En 1958 la Armada chilena colocó un faro en una isla al sur de Tierra del Fuego y provocó la respuesta de los marinos argentinos, en un conflicto que escaló hasta poner en riesgo la paz entre ambos países, que movilizaron sus flotas
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El islote Snipe es una formación rocosa de un kilómetro de largo por unos 300 metros de ancho, que se ubica en Canal de Beagle, entre la Isla Grande de Tierra del Fuego y la Isla Navarino. Pese a su pequeño tamaño y a encontrarse casi perdida en el sur continental, esta formación insular fue, en el año 1958, el escenario de un importante incidente entre las Armadas de la Argentina y de Chile, que estuvo cerca de desembocar en un conflicto armado entre ambas naciones.
El episodio, muy poco recordado en general en la Argentina, se conoció como “el incidente Snipe” y estuvo jalonado por una serie de hechos que fueron subiendo la tensión entre los países vecinos. Comenzó el 12 de enero de 1958 (66 años atrás), cuando la armada chilena colocó en el islote, cuya posesión estaba en disputa, una baliza (especie de faro más pequeño) y continuó unos meses más adelante, cuando esa baliza se encendió y los argentinos llegaron al lugar para derribarla y colocar una propia.
El pico más elevado de conflictividad llegó en agosto de ese año, cuando un destacamento de Infantes de Marina de la Argentina tomó posesión del lugar y la situación de volvió de verdad tensa, tanto en el aspecto militar como en el diplomático.
Ubicada en el sector oriental del canal de Beagle, y pese a los tratados de límites firmados entre Argentina y Chile en 1881, el islote Snipe se encontraba en 1958 en una zona “pendiente de una demarcación definitiva”, según comunica la propia Marina Argentina en un memorandum informativo publicado en los tiempos de este incidente. Allí se dice que la definición de estos límites se efectuaría a través de un arbitraje de un tercer país, pero, mientras tanto, debería mantenerse el “statu quo” en la zona. Esto es, que ninguno de los dos países cometa en las islas o islotes en litigio un acto que entorpezca una futura resolución pacífica. Algo que, claramente, se rompió en aquel enero de 1958.
El comienzo del incidente
Para revivir las circunstancias de cómo comenzó este altercado que pudo terminar muy mal, LA NACION dialogó con el Capitán de Navío (RE) de la Armada Argentina Jorge Troitiño, de 88 años, que se encontraba en actividad en el momento de los hechos y conoció el caso al detalle.
-¿Cuáles eran las características del islote Snipe?
-Era un islote mínimo, sin vegetación, pedregoso, con una elevación. Estaba habitado solo por un indígena que pastaba ovejas. Se ubicaba al norte y muy cerca de la Isla Navarino y en el extremo occidental de tres islas del Beagle cuya soberanía estaba en discusión: Picton, Lennox y Nueva. Finalmente, el Tratado de Paz entre Argentina y Chile de 1984 se las da a Chile. Como también le cede la isla Snipe.
-¿Cómo se inicia el incidente en Snipe?
-Los chilenos registran que un helicóptero, un Sikorsky S-55 de la aviación de la Armada Argentina, que era parte del grupo aéreo del rompehielos ARA General San Martín sobrevoló el islote. Eso avivó ciertas sospechas o alarmas de que estábamos preparando alguna ‘travesura’, cosa que no correspondía a un hecho real.
-¿Cuál podría ser esa ‘travesura’?
-Ellos sabían que ese helicóptero era grande o relativamente grande, que podría haber llevado un grupo de cuatro o cinco personas armadas a la isla para establecer una posesión... también podría haber hecho reconocimiento de la zona para luego hacer la posesión (Nota del redactor: el citado memorandum de la Armada Argentina aclaraba, en consonancia con lo que dice Troitiño, que el vuelo del helicóptero había tenido una “finalidad de investigación hidrográfica” para analizar las dificultades de navegación que se presentaban en la costa norte del islote).
-¿Qué pasó después del sobrevuelo del helicóptero argentino?
-Unos días más tarde, el 12 de enero de 1958, los chilenos ponen en el islote una baliza, que es como un faro más chico. Estaba “ciega”, sin iluminación. Tampoco se la veía mucho la pusieron en la costa y la isla tenía una forma de loma que la tapaba. Pero el 1 de mayo, el patrullero chileno Lientur le coloca a la baliza un artefacto luminoso que la hizo visible, algo que rompía el status quo que existía entre Argentina y Chile sobre la posesión de las islas del Beagle. Esto fue en coincidencia con el día de la asunción presidencial de Arturo Frondizi. Lo menciono particularmente porque todas las acciones que vinieron después y que llegaron a la ocupación del islote por una fracción de nuestra Infantería de Marina fueron dispuestas por un gobierno constitucional.
