Infidelidad. La cuarentena aumentó el deseo de tener una aventura
¿Quién no lo deseó alguna vez? Probablemente muchos. Pero, ¿cuántos lo desearon en estos últimos meses de aislamiento? La respuesta la tiene el sitio de citas para casados Second Love, que mediante una encuesta develó el misterio: 8 de cada 10 personas reconocen que durante la cuarentena aumentó su deseo de conocer otras personas por fuera de su relación estable. Es decir, de cometer una infidelidad.
Cabe aclarar que la encuesta se realizó entre 1207 usuarios de plataforma, para los que la monogamia está, al menos, sobrevalorada. O no tiene ningún valor. Pero no deja de ser un pensamiento que puede extrapolarse a otras parejas cansadas, hastiadas y hasta hartas de compartir las 24 horas del día con su compañero o compañera, y que se plantearon seriamente buscar por afuera algo que rompa con la rutina a la que los condenó el Covid-19.
"El encierro es una experiencia nueva para todos. Esto hace que uno quiera romper las reglas, que necesite tener otro tipo de fantasías. Pero no necesariamente quiere decir que vaya a ser infiel. Una cosa es el deseo de ser infiel y otra la fantasía –diferencia la psicóloga y sexóloga Viviana Wapñarsky, miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH)–. Hay fantasías de todo tipo y color, incluso hay algunas que no son legales. Eso no quiere decir que se las lleve a la realidad. El deseo, en cambio, puede traducirse en algo concreto. Cuando ese deseo no se concreta, queda en el plano de la fantasía".
Del deseo al hecho...
Precisamente la fantasía parece ser el terreno por donde se mueven los potenciales infieles. Porque el 90% de los miembros encuestados de Second Love asegura no haber concretado ninguna cita desde que se declaró la pandemia, y de los que sí concretaron, el 87% confesó que se trató de una sola vez. Podría decirse que durante la cuarentena hubo mucho ruido y pocas nueces.
Para el psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin, quien decide cometer una infidelidad en este contexto probablemente ya lo venía planificando desde antes. "Decir ‘voy a buscarme un amante’ o ‘estoy a punto de ser infiel’ no surge de un momento para otro –analiza–. Las fantasías de infidelidad seguramente han aparecido tiempo atrás y es posible que solo hayan quedado en devaneos mentales sin concreción. Pero sí es cierto que el encierro obligado y cada vez más largo puede afectar al deseo sexual sobre todo en las parejas que conviven, y puede aumentar las ganas de arriesgarse o de concretar conductas infieles que se venían postergando por miedo o por sostener una monogamia a punto de ser vulnerada".
Por lo tanto, la búsqueda de incentivos externos que rompan con una cotidianidad más monótona que nunca puede ser la explicación del aumento del deseo de ser infiel. "En realidad, quienes se están animando a la infidelidad en este contexto de pandemia ven en ella el estímulo o la excitación que no pueden lograr con otras actividades. En esta situación de ansiedad, intranquilidad, hastío; de no encontrar el placer en lo conocido, la alternativa de un contacto ‘tramposo’ se convierte en una alternativa posible", sostiene Ghedín.
Según Wapñarsky, tener fantasías es totalmente natural y pertenece al mundo íntimo de cada uno. Y en este escenario, no es de extrañar que tengan que ver precisamente con el deseo de vulnerar lo establecido en la nueva normalidad. "Muchas de ellas tienen que ver con romper reglas, algunas veces son motor de un encuentro sexual con la pareja –plantea–. Hoy, puntualmente, los miedos de encontrarse con alguien en este contexto también frenan un poco ese deseo y hace que no se traduzca siempre en algo concreto. No deja de ser un deseo más motivado por el hastío del encierro que por la infidelidad en sí", sostiene la especialista. "Por otra parte –agrega– cuando se pone en la balanza el costo-beneficio o los riesgos que puede tener la infidelidad, tal vez para muchos no valga la pena. Sí puede ser enriquecedor tener la fantasía, pero no arriesgar un contrato de pareja por estar con otra persona", plantea Wapñarsky.
Por su parte, Anabella Santos, vocera de Second Love para América Latina, sostiene que los contactos o las "citas" virtuales han aumentado durante la cuarentena. Y también los usuarios: solo en Argentina hubo 35.000 nuevos entre abril y octubre. Pero volviendo a la encuesta, el 36% apeló al uso de la tecnología para intimar con alguien que conoció a través de la plataforma. "La gran mayoría no pasa de llamada porque tiene miedo al contagio –asegura–. ¿Cuál es la gracia de tener un encuentro por videollamada? Ni más ni menos que hacer sentir bien y confiada a la persona. Una encuesta que hicimos de años atrás mostraba que las mujeres tenían estas citas para sentirse lindas, alabadas, deseadas".
Para Wapñarsky, en cambio, "los contactos virtuales vienen a reemplazar las motivaciones que uno tiene cuando sale a la calle, los estímulos visuales que no se dan en cuarentena y aparecen desde las redes o lo virtual -analiza-. Si esto es o no una infidelidad, dependerá del contacto que tenga la pareja. Si uno dice que se puede chatear, hacer sexting o intercambiar mensajes hot con otra persona, y está avalado, no es engaño. Hay que poner límites y alcances claros de lo que para cada uno es o no infidelidad".
El sexólogo Ghedin asegura que a medida que los contactos con terceros han aumentado (pantalla mediante), también lo hicieron las medidas de cuidado para no ser descubiertos en la supuesta trampa. "La convivencia durante largo tiempo lleva a tener menos espacios de privacidad, aumentando el riesgo de ser descubiertos. En realidad, la conducta infiel (en forma virtual o real) es una transgresión a un acuerdo de fidelidad: se hace algo que está fuera de este acuerdo entre las partes. Hay estudios que revelan que la infidelidad virtual provoca una reacción de angustia, decepción y enojo, como si hubiera sido real".
Así como los actos siempre están puestos en un contexto, la infidelidad que podría llegar a surgir durante el aislamiento, también lo está. Muchos apelan a la conocida fórmula "lo que pasa en la cuarentena, queda en la cuarentena", teniendo en cuenta que es una época atípica e inédita desde todo punto de vista; otros renegociarán acuerdos y muchos más harán concesiones que bajo circunstancias normales no las harían.
"Sin dudas, los problemas vinculares se incrementaron durante estos meses. Me parece que la infidelidad en este contexto es una válvula de escape personal -dice Ghedin-. Sin embargo, existe una condición narcisista que cierra al infiel en su necesidad, como si tuviera que responder a su deseo de manera egoísta, como si el otro no existiera".
Y Wapñarsky aclara: "No es que la cuarentena te habilita o libera para hacer determinada cosa. Hay parejas que acuerdan que lo que pasa en los viajes o en una fiesta queda ahí, se dan ese tipo de permisos, por ejemplo. Cada contrato es personal pero hay que aclararlo muy bien, tomarse el tiempo de charlarlo para ver cuáles son las cláusulas y cumplirlo".
En definitiva, la nueva normalidad evidenció que en los últimos siete meses muchos contratos debieron ser actualizados.
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