan pueden subir y recorrerlo por dentro. Si la mera experiencia llama la atención, se multiplican sus resonancias ya que no se trata de una unidad cualquiera. “Llevó jóvenes a Malvinas y también fue avión presidencial en la época de Carlos Menem. Traerlo fue una emoción muy grande y hoy forma parte de nuestra propuesta educativa”, sostiene la Subsecretaria Calderón.
Disney lo hizo
No son pocas las similitudes entre algunas construcciones de los parques de Disney con el enclave platense. “Disney estuvo en la Argentina en dos oportunidades y tuvo contacto con los arquitectos que idearon ´La Repu´, con lo cual pudo acceder a todos los planos. Por eso Disneylandia tiene muchas similitudes con la República de los Niños, pero con objetivos muy distintos. Nosotros revalorizamos nuestro lugar ya que tiene un valor educativo y de formación”, explica la Subsecretaria de Cultura de La Plata.
El objetivo de formación se potencia con acuerdos con la Universidad Nacional de La Plata y con YPF, quienes ofrecen talleres y actividades educativas gratuitas tanto para los colegios como para el público de los fines de semana.
Acorde a los tiempos, ya no hay animales en la granja, pero sí se ilustra sobre el trabajo en la tierra. El deporte está presente con diversas canchas y un gran natatorio. “En verano funciona una colonia de vacaciones para los chicos de la zona y se lleva a cabo el programa Aprender a nadar”, explica la coordinadora de este lugar cuyo primer Ciudadano Ilustre es el mismísimo Carlitos Balá.
Existe una biblioteca, un espacio de narradores orales y cuentacuentos y hasta un archivo histórico de libre acceso. Un parque de diversiones con atracciones mecánicas, manejado por una concesión privada, completa la oferta de entretenimiento.
Otra de las particularidades del predio es que está abierto en un horario muy extendido, desde primera hora de la mañana y hasta las diez de la noche. En verano, cuando el clima amerita, se puede ingresar hasta la medianoche. El patio de comidas y los espacios libres para hacer picnics completan la oferta de este lugar multidisciplinario que es visitado por más de veinte mil personas cada sábado y domingo.
En tiempos de pandemia, el lugar conocido como Albergue de los Niños se acondicionó para funcionar como hospital de campaña, pero no se llegó a ocupar. Hoy, los tiempos del Covid son otros y la alegría de una posible pospandemia permite disfrutar con otros ánimos el paso de la fanfarria que recorre el Centro Cívico cada tarde.
La República de los Niños invita a sumergirse en un mundo en miniatura y de valores enaltecidos. Un viaje en el tiempo para quienes ya peinan canas y una aventura iniciática para aquellos que hoy encuentran en las dimensiones de los edificios, un universo hecho a medida.
“Piensa, sueña, cree y atrévete”, dicen que dijo Walt Disney. Acaso la República de los Niños en la que él se inspiró, contenga cada uno de estos ideales.
República de los niños:
Camino General Belgrano y calle 500, Gonnet, La Plata, Provincia de Buenos Aires.
Tel. 0221-484-1409
Parque abierto de lunes a domingos de 7 a 22 horas.
Edificios abiertos para visitar: lunes a viernes de 8 a 18 horas y fines de semana y feriados de 10 a 18 horas.
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