-¿Por qué cree que pusieron esa baliza los marinos chilenos?
-Fue una demostración de soberanía práctica, la que se nota. No solamente pienso que la isla es mía, sino que hago algo para demostrar que es mía. Eso fue plantar una baliza. Quisieron marcar el territorio. En resumen, ejercer soberanía.
-Usted dijo que con la baliza Chile rompió el statu quo, ¿cómo definiría ese concepto?
-Había un acuerdo firmado con Chile en 1881. La del Beagle siempre fue una zona de litigio y motivo de controversias. Nosotros creíamos que determinadas islas eran nuestras y ellos, supongo, estaban convencidos de que eran de ellos. El statu quo era no cambiar lo que había y no pasar a la agresión o al enfrentamiento entre las fuerzas. Había una convivencia pacífica, pero con un ojo abierto cada uno. Nosotros teníamos una base naval en Ushuaia y ellos, una importante en Punta Arenas.
-¿Cómo respondió la Argentina a la acción de la baliza por parte de Chile?
-La colocación de la baliza motivó que la Armada Argentina enviara al aviso ARA Guaraní, al mando del capitán de corbeta Gerardo Zaratiegui, a desmontar la baliza, cosa que se hizo el 7 de mayo. Se desmontó la estructura, se cortó con una sierra eléctrica y no la transportaron, sino que la tiraron al agua, ahí nomás donde estaría fondeado el barco, a pocos metros de la costa.
El incidente continúa
Pero el conflicto estaba lejos de haber terminado con ello. Un sobrevuelo posterior de una aeronave de la Fuerza Aérea Chilena comprobó, el 8 de mayo, que la incursión del ARA Guaraní no solo terminó con la baliza chilena en el fondo del agua, sino que los argentinos también habían dejado en la parte más alta de Snipe una baliza con una estructura metálica de unos cinco metros. Días más tarde, otra vez marinos chilenos llegaron al islote para retirar la baliza argentina. Fue el 11 de mayo, y la nave trasandina era el patrullero Lientur, comandada por el capitán de corbeta Hugo Alsina Calderón.
El 14 de mayo, el patrullero Lientur regresó al lugar de la disputa para rescatar del fondo del mar la baliza que habían desmantelado los marinos argentinos. Entonces, cuando un buzo llevaba adelante esa tarea, tres fragatas de la Armada Argentina se aproximaron a la zona del islote.
El propio capitán chileno Alsina Calderón relató en un informe llamado El incidente Snipe en la Revista Marina de Chile, cómo percibió ese momento: “Tomé los prismáticos y observé en la dirección indicada. Lo que vi parecía increíble y extremadamente peligroso. Las tres fragatas argentinas, navegando en línea de fila, acababan de cruzar el paso Mac Kinley y ponían proa directamente hacia el Lientur. La situación era sumamente delicada (...). Decidimos seguir trabajando como si nada pasara y esperar la reacción argentina. Las fragatas se acercaron hasta unos 3.000 metros de distancia y pararon sus máquinas (...). En esa situación, estimé conveniente recuperar el buzo y la chalupa, para lo cual se hizo la señal de ‘reunión’, que consiste en 3 pitazos, uno corto, uno largo y otro corto. El comodoro argentino, al mando de la División de Fragatas, escuchó los pitazos y creyendo tal vez que se trataba del saludo usual en la zona, contestó esta señal. Después de unos minutos, en que la tensión fue disminuyendo, las naves argentinas dieron avante y pasaron muy cerca del Lientur, justo a las 12,00 horas del miércoles 14 de mayo de 1958. El comodoro saludó con un brazo en alto y su saludo fue cortésmente contestado. Al alejarse, aumentaron su andar y desaparecieron en dirección al cabo San Pío”.
Más allá de este momento de tensión entre naves de las dos fuerzas armadas de los países vecinos en la zona del conflicto, el incidente parecía haber finalizado, puesto que, con la partida de la nave chilena, ya no quedaba ninguna baliza, ni argentina ni chilena, en el pequeño territorio del islote. Pero esto no duraría mucho tiempo. El domingo 8 de junio, el mismo patrullero chileno regresaba a Snipe para volver a levantar allí una baliza.
Ocupación del Islote
Ante este nuevo acto de Chile en el territorio en disputa, la Argentina, cuyas autoridades habían dado por terminado el conflicto, reaccionó. Así lo explicaba el mencionado memorandum informativo de la Armada: “Desgraciadamente, la esperanza del gobierno argentino se vio defraudada, por cuanto informaciones recibidas recientemente pusieron en su conocimiento que Chile, en un nuevo acto violatorio había instalado nuevamente un faro en el islote Snipe, lo que obligó al gobierno argentino, en defensa de la soberanía nacional, a ordenar a un destructor de nuestra marina de guerra que se destacase a aquella zona y procediese al retiro del faro y a la ocupación del islote”.
