Humor inglés, ese código que todos... ¿manejamos?
El reencuentro de los Monty Phyton causa furor en el mundo pero, aquí, muchos los definen como elitistas
Un Ministerio de los Pasos Tontos encargado de subsidiar formas ridículas de caminar; un noticiero para loros, que titulaba "Ningún loro murió hoy en un accidente en la ruta", y un cuadro musical que daba consuelo a un depresivo mostrándole qué insignificantes eran sus preocupaciones al lado de la inmensidad del universo. Ésas son algunas de las perlas que nos dejó el mítico grupo Monty Python, ícono del humor inglés, que luego de consagrarse en la década del 70 en TV y cine vuelve a reunirse en un teatro para dar un show de despedida... ¿definitiva?
Cuarenta y tres segundos tardaron en agotarse las entradas para el espectáculo del 1 de julio en el O2 Arena de Londres, que será transmitido vía Sundance Channel (canal 513 de DirecTV). La excusa son los 40 años desde la última transmisión de su legendario programa Monty Python's Flying Circus, que, a pesar de su tono incorrecto, era transmitido por la BBC. La pregunta es, ¿tendrá este evento repercusión en nuestro país?
El humor inglés goza de prestigio y de muchos defensores. Decir que una expresión cómica viene de las Islas Británicas es hacer un voto de confianza sobre su calidad, junto con una indicación de su sofisticación, su sutileza y su sarcasmo. Pero ¿en qué se basa la buena fama del humor inglés? ¿Estamos todos preparados para entenderlo y reírnos con él? ¿O a la distancia geográfica que de por sí oficia de obstáculo para compartir el código se suma un carácter elitista, para un público reducido? Quienes dominan el campo del cine y la televisión aseguran que los Monty son claramente un producto de elite. "No me parece que en la Argentina los Monty Python sean exitosos más allá de los núcleos cinéfilos o con cierto acceso cultural", afirma Hernán Panessi, periodista especializado y cultor de la psicodelia animada y el humor delirante que ofrecía el grupo británico. Juan Faerman, guionista de humor, acuerda con él: "En realidad, en la Argentina, los Monty Python son consumidos por una elite del mundillo cultural. Creo que son bastante populares, pero no masivos. De hecho, salvo la transmisión próxima, no recuerdo que alguna vez se haya emitido alguna de sus películas o programas en un canal de aire".
El punto es que vuelven todos, con la dolorosa ausencia de Graham Chapman, el protagonista de La vida de Brian, fallecido en 1989. De allí el juego de palabras que da nombre al show: Monty Python Live (Mostly), casi en vivo, por la edad que tienen y porque les falta Chapman.
En algún momento se corrió el rumor de que los Monty, confiados por el entusiasmo que despertó su regreso, aspiraban a llegar a todo el planeta, con una retransmisión del evento en 1500 teatros alrededor del globo. Pero aquí, en Buenos Aires, sus seguidores, todavía, no han sido informados de ningún convite.
Las Invasiones Inglesas
Ahora bien; si los Monty Python son un ejemplo del humor inglés sofisticado para una minoría, Benny Hill es, por el contrario, el capocómico popular. Ese británico de cara redonda y aspecto simpático, recurriendo a la picaresca y al chiste verde que lo emparentaban con Olmedo y su Mano Santa, caló hondo en el gusto argentino. Así, a comienzos de los 90, las repeticiones de Benny Hill se mantuvieron durante cuatro años en la señal Telefé, mientras que los episodios de Monty Python's Flying Circus con esfuerzo se dejaban ver en algún archivo de coleccionistas.
Fiorella Sargenti, periodista especializada en televisión, intenta encontrar el punto en común de estas formas de humor inglés aparentemente tan disímiles. "Las dos salen de la cosa border, escandalosa, sucia del music hall de la época, pero los Python lo refinaron a pura sátira y absurdo, mientras que Benny Hill se quedó en la chanchada de tipo adolescente", opina Sargenti.
Aunque sin tanto éxito como Benny Hill, otro representante del humor inglés fue Mr. Bean. Su humor físico tipo slapstick (caídas, torpezas, fallidos) lo acercaban a Benny Hill, aunque su apuesta para conquistar la risa era la exposición de su propia vulnerabilidad. Y tan inglés lo sienten los ingleses que en 2012 lo pusieron a animar los Juegos Olímpicos que les tocó albergar en Londres.
Claro que si se trata de humor inglés con llegada en nuestro país, un caso peculiar es el de Austin Powers. Se trata de un espía inglés construido desde la mirada norteamericana. "Aunque el personaje es inglés y Mike Myers lo es un poquito por ser hijo de británicos, me parece más una parodia del inglés al estilo estadounidense", explica Faerman, quien, al igual que Sargenti, tampoco la inscribiría dentro de la tradición de las Islas. "Austin Powers para mí es una sátira hollywoodense bastante poco efectiva de todo ese carisma inglés", afirma Fiorella.
Pero ¿qué es lo que distingue al humor inglés de lo "hollywoodense" o del humor argentino? "Si bien Benny Hill, Mr. Bean, Austin Powers y los Monty son productos bien diferentes entre sí, creo que comparten un ADN volcado a cierto cinismo, gestos absurdos y, solapadamente, portan una carga de ácida crítica social", señala Panessi.
Para Faerman la clave está en la sutileza y en no entregar los significados servidos en bandeja. "Es un humor que se caracteriza por no subestimar al espectador, demandándole cierta información previa y algo de esfuerzo. En ese sentido, hasta me atrevería a decir que Les Luthiers suele tener bastantes toques de este humor", traza el crítico un paralelismo con los argentinos. Para Fiorella Sargenti la cultura inglesa es flexible e integra bien a los opuestos, lo grotesco y lo sutil. "Los ingleses son teatro shakespeariano, literatura inmortal y, al mismo tiempo, reyes del periódico amarillo y el chimento. Nunca le tuvieron miedo a ningún tema (sexual, social, moral) y eso se mantiene hasta el día de hoy. Tienen la virtud de poder ser irónicos y punzantes aun desde el humor físico."
Hay muchos que permanece indiferentes, pero hay otros que anhelan este reencuentro con ansiedad. En este último caso, quizá sea la versatilidad la que permite una buena recepción del humor inglés, esa conciencia de ser un crisol de razas, con el sainete que mezclaba lo gallego, lo tano, lo ruso y lo francés, en el fondo de nuestra historia popular. Para ellos, a la hora de consumirlo, el humor funciona como un vehículo universal escindido de su origen. "Todos -los norteamericanos, los británicos, los españoles, los criollos-, a su modo, hacen buen uso del humor. Pero, eso sí, el dream team es inglés y se llama Monty Python", sentencia Panessi.
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