Hilda González de Duhalde: la señora
Afirma que así la llaman sus colaboradores, porque respetan su autoridad. Diputada nacional y ex primera dama, es una de las mujeres fuertes de la política nacional. En la intimidad de su casa, habla de la relación con su marido, Eduardo Duhalde, dice que los López Murphy “son más finos” y asegura que se siente más cómoda en Villa Albertina que en una reunión social
Un paredón de ladrillos a la vista semicubierto por hiedras, un portón automático blanco para los autos y una puerta más que discreta para los visitantes. Así se ve la casa de Hilda Chiche Duhalde en Lomas de Zamora, un día de semana, a las 9.30 de la mañana, el horario acordado para la entrevista.
Sorprende la cantidad de custodios y autos de la policía provincial frente a la casa. Adentro, todo está bien. Norma, la secretaria; Claudio, el jefe de prensa; Eduardo Duhalde, el marido. Todos circulan entre el gran living, el escritorio y los dormitorios, mientras el sol ilumina el jardín, lleno de árboles.
Todo bien. Los pisos de madera entarugada, de roble de Eslavonia. La alfombra estilo persa. Los sillones blancos. La inmensa mesa ratona con libros de arte. Unas cajas con juegos de ajedrez. Todo bien. Los innumerables portarretratos con fotos de hijos, nietos, casamientos, y más. El inmenso reloj de péndulo que suena cada quince minutos. El Quinquela Martín y la naturaleza muerta de Lezcano en el inmenso comedor. Todo bien con las tres velas tipo leopardo, las cuatro Biblias de colección, un escritorio con un pequeño mástil con la bandera argentina y otro con la bandera de la provincia de Buenos Aires.
Todo bien. Pero en ese living falta un gesto amoroso. Un detalle, algo fuera de lugar, un toque que delate que ahí alguien está más que de paso.
No parece que Hilda Chiche Duhalde elija ese espacio para disfrutar de la vida. Quizá porque los Duhalde se están mudando a un departamento en Montevideo, frente al mar. O quizá porque todos los políticos, hasta los más amables, tienen un costado tan formal que da frío.
-Dice el Antiguo Testamento: "Yo soy el que soy". Descríbame a esta señora que tengo delante de mí. Si yo viniera de otro país, ¿qué me diría?
-Que soy una mujer común que tuvo la dicha de poder crecer. Cuando era joven no tenía más expectativa que ser una mujer de trabajo: quería formar una familia, tener chicos y ser docente. Esa era mi mayor ambición. Aquella señora fue creciendo y se fue haciendo un espacio.
Pasa Duhalde, Eduardo, el marido, el ex presidente de la Nación. Le da un beso y agrega: "Está cada vez más linda esta mujer. Tengo que cuidarla".
Llevan años juntos. El supo ser un bañero de sonrisa seductora. Ambos tuvieron y criaron cinco hijos. Ella, rodeada de mamaderas y pañales.
-¿No se sentía un poco sola cuando él se iba a las reuniones políticas?
-Yo nunca ambicioné ir a las reuniones políticas. No suelo frecuentar reuniones netamente € políticas. Tampoco voy a las reuniones de bloque.
-¿Cuál fue el momento en que Hilda González de Duhalde se convirtió en Chiche?
-Hice un clic cuando llegué a la provincia como esposa del gobernador y vi que mi marido me permitía tener un espacio mío, propio. Hasta ese momento yo no tenía dimensión ni de lo que era la provincia ni de mis capacidades.
-¿Y cuando fue la mujer del vicepresidente de Menem?
-En ese momento era la señora del vice y no me planteaba nada. Aunque siempre me interesó lo social. Empecé a estudiar sociología, pero dejé. Nunca terminé una carrera universitaria. Cuando él era intendente lo ayudaba, pero en mis tiempos libres. Porque, para mí, primero estaban mi casa y los chicos.
-Usted se ocupaba de la cocina, de planchar... ¿Tenía alguien que la ayudara?
-Sí. Pero cuando mi marido fue gobernador me di cuenta de que existía un espacio desde el cual yo podía construir, y que él me lo servía en bandeja.
-¿Ahí pasó de ser Chiche a convertirse en "la señora"?
-Es habitual que cuando hablan de mí me digan "la señora". Yo no quería decirlo porque parece un acto de soberbia, pero tiene que ver con la autoridad. Me siento muy respetada por la gente que trabaja conmigo.
-¿Es respeto o miedo?
-Me siento respetada, y bien. Tenemos una corriente de trabajo sincera. Cuando no sé algo, yo siempre lo digo. Además, a mí me ven trabajar. No me quedo en mi casa mandando a otros a hacer las cosas. Y eso hace que sea muy común que cuando hablan de mí me llamen "la señora".
