En Fuimos reyes, Mariano del Mazo y Pablo Perantuono narran y piensan la genealogía y el mito de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
¿Cómo contar un fenómeno ideológico-musical que atraviesa todas las clases sociales? ¿Qué estrategias se utilizan para comprender una pasión imperecedera? ¿Es posible escindir el crecimiento exponencial de una aventura independiente sin remitirse a la historia de un país? Y, finalmente, ¿de qué manera acercarse a la intimidad de la banda más grande de Argentina? Son todos cuestionamientos que hay que tener en cuenta cuando uno se anima a pensar esa entelequia llamada Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Un grupo que desde sus orígenes supo construir una mística propia y establecer las condiciones necesarias para convocar el placer y el goce. Que eso luego se transformara en una saga interminable de malentendidos que confluyeron en un éxito económico desmesurado y en la disolución de la banda no oculta el hecho de que Los Redondos siempre fueron un grupo de personas que quisieron trascender los límites de las estructuras sociales y culturales de convivencia y, por supuesto, saltar los decorados del rock tal cual los conocemos. Fue un largo camino. Contarlo también implica aventurarse en un laberinto de interpretaciones y hechos cruzados que forman un reflejo un tanto defectuoso. Pero que, como los buenos mitos, resulta ser lo que nos toca recibir y, a partir de ahí, tratar de encontrar un significado a todo eso.
En ese sentido, la lectura de Fuimos reyes (Planeta), de los periodistas Pablo Perantuono y Mariano del Mazo, es toda una experiencia porque tiene todos los componentes de una biografía clásica y tradicional, pero el punteo que define la nota extra que enriquece el tema pasa por saber que la existencia de una banda como Los Redondos estuvo edificada desde sus cimientos, y con el tiempo ensanchada, por muchos corazones más que aquellos que formaban el núcleo duro y fundador: Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli. Es decir, el acontecimiento social conocido como "Los Redondos", que incluyó discos long sellers, shows caóticos con un público que mutó de intelectual a lumpen, la poderosa imaginería visual y trascendente de Rocambole, un caso emblemático de "gatillo fácil" (Walter Bulacio) y el pogo más grande del mundo, fue creciendo a instancias de otros eventos que tuvieron su vital influencia como para que el grupo deviniera en lo que finalmente fue: un cúmulo inentendible de hechos inesperados y, claro, una fuerza de la naturaleza.
Pero también, y a veces cuando se habla de esta banda la gente se olvida de esta cuestión, estaban la música y las letras del Indio. Con un sonido rockero que fue volviéndose cada vez más complejo a nivel sonoro y la capacidad infatigable de Solari para convertir versos en consignas, en haikus de autoayuda o en eslóganes que definen un destino, Fuimos reyes se encarga de estudiar y analizar el componente artístico de Los Redondos y cómo fueron dándoles un nuevo sentido a las palabras "ambición" e "independencia".
Y, como todo grupo que se vuelve un representante de la historia de un país, la vida sinuosa de Los Redondos es considerada también en relación con los hechos que están marcados en el calendario social de estas últimas décadas. Dentro de ese contexto de análisis, Fuimos reyes logra, por momentos, desmontar lo inteligible del fenómeno, desmitificar lo inaprensible del conjunto y, con la certeza que da el tiempo transcurrido, visualizar los engranajes que se pusieron en funcionamiento para que el grupo pudiera acceder a un sitial privilegiado y de poder.
Un párrafo aparte para el excelente capítulo, el intermezzo, sobre el caso de Walter Bulacio. En ese hecho de "gatillo fácil" y violencia policial se conjugan una serie de factores que conforman, también, todo lo que rodeó la vulgata neófita del fenómeno "Redondos": clases sociales desfavorecidas, abuso de autoridad, peligro inminente, fanatismo injustificado y la misa como salvación de la rutina cotidiana. Y, además, este suceso desafortunado y evitable significó, para el universo ricotero, un evidente cambio de paradigma. A partir de entonces, las cosas fueron diferentes para el grupo y tuvieron que replantearse su logística y el sentido del recital en vivo como forma de comunión.
Fuimos reyes es una biografía que intenta, recurriendo al pensamiento, el análisis, los testimonios, los datos duros y la reflexión como armas de fuego reveladoras, buscar sentidos y también se plantea el desafío de hacer comprensible la vida inexplicable de una banda que, como pocas, marcó para siempre al rock argentino.
Literatura ricotera
Fuimos reyes forma parte de una serie de obras que ya conforman un género en sí mismo y debería tener su espacio en las librerías o bibliotecas de los fanáticos. Hablamos de la literatura ricotera. Y cada uno de estos libros configura una arista de comprensión frente a la magnitud de la historia, y las repercusiones, del fenómeno de Patricio Rey: desde las biografías tradicionales como El hombre ilustrado de Gloria Guerrero, Banderas en tu corazón de Marcelo Gobello, Yo no me caí del cielo de Patricio Cermele y A brillar, mi amor de Jorge Boimvaser, o una biografía oral y divertida como 100 veces Redondos de José Bellas y Fernando García, o libros que buscan interpretar las canciones o la trascendencia social de la política ricotera como La cuadratura de la redondez de Ariel Magnus, Redondos, a quién le importa. Biografía política de Patricio Rey de Perros Sapiens, Filosofía ricotera de Pablo Cillo. Además de otras ficciones, como No lo soñé de Gustavo Tarantuviez, ilustrado por el ex bajista del grupo, Semilla Bucciarelli. Son obras, en algún sentido, complementarias, a las que se pueden sumar los documentales, y que configuran un mapa literario amplio y sin precedentes dentro del rock nacional.
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