Ice Lady Patagonia: el barco del fin del mundo
La Asociación de Exploración Científica Austral está integrada por un grupo de exploradores y científicos que compró el rompehielos finlandés Ice Lady. Entre sus emprendimientos se encuentra la búsqueda de restos de submarinos nazis presuntamente hundidos en la costa patagónica; en uno de ellos habría viajado Adolf Hitler. Esta es su historia
Una gran guerra, un dictador en fuga y un viaje en submarino atravesando el océano. Suicidios dudosos, naves hundidas y exploradores aventureros. Lo que parecería ficción está lejos de serlo.
La fábula logró hacerse realidad con la fuga de Alemania de decenas de submarinos tras la Segunda Guerra Mundial. Seis de las naves que, se supone, ocultaban a jerarcas nazis habrían viajado hacia el sur de la Argentina, pero dos se rindieron en las cercanías de Mar del Plata (ver fotos abajo). La desaparición del resto, sumada a las dudas sobre el paradero de Hitler, ha dado pie a las más diversas teorías. Algunas sostienen que en uno de esos navíos viajaba el Führer con sus riquezas. Cincuenta y nueve años después, un grupo de expedicionarios argentinos autofinanciado compra un rompehielos y explora los mares del sur argentino en busca de los submarinos y los tesoros que habrían llegado con el dictador.
La historia sobre la muerte de Hitler comenzó a escribirse a las 15.20 del lunes 30 de abril de 1945, pero aún es un misterio. Las dudas sobre su desaparición estaban planteada desde el origen mismo de la noticia. "Hitler muerto en la cancillería, dicen los nazis", dudaba un título de The New York Times.
La versión oficial, luego desmentida, dio cuenta de que el Führer había disparado a su mujer, Eva Braun, que luego se había suicidado y que ambos cadáveres fueron rociados con nafta e incendiados.
"No hay ningún elemento que indique que Hitler haya muerto –afirma Carlos Di Nápoli, autor junto con Juan Salinas del libro Ultramar Sur–. Sólo se encontró un cadáver semiquemado y no era de él."
Lejos del suicidio, otras versiones sostienen que la atribulada mente del Führer urdía otro plan. Acosado por las bombas enemigas y entre los desvaríos de los últimos días, Hitler habría planeado un escape.
"Ultramar Sur fue la última operación secreta del Tercer Reich –cuenta Di Nápoli– y consistió en la fuga en submarino de unos 50 jerarcas nazis hacia nuestras costas."
En una huida frenética, veinte sumergibles habrían escapado de Alemania con rumbo a las costas de Noruega y de ahí, seis habrían zarpado hacia la Argentina. La leyenda fue tomando color cuando, más de tres meses después de la rendición alemana, los diarios de todo el mundo publicaron las fotos en blanco y negro de dos submarinos nazis, que tras hundir cuatro barcos llegaron para rendirse en la costa de Mar del Plata. "No hay documentos históricos que permitan fundamentar la fuga de Hitler, pero sí prever que los que venían no eran personajes secundarios", explica Di Nápoli.
A Jorge May ni se le ocurrió que el fantasma de Hitler se cruzaría en su camino cuando hacia fines de 2000 pensó en comprar un barco para usarlo como base de encuentro de un grupo de amigos. "En vez de tener un yate en el Tigre para sacarlo cada tanto, pensé que sería mejor tener algo en común que pudiera estar activo los 365 días del año", explica el empresario.
La idea original ya era ambiciosa; no sólo incluía viajes turísticos y deportes náuticos, sino que pretendía incentivar el espíritu de investigación de los mares del Sur y el continente antártico y difundir los conocimientos en tareas educativas.
La cooperativa, que pretendía "hacer converger la investigación científica multidisciplinaria y la necesidad de preservar y difundir riquezas naturales desconocidas por gran parte del planeta", era un hecho una vez convencidos los quince amigos del grupo inicial. El desafío entonces fue encontrar una embarcación capaz de navegar las aguas hostiles del fin del mundo. Así, tras una tediosa búsqueda, apareció el Ice Lady, un rompehielos construido en Finlandia y destinado a patrullar las costas de Noruega para impedir el espionaje soviético. "Es un barco muy marinero, capaz de navegar con cualquier tiempo", cuenta May.
Si bien para los integrantes de la asociación el sueño ya era una realidad, nada les impidió apostar a más. La misión más pretenciosa llegó con la aparición del libro de Salinas y Di Nápoli. Allí los autores sostienen que los submarinos nazis que nunca se encontraron estarían hundidos en la zona del golfo San Matías, entre San Antonio Oeste y península Valdés.
"En nuestras expediciones hacia la Isla de los Estados teníamos casi como paso obligado el golfo, así que enseguida nos contactamos con Di Nápoli para organizar la búsqueda", cuenta Martín Massun, de 39 años, integrante del grupo fundador.
Luego de recorrer el mismo camino que habrían hecho los submarinos alemanes, el Ice Lady Patagonia parece estar predestinado a remover esas arenas del pasado. A esta expedición se sumaron investigadores, historiadores y documentalistas. "Somos una sociedad insólita –dice Massun–. Entre gente que ama la aventura y científicos que llevan años estudiándolo y que ahora encuentran en nosotros un medio para lograr cosas que, de otra forma, serían imposibles."
Para saber más
- Asociación de Exploración Científica Austral; 4314-2354 http://www.buquepatagonia.org
La dama de hielo
El Ice Lady Patagonia realizó hasta hoy más de una decena de expediciones y el proyecto logró permanecer a flote navegando las tempestuosas aguas de la peor crisis argentina. "Ningún implemento baja de los 10.000 dólares", cuenta Massun. Sólo el tanque del yate carga unos 60.000 litros de gasoil, de los que gasta de 2000 a 4000 por día.
Atendiendo estas necesidades y para no ver naufragar su proyecto, el club de expedicionarios decidió abrir su asociación a nuevos aventureros. De los quince originales creció a sesenta en la actualidad, entre los cuales hay europeos, un egipcio y un norteamericano.
Hay que pagar una cuota para integrarse en calidad de miembro expedicionario, que además habilita a un viaje a la Isla de los Estados.
Para ingresar en la agrupación hace falta dinero, es cierto, pero con eso no alcanza. "Por lo general, el que se mete en esto no es muy normal –bromea May–. Somos todos personajes bastante especiales." No caben dudas al respecto.