Héroes en sus manos
Dibujó a Batman, Superman y los X-Men. Había empezado con un hit local, el Cazador. Ariel Olivetti es hoy el referente argentino en las grandes ligas del cómic
Mediados de la década del 70. Gobierno militar. Tres chicos: Ariel, Federico, Alejandro. Son primos. Dibujando desde la clandestinidad. Ocultándose de sus padres, de las maestras y de todo el sistema. Dibujan un cómic prohibido. Lo llaman Status. Pegan las hojas con plasticola. Es un ejemplar único. Escrito y dibujado con lapicera. En hojas de carpeta de escuela. Tienen que esconderlo de los adultos. Se lo pasan entre ellos. Se turnan para esconderlo. En las hojas de ese cómic hay sexo, humor, fantasía. Ni siquiera vieron una película porno. Pero ellos dibujan. Imaginan. Exploran los cuerpos. Exploran sus propias mentes. Vomitan ideas. Será el primer y último cómic que dibujen Federico y Alejandro. Pero no Ariel. Lo espera un futuro con los superhéroes más poderosos del planeta.
Ariel Olivetti tiene hoy 46 años. Es un artista y dibujante de cómics de reconocida trayectoria. Publicó para Marvel y DC, las dos editoriales de cómics más grandes del mundo. Para DC dibujó a Superman, Batman, Flash y toda La Liga de la Justicia. Para Marvel, a los Vengadores, los X-Men, Hulk y Spiderman, entre otros. Da conferencias en todo el mundo. Y lo más impresionante, nunca se fue de su barrio de Caballito. Ciudad Gótica o Metrópolis fueron dibujadas acá.
Primeros trazos
El día que Ariel se recibió de diseñador gráfico entró a su casa y le dio el título a su padre, que era abogado y esperaba que su hijo estudiara una carrera y se recibiera de algo. La actitud del hijo decía algo sin decirlo. Nunca iba a ejercer como diseñador gráfico. Ese mismo día empezó a dibujar monstruos y seres deformes. Tenía una fe ciega en su trazo. Sentía que en sus dibujos, en la liberación de las formas, encontraba su verdadera identidad.
Dibujó durante un tiempo para revistas corporativas. Hubo alguien que vio su trabajo. Esos trazos que tenían algo de irreal y mágico, pero también de cotidiano, como si la fantasía pudiera ser a la vez parte de un mundo de aplastante realidad. Esa persona que vio sus dibujos trabajaba para la antigua revista Fierro. Ariel tenía 23 años. Su carrera como dibujante acababa de empezar.
"Este amigo mío me presentó ante uno de los directores de arte. Llevé unos dibujos que había hecho con birome. Y me rebotaron. Volví con más dibujos. Me los rebotaron también. Pero no me iba a dar por vencido. La tercera. Y me rebotaron también. Fui una cuarta vez y de vuelta me dijeron que no. Recién a la quinta vez que fui con mis dibujos me dijeron que me iban a publicar algo. A los ocho meses ya estaba haciendo la portada de Fierro."
En 1989, Ariel se veía venir el cierre de la revista. Habían entrado al país un montón de publicaciones importadas y no daban los números. Los dibujantes que habían quedado boyando tenían todos más o menos su misma edad. Deambulaban con sus cuadernos bajo el brazo. De editorial en editorial. No había trabajo. Y entonces, un dibujante amigo se acercó. Tenía un proyecto propio de una historieta estilo cómic book, formato estilo superhéroe. Eso era algo que en el país todavía no se había hecho. Formaron un equipo. Estaban por crear el cómic book de superhéroes en nuestro país. Estaba por nacer El Cazador.
Superhéroe nacional
"El personaje del Cazador lo había creado Lucas, uno de los chicos, pero lo reversionamos. Formamos un equipo y yo fui como director de la revista, porque era el que más experiencia tenía a nivel gráfico. Teníamos un contacto con Cascioli (Andrés), el dueño de Ediciones de la Urraca. Ahí estaban trabajando todos grosos: Dolina, Abrevaya, Guinzburg, Castelo. Fuimos a venderle una revista en blanco y negro de bajo presupuesto, de superhéroes. Y cuando estábamos en la reunión, vi que Cascioli en su escritorio tenía una historieta de Estados Unidos que yo conocía y que era muy heavy metal, y para engancharlo le dije ¿Ves? Queremos hacer algo como eso que estás leyendo ahí. Y le gustó la idea. Vi que sobre su escritorio tenía un dibujo muy pero muy bueno. Le pregunté de quién era. Me contestó que era de su hijo. Ah, pero tu hijo tiene que dibujar para la revista, le dije. Y así empezamos, con el hijo del dueño que tenía 14 años, pero que dibujaba muy bien."
