La construcción se remonta al Siglo XIII y más adelante las instalaciones se fueron ampliando. Sin embargo, su declive se inició en 1689 cuando los franceses lo atacaron y destruyeron casi por completo. Al reconstruirlo, un incendio cambió los planes
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Pocos escucharon alguna vez su nombre. En las agencias de viajes casi nunca se la menciona. Podría decirse que no tiene prensa. Sin embargo, la ciudad de Heidelberg, conocida como la más romántica de toda Alemania, es uno de los lugares más lindos de Europa que, al menos una vez en su vida, todos deberían visitar.
Situada a unos 90 kilómetros de Frankfurt y a 100 de Stuttgart, Heidelberg, cuya población es de apenas 160.000 personas, es una pintoresca y alegre ciudad que se puede recorrer en apenas un día. Es más, si uno llega temprano por la mañana hasta se puede caminar de una punta hacia la otra sobre la calle principal, la peatonal Hauptstraße, y disfrutar de los coloridos negocios que llaman la atención por sus fachadas típicas alemanas. Si queda algo de tiempo por unos 15 euros se puede saborear un schnitzel, un típico plato alemán que es muy similar a las milanesas, que viene servido con papas fritas y arroz.
Una construcción que data del Siglo XIII
Antigua capital del Palatinado, en el corazón de Baden-Wurtemberg y a orillas del río Neckar, Heidelberg es una ciudad llena de vida donde los lugareños son muy amables y celebran que uno le dedique, al menos unas horas, a conocer algunos de sus lugares más bellos.
Cuando los turistas buscan en Google qué hacer en Heidelberg o si prefieren preguntar en los comercios, irremediablemente la primera referencia que aparece es la de visitar el castillo de esa ciudad cuya construcción data del Siglo XIII.
Durante los siglos posteriores las instalaciones del castillo se fueron ampliando con la incorporación de nuevos edificios que mostraban unas magníficas fachadas de estilo renacentista. Sin embargo, su declive se inició en 1689, durante la Guerra de los Nueve Años, cuando los franceses lo atacaron y destruyeron casi por completo.
Más allá de que con mucho esfuerzo se empezó a reconstruir, en 1764 un inesperado y devastador incendio lo dejó casi en ruinas como se lo puede ver en la actualidad.
¿Cómo se llega al castillo?
Situado sobre una colina y rodeado de densos bosques, este lugar está considerado como una de las ruinas más románticas de toda Alemania, razón por la cual suele ser muy visitado por jóvenes parejas de enamorados.
Al castillo se puede llegar de dos formas. La más fácil es subiendo por un funicular, una especie de tren algo empinado que tiene varias paradas hasta llegar a la cima. De esta forma suelen acceder las personas mayores y los niños en edad escolar que realizan la excursión acompañados por sus docentes.
Sin embargo, para los que son más osados la propuesta consiste en subir desde el centro de la ciudad aunque la advertencia es que el recorrido, con alguna parada para tomar agua, hacer una pausa y tomar más fuerza para seguir ascendiendo, dura algunos minutos más que los 15 que responden las personas del lugar cuando uno le pregunta cuánto tiempo se tarda en llegar al castillo. Lo mejor de esta opción es que uno puede ir tomando fotografías a medida que va subiendo. Y el paisaje, aseguran quienes hicieron ese recorrido, vale la pena.
“Es un lugar emblemático e imprescindible para apreciar”
Una vez que se llega hasta la cima del castillo se observa una oficina un tanto estrecha y una gran cantidad de personas que hacen fila para abonar los 9 euros que les permitirá poder acceder a la zona turística. Sin embargo, tendrán que invertir otros 5 euros para adquirir la audioguía. Pero ojo, si no contratan a alguno de los guías profesionales que trabajan en el lugar no podrán acceder a las habitaciones principales.
Desde el 2016 que María Agustina Gómez Alessio (40 años) vive en Heidelberg junto a su marido y a los pocos días de llegar al lugar decidieron realizar la excursión por el castillo. Casi que no perdió tiempo. Quería comprobar con sus propios ojos aquello que tan bien le habían “vendido” otros argentinos que hacía más tiempo que vivían allí.
