Historias de mochilas, utilitarias y más chic
Las mochilas o backpacks irrumpen en versión chic y utilitarias según los zigzagueos de los ciclos de la moda. En 1990, las mochilas ingresaron en el imaginario de las carteras de las ejecutivas: desde el mercado de lujo, Hermès ideó el modelo Kelly á dos; Gucci las plasmó en tonos rosa y en amarillo. En el mercado norteamericano, DKNY la trazó en rafia emulando bolsas de picnic para almorzar en Central Park y Anna Sui ideó mochilas que reprodujeron las siluetas de sus perros en tonos oro y plata. Pero entre unas y otras corresponde destacar la mochila ideada por Miuccia Prada en nylon y otras de texturas más afines popularizada por la firma de equipaje Fratelli Prada (sus míticas mochilas negras datan de 1985).
Desde 2013 hasta la actualidad, las espaldas y las vidrieras exhiben un nuevo revival de la mochila: Christophe Lemaire la usó para suplantar a la Birkin, y Marc Jacobs y Marni las sumaron a sus lookbooks. En 2014, Chanel lanzó una edición de mochilas de lino pobladas de grafitis, provista del logo doble C y estampas que simulaban aparente customización a 3500 dólares. Fueron un éxito de ventas en las tiendas propias y en Colette.
El nuevo revival de la mochila que reflejan las firmas locales se inspira en la morfología de los años 90 y lo traducen a siluetas estilizadas en diversidad de cueros, suman bolsillos aptos para gadgets o correas multipropósito y parecen acompañar la devoción por el ciclismo citadino. Una bitácora de referencia no puede omitir los modelos de la firma Gorrión, apodados Álamo, Piña o Fresa, ya en canvas o en cuero ecológico. La firma fundada a comienzos de 2000 se jacta de los modismos vintage afines a los niños exploradores de Wes Anderson. De modo riguroso, en su interior llevan estampas de pájaros a los que recurrieron en su denominación los diseñadores Nicolás Cunto y Pablo Attolini. Del lado de la producción industrial destacan las mochilas para niños de la firma Arte que recrean los trazos art noveau y el imaginario de muñecas rusas de la ilustradora Laura Varsky, y las mochilas de Jansport codiciadas por niñas y niños por sus estampas de cookies y golosinas.
Entre los dictámenes de la moda resultan de uso ineludible los modelos con dos bolsillos y en tono, suela, negro o blanco de Mishka , apodados Barbieri y Henrik. Del lado del diseño indie y con excelencia conceptual, la firma Bastardo sitúa a la mochila en su altar para el diseño de accesorios situado en Colegiales. Ya en cueros nobles, papeles rígidos y con morfologías innovadoras, el diseñador Marcelo Yarussi llegó a destinarle un lugar privilegiado en la instalación con andamios de su colección Prólogo, que fuera presentada en una galería de arte junto con un fashion film, cuya protagonista se paseaba por el Microcentro porteño con un camisa blanca símil batón a- gender y una mochila de cuero ornamentando su espalda. Pero en su colección para el invierno 2017, denominada De locura, de amor y de muerte, los cuentos de Horacio Quiroga oficiaron como recurso narrativo para su habitual método que dialoga entre la indumentaria y el accesorio.
“Uso al nudo como elemento simbólico, para el desarrollo y deconstrucción de las diferentes piezas. Los materiales de la colección son el cuero, la lona, tejidos, metales y el agregado de bordados para reforzar el sentido de la colección”, anticipa Yarussi.
La bitácora exalta al género “mochilas de devotos de bandas de rock y del pop”, esas que tienen meca en la galería Bond Street y que al pasearse en las espaldas de sus usuarios dan cuenta de la devoción por Miranda!, Babasónicos, Los Redondos o Mi Amigo Invencible y suelen tunearse con hojas de cannabis y proclamas amorosas urdidas con marcadores. Y también homenajea a las bolsas de “viajeros mochileros” por la valentía de quienes las portan al acarrear entre 30 a 80 litros, y haciendo malabares sobre la fuerza de gravedad.
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