-¿Sabe que Encarnación Ezcurra de Rosas y usted tienen algunas cosas en común? La mujer de Rosas representaba el vínculo de su marido con el pueblo. Informaba, pero también ayudaba a los necesitados. ¿Cómo le cae esta comparación?
-Bien, porque es cierto. Durante ocho años hice eso. Es cierto que a mí el contacto con la gente me sirve para decirle a mi marido: "Mirá, Eduardo, en tal municipio hay tal problema". Pero yo hacía cosas más serias que eso. Yo enfrentaba al intendente, al ministro de Salud, al de Trabajo, con la gente. Esa gente hacía sus reclamos y había que volver al otro mes para ofrecerle soluciones. Y esas cosas a muchos no les gustaban, pero como era la señora del gobernador no me podían decir que no.
--El etólogo Konrad Lorenz cuenta que cuando un mono no quiere disputar el poder con otro le muestra la cola. Las mujeres hacemos algo parecido, tanto metafórica como concretamente: hacemos de esposas, de acompañantes del señor, de madres, nos perfumamos para cuando llega el hombre... ¿Usted cuándo dejó de mostrarse?
-Creo que fue un proceso en el que me fui desprendiendo del rol de mamá para pensar más en mí. Cuando una es mamá, pasa a segundo plano. Me formé, me puse más linda, me empecé a ocupar de mí en todos los sentidos...
-¿Qué pensaba de las mujeres que se reunían con su marido? ¿Tenía un poquito de celos?
-No, porque Eduardo ha sido siempre muy cuidadoso, y siempre me sentí muy querida por él. Duhalde nunca tuvo el perfil del hombre que quiere levantarse a una mujer. Además, tuve una suegra maravillosa, que siempre me decía: "Andá, acompañalo, seguilo. Yo me quedo con los chicos". Nunca tuve la sensación de que me ocultaba algo o que hacía algo raro.
-¿Cuál es la escena temida en la mujer de un político?, ¿una foto como la de Adolfo Rodríguez Saá (ex gobernador de San Luis) con una joven pulposa?
-No. A mí no se me ocurre que me pueda pasar eso. Pero me pasan otras cosas: el otro día me vi en unos afiches donde hablaban de nuestra separación. Eso me sacudió.
-Entonces, ¿no piensa que Duhalde le puede ser infiel?
-No, ni se me ocurre.
-Y si él mira mucho a alguna mujer y usted se da cuenta, ¿le da un codazo?
-Mirá, lo que yo digo de mi marido no me lo creen. Según él, mirar a otra sería faltarme el respeto.
-¿Cómo es su matrimonio hoy?, ¿diría que tiene más intimidad, más glamour que cuando eran más jóvenes, o al contrario?
-Creo que es mucho mejor ahora. Porque cuando una cría a sus hijos casi se convierte en asexuada. Nuestra relación en todos, pero todos los órdenes, es mucho mejor ahora (se sonroja).
-¿Qué crisis tiene una pareja dedicada a la política?
-Siempre relacionadas con el afuera, con lo político. Son difíciles, porque Eduardo nunca se engancha en una discusión.
-¿Nunca estuvieron alejados por problemas afectivos?
-No nos pasó. Lo máximo es no hablarnos durante un día entero, cuando me enojo por algo que él dijo o hizo. El es silencioso. A veces sus silencios son tan profundos que apabullan.
-Mi padre decía que no hay pelea que resista la cama matrimonial.
-(Se ríe)Y, es importante, pero no es lo único. De verdad: nosotros hemos estado más invadidos por las cuestiones de afuera que por nuestras cosas.
Las mujeres y la política
Hilda le pide a Norma: "Normita, conseguinos más cafecito". Reaparece Duhalde, que se va. Ella se despide: "Chau, mi amor".
-¿Qué piensa hoy del famoso congreso justicialista en el que Cristina de Kirchner habló de las "mujeres portadoras de marido"?
-Un papelón. Después, cuando lo vi por televisión, me dio vergüenza. Pero también pienso que una no puede ser portadora de apellido para algunas cosas, como viajar al exterior o representar al país, y para otras no. Sos o no sos la mujer de. De todos modos, me olvidé de decir que era una ofensa a Evita.
-¿Qué opina de Cristina Fernández como primera dama?
-Tomó la decisión de no aceptar a ultranza el rol de primera dama. Eligió el camino de ser primera ciudadana. Con el tiempo puede revisar esta decisión, porque es una mujer muy inteligente y preparada. Pero creo que la imagen de la mujer del presidente es importante, porque tiene un espacio de poder, y si lo usa para hacer cosas, no hay que desecharlo. No hay que renegar de ser la primera dama.