“Lo que más me llamó la atención fue la antigüedad de este castillo y que todavía se encuentre en un gran estado de conservación tanto afuera como adentro. Junto con de la universidad de Heidelberg (la más antigua de Alemania creada en 1386), el castillo es un lugar emblemático e imprescindible para apreciar en esta ciudad. El plus que tiene son sus vistas. Estás en la cima que tiene las mejores vistas de la ciudad y del rio Neckar para hacer grandes postales”, describe María Agustina.
“Me quedé sacando fotos como si fuera un chico”
Lo que María Agustina cuenta es lo sienten la gran mayoría de turistas que visitan este icónico edificio de Heidelberg. Al ingresar a la parte descubierta a los chicos y a los grandes se les ilumina la cara ya que parece que se encuentran envueltos por esta gran construcción en ruinas. Resulta inevitable no mirar hacia arriba para regodearse con esas estructuras que parecen enormes e indestructibles.
“Me emocioné cuando me acerqué a una de las barandas con esa vista imperdible de las casitas con tejados rojos que rodean de un lado al otro al río Neckar separados por un puente. Me quedé sacando fotos como si fuera un chico. Estaba feliz. Nunca había estado en un lugar así. Y después le grabé un video a mi hija mostrándole el castillo”, cuenta Rubén F. (38), que en octubre de 2022 estuvo unas horas en Heidelberg en un recreo que se tomó de un viaje de negocios por Mainz.
¿Qué otras cosas se pueden ver?
En torno al castillo se despliegan unos agradables jardines que pueden visitarse libremente y en el que destaca un bonito arco barroco cubierto de animalillos, regalo del príncipe Friedrich V a su esposa.
Uno de los guías, hablando en inglés, le señala a un grupo de turistas suecos el Schlosshoff o patio central, el lugar más emblemático del castillo, rodeado de edificios de distintas épocas entre los que se encuentra Friedrichsbau, cuya fachada está cubierta con estatuas de los condes y príncipes del Palatinado.
A su izquierda se ubica el edificio de Otto-Heinrich, considerado una de las más importantes construcciones renacentistas en Alemania, que llama la atención por sus 16 figuras alegóricas donde tienen cabida héroes como Hércules o Sansón, virtudes como la Esperanza y la Justicia o personificaciones de los planetas como Marte o Venus.
El Museo de la Farmacia y el barril de vino más grande del mundo
Otra de las cosas que más llama la atención es el Museo de la Farmacia, al que se accede por el patio principal, que registra los avances y los descubrimientos de la farmacología y que se ven expuestos en una colección que incluye instrumentos, recipientes, dibujos y muestras de plantas y semillas. Muchas familias se detienen en este lugar y los niños se divierten unos instantes jugando a que son los vendedores y sus padres los clientes que quieren adquirir medicamentos.
Que en un castillo del siglo de XIII se pueda apreciar este tipo de museo no parece algo tan común. Pero menos habitual es toparse con el barril de vino más grande del mundo que tiene una capacidad aproximada de 300.000 litros.
En tiempos mejores con este barril, que se deja ver en un sótano, podían beber vino hasta 5.000 turistas que subían al castillo para celebrar grandes fiestas. Sin embargo, desde hace por lo menos unos 100 años que este barril ya no produce más esta bebida alcohólica.
“Le habrán dado de tomar vino a todo Heidelberg”
Romina Minen (34) es una argentina que vive en Nueva York y en octubre de 2022 estuvo tres días de paseo por Heidelberg en un viaje que incluyó estadías en Berlín, Potsdam y Hamburgo.
“Me pasó que cuando entré al ala del castillo donde me habían dicho que estaba el barril, vi uno de madera como de tres metros de altura y enseguida empecé a sacarme fotos. Cuando terminé, di la vuelta y vi el verdadero gran barril que ocupaba una habitación entera. Me pareció muy grande, le habrán dado de tomar vino a todo Heidelberg”, cuenta Romina, entre risas.
El castillo es, sin dudas, uno de los símbolos de Heidelberg, una ciudad que destila felicidad y refleja esa magia especial que se percibe a toda hora del día lo que hace que los turistas que se acercan para conocerla se enamoran y, quienes pueden, vuelven más de una vez para disfrutar a pleno de esos encantos.