Con aciertos y errores, volvió a empezar en Barcelona, donde apostó a una relación con alguien que realmente no conocía en profundidad y transformó su carrera de abogada, conquistando el mundo empresarial en un rubro impensado
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Aylen Mondillo había tomado la decisión de irse a vivir a Barcelona seis meses antes de que sus padres o sus amigos lo supieran. Comunicar ciertas noticias no siempre es fácil y, en su caso, existían varios motivos que aplazaban su determinación a hablar. Para todo padre, ver a sus hijos alejarse es doloroso, pero como hija única, presentía que la tristeza podría ser más punzante. Sus padres, por otro lado, estaban separados, y ella vivía con su papá, con quien tenía una relación entrañable, de cómplices, difícil de dejar atrás. Sin embargo, con la decisión de emigrar, Aylen sabía que también había llegado el momento de revelar otra noticia: se iba por amor hacia una mujer con la que mantenía una relación a distancia.
“Cuando finalmente se los dije tenía todo super claro de mi parte. No se esperaban el anuncio de que me fuera a Europa, y lo primero que me preguntaron fue con quién me iba a ir y ahí también se sorprendieron, ya que con mi emigración, salí del closet con mi familia”, revela Aylen.
“Por suerte no tuve problemas y me aceptaron, pero sé que para mi familia fue todo de repente. Por mi relación tan cómplice con papá, sé que para él fue un baldazo de agua fría que me fuera, aunque no lo dijera. Por otro lado con mi madre también fue toda una historia, me decían los dos que me iban a extrañar mucho, y también estaban preocupados por mi futuro: de qué manera me iba a ir, dónde iba a estar, pero nunca me lo expresaron tan directamente. Lo que agradezco de mi familia es que siempre me dejaron ser libre”.
Nuevo país, convivencia inédita y transformación profesional: “Fue un desafío”
Las despedidas son fuertes y Aylen jamás olvidará la suya, en enero de 2019. Su decisión, casi impulsiva, transformó aquel puente aéreo en un torbellino emocional. Como abogada, había renunciado a un trabajo temporal en el sector legal municipal y sentía que valía la pena arriesgarse al cambio, aunque la incertidumbre también la acosara.
Lo cierto era que mucho podía salir mal, tenía pocos ahorros y a su pareja poco la conocía realmente: jamás habían convivido ni tenía la certeza de que su vínculo pudiera durar. Sin embargo, en sus pensamientos se aferró del apoyo incondicional de sus padres y amigos, que si bien también se habían sorprendido con su anuncio, la alabaron y felicitaron por su valentía. Por otro lado, la ilusión de conocer Europa que traía desde niña, le sirvió asimismo como motor para que la felicidad fuera su emoción predominante.
La llegada, aun así, fue turbulenta, en especial por el impacto cultural en una ciudad con semejanzas a Buenos Aires, pero con diferencias notorias, que la impulsaron, ante todo, a inscribirse en las clases gratuitas de catalán en el ayuntamiento.
“La pareja fue un desafío. Mi relación venía de un año y unos meses a distancia, con algunas visitas de España a Argentina y viceversa. A partir de mi llegada definitiva comenzó el aprendizaje de la convivencia. Y también, en lo profesional, emigrar significó reformular mi carrera”.
El fin de la luna de miel y el comienzo de la nueva vida: “Todo fue prueba y error”
A pesar de la turbulencia de los primeros días, la alegría prevalecía en el corazón de Aylen. Todo era nuevo, todo era diferente, y aquella sensación la mantuvo en un comienzo alejada de ciertas preocupaciones fundamentales, tales como de qué iba a trabajar. Durante esa etapa de “luna de miel”, la joven argentina se mantuvo con sus pocos ahorros y el apoyo de su pareja, hasta que llegó el momento de acomodarse en su nueva realidad.
Para hallar su espacio en un nuevo mundo, aparte de aprender catalán, Aylen decidió actualizar su inglés. A su vez descubrió que podía transformar su carrera, que resultó su puerta de entrada al mercado laboral y la independencia.
“Hasta ese entonces, con 25 años ( ahora tengo 32), vivía con mi padre, y trabajaba para pagarme mis cosas, pero hay cuestiones como pagar facturas, la compra del mes y tanto más, que no tenía la costumbre hasta que llegué acá, por lo cual me ayudó a evolucionar y mejorar, aunque todo fue prueba y error”.
“Entrar en lo cotidiano significó también asimilar otras costumbres. Me sorprendió que los españoles desayunan super tarde, a las 10/11 de la mañana, y almuerzan a las 14/15 de la tarde. De hecho, todavía sigo teniendo la costumbre argentina de desayunar temprano y cosas dulces más que saladas. En España también toman cerveza por la mañana, algo que solo vi en Brasil”.
“Lo que me encantó enseguida es el fideu ( que es parecido a la paella) y los calcot que se comen en febrero/ marzo y es muy tradicional de Catalunya y riquísimo (es como una cebolla de verdeo con salsa romesco)”, continúa. “Otra cosa positiva de Barcelona es la conexión a través de los medios de transporte que tiene, es espectacular, igual que su vida cultural y sus avances tecnológicos”.