-En un acto de campaña, en 1995, usted dijo: "Si los dejamos, los hombres terminan poniendo a sus amigas o amantes". ¿Sigue pensando igual?
-(Se ríe) Sí, claro. Pero no es un problema de los hombres; es un problema nuestro. La ley de cupo (femenino) no logró su objetivo. No consiguió la participación masiva de la mujer. Son pocas las mujeres que, en el nivel nacional, tienen el reconocimiento de la gente.
-Hablando de la gente, usted y su marido fueron a ver la obra Justo en lo mejor de mi vida, protagonizada por Luis Brandoni. El actor pidió un aplauso para el ex presidente y la gente los aplaudió. Da la sensación de que un sector social más de izquierda, que siempre les fue esquivo, a partir del fracaso de la Alianza y luego de la gestión de Duhalde los valora más. ¿Es así?
-Hubo un reconocimiento a ese año y medio de gestión, que con el tiempo lo valoran más.
-¿Cómo es llegar a Olivos?, ¿hay que llevar sábanas?
-Tuvimos que comprar sábanas. Nos quedamos la primera noche y la señora encargada del personal trajo sábanas de su casa. Es una casa equipada, amueblada. Yo no puse ni un retrato. Es más, no dejaba ropa en el placard: iba y venía con el bolsito. El estilo que más se notaba era el de Menem, aunque Inés Pertiné, con buen gusto, había ablandado un poco el conjunto.
-Hablando de estilos, ¿usted percibe en la sociedad argentina una mirada que juzga lo fino y lo cursi?
-Percibo más que eso. Percibo una división muy profunda de los argentinos que tiene que ver con una división de clases, y que se ve también en la política. Lo peronista siempre fue considerado más mersa que lo liberal. A mí me gusta tomar mate, me siento más cómoda en Villa Albertina que en una reunión social. Seguramente, para muchos, los López Murphy son más finos que nosotros. Y lo son. Hay un gran prejuicio que se manifiesta cuando voy a comprar algo a algún lugar especial en la Capital. Ahí, si no estás vestida al gusto de ellos, te dicen: "Pero mire que es caro". Y vos no preguntaste el precio.
-¿Usted dónde se viste?
-En Lomas de Zamora City. En el mismo lugar de siempre. Y me peina el mismo peluquero de siempre, que es de Lomas, porque yo vivo en Lomas. ¿Dónde voy a ir a peinarme?
-¿Qué mujer famosa le parece elegante?
-Karina Rabolini. Todo le queda bien. Siempre está con una sencillez interesante. Y me encanta la reina Sofía de España.
-¿Cree en Dios?
-Creo en Dios. No voy a misa ni rezo sola. Le pido cuando hay una situación que me angustia, pero no voy a misa. Me parece que mi iglesia, más que acercar a la gente la está alejando.
-¿Vio La pasión de Cristo, de Mel Gibson?
-Sí, pero me fui antes. No pude terminar de verla. No me banco más ir a sufrir al cine.
Para saber más
www.pjbonaerense.org
www.diputados.gov.ar
Quién es Hilda González
- Nació el 14 de octubre de 1945, en Avellaneda.
- En 1970 conoció a Eduardo Duhalde. Se casaron el 28 de julio de 1971. En el ’83, Duhalde fue elegido intendente de Lomas de Zamora. En el ’89, vicepresidente de la República. A partir de 1991 fue gobernador de la provincia de Buenos Aires por dos períodos. En ese momento, Chiche se convirtió en la mujer más poderosa del gobierno bonaerense. A cargo del Consejo Provincial de la Familia y del Plan Vida, armó una red de mujeres dedicadas a la asistencia social, a las que llamó manzaneras. Después de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa (2001) y del breve paso por la Casa Rosada de Adolfo Rodríguez Saá y de Ramón Puerta, se convirtió en primera dama. Actualmente es diputada nacional.
- Tiene cinco hijos: Juliana (31), mamá de mellizos; Analía (30); María Eva (28); Agustina (22) y Tomás (20).
Ping-pong
- ¿Pérez Celis o Macció? : Pérez Celis.
- ¿Mirtha o Susana?: Susana.
- ¿Hebe de Bonafini o Estela de Carlotto?: Estela de Carlotto.
- ¿Pablo Echarri o Facundo Arana?: Pablo Echarri.
- Como seductor, ¿Carlos Reutemann o Felipe Solá?: Carlos Reutemann.
- ¿Elisa Carrió o Graciela Fernández Meijide?: Ninguna de las dos.
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