Iniciarse en la cata
La actividad vitivinícola en la Argentina ha tenido un sostenido reconocimiento en los últimos años y un posicionamiento sin precedentes. A pesar de las dificultades que atraviesa el mercado, hay una percepción que ha tomado vuelo gracias en parte al trabajo de comunicación de las bodegas y los medios de comunicación. Sin embargo, mucha gente aún se pregunta cómo empezar.
Es altamente recomendable cuidar ciertos aspectos que serán decisivos para adentrarse en la degustación; por ejemplo, disponer de una copa de cristal, no necesariamente costosa, pero que hará una diferencia. Respetar la temperatura es otro aspecto relevante y fundamental.
Con estas premisas es conveniente probar estilos diferentes y empezar por el que a cada uno más le guste, independientemente de si se trata de espumosos, blancos, rosados, tintos o dulces.
A partir de esta primera elección se comparan las muestras que, a su vez, pueden ser muy diferentes entre sí.
En los tintos, apreciar el color y matiz que cada variedad de uva o añada puede dar ya es un deleite.
Oler un vino, que resulta de lo más extraño la primera vez, termina siendo un camino de ida. Es simplemente acercar la nariz, rotar la copa y repetir el gesto para reconocer aromas presentes en nuestra memoria olfativa.
Luego se da lugar al análisis gustativo, para sumar los aromas y la apreciación que aporta la estructura, peso, equilibrio y persistencia, entre otros factores.
Es necesario prestar atención y descubrir en cada paso las virtudes que los vinos dan, comparando y buscando lo que para cada uno es lo mejor, que felizmente es muy personal y variado. Esta columna es una invitación a los futuros nuevos consumidores que en la casa, restaurantes, ferias de vino, o en un curso especializado, encontrarán el vino mas rico que sin dudas existe.
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