Vida laboral, vida social, calidad de vida: “Los argentinos somos muy adaptativos”
Desde su llegada, un cable a tierra para Aylen fue la playa. Amante de los viajes, apenas pudo, comenzó a recorrer España y otros países europeos, y en aquellas travesías descubrió el placer que sentía al regresar a tierra catalana, a su cotidianeidad en la cual cada día podía dar su paseo por la playa y disfrutar del Mediterráneo: “Siento que cuando voy a la playa un día común y corriente parece que estoy de vacaciones, creo que suma mucho tener naturaleza alrededor de la ciudad”, dice al respecto.
Como abogada, homologar el título de Derecho significaba adentrarse en una odisea casi imposible, sin embargo, Aylen encontró el camino para transformar su carrera, tras apostillar su título e inscribirse en un máster en Ciberseguridad y Protección de Datos, que costeó trabajando de camarera, logró abrir las puertas dentro del mundo empresarial en España, donde hoy se especializa también en inteligencia artificial: “Y como mi novia estaba en Barcelona pude hacer rápidamente mis papeles para estar legal en España”.
“También veo que hay más oportunidades, ya que en Latinoamérica quizás una persona de 32 años ya es `vieja´, en este caso en España no es así. Al ser una ciudad muy conocida, también podes hacer buenos contactos laborales, y poder ampliar la red fácilmente”, agrega.
“La calidad de vida mejoró desde mi punto de vista, ya que trabajo y me alcanza para hacer mis cosas, viajar y ahorrar, algo que quizás no podía antes, y es algo que pensé cuando emigré. También tengo más seguridad, puedo caminar sola de noche (no te digo que no pasen cosas, hay barrios más inseguros), pero en cinco años nunca me pasó nada y vuelvo tranquila como mujer a mi casa”.
“Una cuestión extraña es que a nivel laboral quizás son muy especialistas en la profesión, quizás los argentinos generalmente somos más transversales y sabemos un poco de todo, en España se especializan mucho en una cosa y no se meten en otra. Los argentinos sabemos que podemos `atar algo con un alambre´ y seguir adelante. Somos muy adaptativos”, continúa Aylen, quien tiene una cuenta de Instagram desde la cual comparte sus viajes, consejos para el emigrante y el lado b.
“Dentro de lo negativo, al emigrar es complicado volver a tener un grupo de contención, en mi caso cuando emigré no tenía ningún amigo, ni ningún conocido más que mi pareja, lo que me hizo tener que abrirme otra vez al mundo social, ir a distintos eventos para interactuar. Como es tan cosmopolita la ciudad, quizás es más complicado hacer un grupo fuerte, ya que muchos van y vienen o están de paso”.
“Los catalanes al principio son tal vez un poco más cerrados que en otro lado de España, luego son más flexibles a medida que los van conociendo”, explica. “Una cosa que debo decir que me sorprendió es que no tienen muy incorporado ir al psicólogo, y lo toman como medio negativo no sé por qué”, agrega Aylen.
Regresos y aprendizajes: “Siempre vas a ser un extranjero por más que tengas DNI español”
Libre. Así se siente hoy Aylen, una mujer que cinco años atrás dejó Argentina para iniciar una nueva vida en Barcelona, sin la certeza de un futuro seguro, pero con aquella paz interior invaluable que solo otorga el hecho de saber que las decisiones tomadas han sido propias y auténticas.
Para Aylen, empezar de nuevo en otro país, apostar por una convivencia rodeada de costumbres foráneas y reinventarse en el camino profesional, no ha sido sencillo, pero hoy más que nunca comprende que así es la vida: llegamos a umbrales que, si nos atrevemos a cruzar, indefectiblemente nos proveen crecimiento, sin importar el resultado.
A su tierra, Argentina, intenta regresar cada año. Su familia ha sido testigo de su vida en España una sola vez: “Es de recursos medios- bajos y no hay posibilidad de que vengan todos los años, pero yo trato de quedarme al menos un mes en Argentina”, continúa Aylen.
“Siempre que voy me pongo feliz, pero las despedidas son fuertes, uno siempre vuelve a los lugares que amó, te llenás de energía, pero también cuando te vas queda ese vacío, quizás en un mes volvés a tu rutina pasada y es un shock regresar a Barcelona nuevamente. Por más que tengas apoyo sentimental estando lejos, estás sin tu familia y sin tus amigos de toda la vida”, agrega pensativa. “Además tengo un amor especial por mi abuela que es muy grande ya, por lo cual siempre que me despido, pienso en si será la última vez que la vea”.
“En este camino de vida que tomé fui aprendiendo a adaptarme a los cambios culturales, de costumbres y de profesión, a ser flexible en aprender cosas nuevas, y a poder estar cerca aunque esté lejos de mis seres queridos, de otra manera, ya sea haciendo alguna sorpresa de lejos, un mensaje de texto en el momento concreto, una llamada”.
“Cada experiencia, error o acierto, me ayudaron a crecer, mejorar y evolucionar en mi proceso migratorio. Y a nutrirme de distintas culturas, hay cosas que creía que eran de una manera, y eran diferentes. Cuando vine a Europa tenía una expectativa muy alta, como a muchos nos pasa, y no es todo color de rosa, siempre vas a ser un extranjero por más que tengas DNI español, solo queda en vos adaptarte y también hacerte `amigo´ de esa idea”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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