Fue así como, el 9 de agosto de 1958, en horas de la tarde, el destructor ARA San Juan, comandado por el capitán de fragata Carlos Coda, llegó al Snipe, descargó cuatro cañonazos sobre el islote y desembarcó allí a unos 80 infantes de marina para tomar posesión del lugar.
“Ahora la situación se puso mucho más seria”, escribió en su informe el capitán de fragata chileno Alsina Calderón, y explicó, siempre desde el punto de vista de su país: “Se había producido una invasión militar en territorio chileno. La Armada suspendió el plan de entrenamiento de la Escuadra y ordenó que toda la flota de combate se desplazara al sur, lista para entrar en acción”.
En la Argentina, en tanto, también había preparativos por si el incidente se agudizaba. Así lo explica el capitán de navío Troitiño: “Había unidades desplegadas en previsión de que se pasara a cosas mayores. Cuando se tomó la decisión de enviar el destructor ARA San Juan también se ordenó el despliegue desde la Base Aeronaval Punta Indio a la Base Aeronaval Auxiliar Río Gallegos y la permanencia allí en estado de alerta de dos divisiones de aviones F4U-5 Corsair de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Ataque. Era una demostración de fuerza, y una previsión de que por ahí había que usarlos”.
La resolución del incidente
En aquellos días invernales de agosto del ‘58, el incidente Snipe llegó a los medios de prensa nacionales y tuvo a la opinión pública en vilo. El presidente Frondizi, el canciller Carlos Florit y también las cúpulas militares vivieron días agitados. La tirantez entre ambos países era casi insostenible cuando el gobierno de Chile, encabezado por Carlos Ibañez del Campo, retiró de Buenos Aires a su embajador en la Argentina, José Maza Fernández.
Finalmente, antes de que le incidente se convirtiera en un conflicto más importante con enfrentamientos armados, ambos gobiernos descomprimieron la situación con un comunicado conjunto. “Las dos cancillerías emitieron un comunicado donde manifestaban un acuerdo que, en términos generales, establecía que se retiraban las fuerzas del lugar y se volvía al status anterior al 12 de enero”, explica Troitiño. Y añade: “Significaba que el islote se quedaba sin señalización alguna, ni chilena, ni argentina y significó, por supuesto, la retirada del barco de la fuerza expedicionaria argentina que había ocupado ese territorio”.
En efecto, el 17 de agosto de 1958, la prensa de la Argentina y de Chile difundía el texto del fundamental acuerdo que hablaba “del común deseo de superar todo motivo de desinteligencias” y constaba de dos puntos. El primero decía que se retrotraía la situación “de hecho y derecho del islote Snipe a la que existía antes del 12 de enero pasado”, mientras que el segundo punto señalaba que ambos países afirmaban su intención de “recurrir a los medios de solución pacífica de controversias internacionales” y acordaba “el mantenimiento de la situación existente hasta tanto se llegue a la demarcación definitiva”.
A través de los años, el Canal de Beagle volvió a ser motivo de conflicto entre ambos países. La situación volvió ponerse a punto de estallar en un conflicto bélico, con movimiento de fuerzas incluido, en diciembre de 1978. Entonces, sólo una intervención del Papa Juan Pablo II pudo detener la confrontación para la que ya se preparaban los gobiernos dictatoriales de Jorge Videla, en la Argentina, y de Augusto Pinochet, en Chile.
Finalmente, en 1984, con la firma del Tratado de Paz y amistad entre Argentina y Chile, que se basaba en el Laudo Arbitral del año 1977 (que Argentina no había aceptado en su momento), se terminó de definir la situación de límites en el Beagle y no se produjeron más conflictos. Se dictaminó que las islas Picton, Nueva y Lennox, así como los islotes adyacentes (como el Snipe) pertenecían a Chile, mientras que las islas Gable y Becasses se otorgaron a la Argentina.
Antes de firmar este tratado, en la Argentina se había realizado una consulta popular para saber si la gente lo aceptaba o no la letra del acuerdo. Pese a que no se trataba de un plebiscito vinculante, una amplia mayoría de los votantes, el 82,62 por ciento, votó por el “sí” al tratado. El resultado tranquilizó al presidente Raúl Alfonsín, que tenía la intención consolidar la paz con Chile.
Como sea, el incidente Snipe, que en su momento generó una tensión extrema entre dos países limítrofes, quedó prácticamente olvidado, al menos de este lado de la cordillera de Los Andes.
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