Las primeras rosas que despertaron la atención de Cristina Macleod fueron las de las pinturas flamencas y holandesas. "Su forma, su color, hasta casi podía intuir su perfume... Las encontré caminando por parques y jardines en Inglaterra y comencé a pensar en un jardín de rosas", cuenta quien hoy es dueña y creadora de un jardín de rosas ubicado en el barrio bonaerense de Pilar, donde desde hace veinte años y con la presencia de varias especies de plantas herbáceas, la biodiversidad y las flores son la recompensa.
Recorrimos con ella el parque y nos contó los pasos que fue dando hasta alcanzar su propio edén perfumado.
-¿Tenías algún conocimiento sobre estas plantas cuando comenzaste tu jardín?
-Mis conocimientos sobre las rosas eran menos que básicos al principio, pero me sobraba entusiasmo. Mis primeras rosas las elegí por fotos de catálogos, y las planté a raíz desnuda. Cuando florecieron en primavera, una variedad superó mis expectativas, por su perfume, color y forma: la rosa inglesa ‘Abraham Darby’. Así llegaron las otras rosas de David Austin a poblar los canteros. Pero un jardín de rosas no solo da lindas flores, también trae nuevos amigos que comparten la misma pasión. Frases como "la conseguí", "mirá lo que encontré", "me prendió el gajo", "floreció", "me salió un pichón de…" son parte de nuestro vocabulario habitual. De largas y generosas caminatas compartidas con Cristel Vidal en su vivero de San Pedro y con Pamela Corbett, otra gran rosicultora y maestra, por su jardín nació mi amor por las Rosas Antiguas, las aristócratas entre las rosas, y llegaron para quedarse.
-¿Cómo fue evolucionando el diseño con las rosas, las herbáceas, las formas, los distintos lugares que fuiste creando?
-Una mañana de otoño me levanté decidida a tener la rosaleda que había imaginado y dibujé en el terreno mis primeros canteros de rosas. Planté una estaca, con hilo y pintura dibujé dos círculos. El interno es el área social contenida por cercos bajos de ligustrina, con cuatro aperturas marcadas por arcos y caminos, que por azar miran a los puntos cardinales. Lo concebí como un lugar íntimo, relajado, para sentarse a tomar el té rodeada de rosas, como en una novela victoriana. El externo quedó dividido en cuatro grandes y profundos canteros que tardé varias temporadas en completar. Con el tiempo fui armando nuevos canteros. Esta vez los marqué largos y angostos, con un camino entre ellos. Me sedujo la idea de caminar entre las rosas.
-¿Cuál es tu forma de cultivarlas para tener "flores todo el año"?
-El jardín fue evolucionando y mi manejo de él también. Al comienzo había sólo rosas, fumigaba cada dos semanas, agregaba fertilizantes químicos en cantidad y riego casi permanente. Luego planté herbáceas perennes y anuales (hemerocalis, gauras, salvias, verbenas, amapolas, nigelias) entre los arbustos de rosas, y logré un buen balance. Dejé de fumigar, comencé a utilizar fertilizantes orgánicos y reduje el riego. Las plantas se volvieron más resistentes y se adaptaron mejor al clima, a la estación. Tal vez no tenga terceras floraciones tan espectaculares o el follaje perfecto, pero mi recompensa es la gran cantidad de vida silvestre que convive en armonía. Un jardín donde nada sobrevuela ha perdido parte de su encanto.
-¿Cómo luce el jardín según la época del año?
-La primera floración –desde septiembre a noviembre– siempre es espectacular; luego las herbáceas dan color hasta la segunda floración, alrededor de Navidad. Enero y febrero son meses de mucho calor, y ni a las rosas ni mí nos sienta bien. Para no exigirlas, hago una poda ligera de verano, bajándolas entre 30 y 40 cm, según la variedad. El otoño siempre llega con las flores más perfumadas y los colores más intensos. Y en inverno, con la poda, corto los últimos ramos. Algunas herbáceas se resiembran espontáneamente, por lo que cambian de lugar y me sorprenden con un diferente tapiz de color todas las primaveras. Las dejo ser espontáneas y entregarme al asombro. De otras, divido las matas y las replanto en otro sector.
Ser jardinero es compartir… Unas plantas llegan y otras salen de mi jardín. A veces no recuerdo algún nombre botánico, y sale mi costumbre de nombrarlas por el nombre de quien me las regaló ""
-¿Cómo le das estructura al jardín?
-En el círculo, con estructuras verticales: los arcos con rosas trepadoras, las dos eugenias podadas en forma de columna, el cerco de ligustrina. Los rosales antiguos, en los caminos, tienen gran tamaño y aportan por sí estructura.
-¿Qué le dirías y recomendarías a alguien que está empezando con las rosas?
-¡Que se anime a cultivarlas! Creo que hay un mito alrededor de ellas: "que son difíciles", "que se enferman", "que requieren mucho cuidado". El rosal es un arbusto rústico que perdona todo error de principiante y reacciona muy bien a las tres L del jardinero: Love, Labour and Luck (amor, trabajo, suerte). Y que visiten jardines, viveros y no dejen de ir en primavera a la exposición de Rosicultura, donde podrán ver y asesorarse sobre todas las variedades de rosas y hacer su elección personal.
-¿Cuáles son tus preferidas?
-Las Rosas Antiguas, a través de ellas es posible recorrer la historia de la civilización, mas de mil años antes de la Era Cristiana. Que algunas de esas mismas rosas florezcan en mi jardín me emociona. Entre las Rosas Modernas, definitivamente las inglesas del hibridador David Austin.
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