Inspiración religiosa
El diálogo entre la moda y la muerte en las pasarelas locales
Moda: Soy la moda, tu hermana
Muerte: ¿Mi hermana?
Moda: Sí, ¿no recuerdas que las dos hemos nacido de la caducidad?
Muerte: ¿Por qué habría de acordarme yo, que soy enemiga capital de la memoria?
Moda: Digo que nuestra naturaleza y usos comunes son los de renovar continuamente el mundo, tú, desde un principio te arrojaste a las personas y a la sangre, yo me conformo a lo sumo con las barbas, los cabellos, los vestidos, los muebles, los palacios, cosas semejantes… Generalmente hablando persuado y obligo a todos los hombres amables a soportar cada día mil fatigas y disgustos. Los fragmentos de El diálogo de la moda y de la muerte, escrito en 1823
por el poeta y filósofo italiano Giacomo Leopardi, parecieron corporizarse en las pasarelas locales y al ritmo de canciones de Prince. Como si se tratara de alguna celebración del Día de los Muertos con forma de un cómic protagonizado por alguna heroína pop, durante agosto de 2016 en BAFWEEK, la diseñadora Sofía Speranza presentó la colección verano 2017 apodada La Speranza de Recoleta, cuyo disparador fue el imaginario arquitectónico del cementerio de Recoleta. El atuendo emblemático de la colección se compuso de un abrigo negro con apariencia de jacqué estampado con réplicas de las placas que yacen en las tumbas de Domingo Faustino Sarmiento, Victoria Ocampo y Eva Perón; lo acompañó una falda de jean con superposiciones de vinilo, seda labrada y tul, cuyo caderín enunció Descansen en paz en latín –y tal como manifiesta la fachada que señala el ingreso en el Cementerio de Recoleta–.
La diseñadora que comenzó a abordar la temática en el contexto de su tesis de indumentaria en la UBA detalló su abordaje al camposanto: “Como otro museo de la ciudad, porque las esculturas en su interior son maravillosas, de ahí que me inspiré en las esculturas religiosas para trasladarlas a prendas clásicas con materiales imponentes”. Vestida con ropas color oro, zapatillas blancas con plataforma, el pelo moreno erguido mediante bucles, al saludar junto a las y los modelos Sofía pareció componer un personaje a la usanza de las musas de su infancia –Cindy Lauper y Madonna– y a las que en la adolescencia homenajeó con atuendos que modistas de Castelar cosieron según sus directrices.
Trabajó como vendedora en tiendas de indumentaria, hasta que recaló en una de estética vintage de Palermo donde comenzó a diseñar. Dice que del diálogo con los turistas-clientes percibió el interés foráneo por ciertos circuitos argentinos, de La Boca a Recoleta, y comenzó a visitar el cementerio que antaño fue el huerto de los monjes recoletos. Del anecdotario que incorporó en las visitas decidió trazar indumentos en tributo a Rufina Cambáceres, que en 1900 sufrió catalepsia. “Usé colores juveniles para un chaleco en matelassé rosado y rojo con cadenas, una cruz rosada de peluche y un atuendo para lluvia donde estampé su mano, tal como la representa la escultura art noveau que su familia encargó a un escultor alemán”.
Otra señales foráneas del cruce moda y muerte habían irrumpido en pasarelas de 2015: el diseñador Thom Browne recreó en las colecciones de Nueva York artificios de los funerales, mientras que Rei Kawakubo, la diseñadora de Comme des Garcons, aludió a la muerte con trajes símil esculturas, lloronas y mortajas, insólitas representaciones de carrozas fúnebre y de coronas mortuorias urdidas en encaje negro, a tono con el furor de estilos que ilustró una muestra del Metropolitan Museum consagrada a vestidos de luto fechados entre 1815 y 1915, y que se llamó Death Became her.n
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