Ariel estaba a cargo de la coordinación y las portadas. El Cazador era un personaje musculoso, con una cruz invertida en la cabeza. Un tipo que tomaba mate y era fanático de Racing. "Lo que funcionaba es que a nivel organizativo éramos el anticómic. No había uno que pintaba, otro que dibujaba, otro que escribía: todos hacíamos un poco de todo, era un caos y nos matábamos de risa, porque no lo hacíamos pensando en plata, todos vivíamos con nuestros viejos, teníamos 23, 24 años, era una aventura para nosotros."
Y fue un éxito impensando. Los muchachos creían que iban a cancelar al Cazador al segundo número, porque ya en el primero habían pasado un poco la línea moral y ética, habían llenado el cómic de malas palabras, sexo y violencia, pero también de argentinidad y costumbrismo. Y toda esa mezcla había sido un cóctel explosivo en la cabeza de chicos de entre 12 y 18 años. "La cosa había pegado. Fue del boca en boca. El factor a favor que tenía el Cazador era que integraba a la gente que no venía del palo del cómic, que entró a leer otros cómics a través del Cazador. De repente, de vender 500 ejemplares estábamos vendiendo 50 mil, que superó a la revista Humor, la revista estrella de la editorial. Con el Cazador somos responsables de romperle la cabeza a una generación de chicos, como también de que los manden a dirección por llevar la revista al colegio." Pero Ariel tenía los días contados en esa revista. Había conseguido una changuita, un nuevo trabajo. Había conseguido entrar en la editorial de cómics más prestigiosa del mundo. Ahora dibujaría para Marvel.
En las ligas mayores
"Un dibujante amigo que ya dibujaba para Marvel me ayudó a entrar. Mostró una carpeta mía con trabajos. Fue así de simple. Al principio no viajé. Era todo por teléfono y por medio de traductores, porque mi inglés es pésimo. Tuve mucha suerte. Mi primer trabajo fueron los Avengers y me lo dieron con el guionista más vendido de aquel momento, Peter Davis. Tenía que hacer dos libros de tapa dura pintados a mano, era un trabajo de tres años. A nivel económico fue un crecimiento muy grande. Venía de hacer la cola en los bancos todas las semanas para cobrar cheques de dos mangos a de repente tener un sueldo similar al de mi viejo o un poco más, haciendo lo que me gustaba."
En los cómics de Marvel de Olivetti, mezclados con los famosos superhéroes, uno puede encontrar referencias y guiños a diarios nacionales como Crónica y homenajes a Clemente u otros personajes locales. Incluso, el primer número que dibujó para el famoso Punisher era igual al número uno del Cazador.
"Antes, las editoriales como Marvel o DC eran como Disney. Llegabas y estaban todos dibujando, había un ambiente de joda, de fiesta creativa. Después, con Internet, cada uno empezó a laburar desde su casa y las editoriales pasaron a ser oficinitas con editores que reciben el laburo y lo tercerizan", dice Olivetti, que hasta hace poco tuvo contrato de exclusividad con Marvel y cuando le ofrecieron renovar dijo que no, porque considera que una vez que se tiene cierto nombre dentro del mundo del cómic, te conviene moverte solo, independizarte. Ahora, por ejemplo, está haciendo conceptos para cine, algo que teniendo un contrato para una editorial tan grande como Marvel o DC no se puede hacer.
Después de dibujar a Los Vengadores al óleo, Olivetti adquirió mayor prestigio dentro del mundo del cómic. Viajó a Nueva York, donde fue recibido como una estrella. Consiguió trabajo también en DC Comics. A partir de ahí, dibujó a Batman, Superman, Flash, La Liga de la Justicia y hasta al Fantasma del Espacio.
En este momento, Olivetti trabaja para Dark Horse Comics. "Es una de las editoriales más importantes. Tengo mucha libertad laburando ahí y eso es piola. Lo bueno de Dark Horse es que trabaja con muchas películas y siempre te da la posibilidad de que, si presentás tu propio proyecto, te pueden hacer el cómic, y si llega a salir la película del cómic participás en las ganancias. Acá tengo más posibilidades de crecer. En Marvel o DC, por más que le inventes la ropa nueva o hagas el mejor trabajo, vas a seguir ganando lo mismo, porque ahí sos un número más."
Olivetti cuenta que el cómic está actualmente en baja porque los costos del papel en todo el mundo y porque los formatos digitales están sustituyendo en parte a estas publicaciones. "Además, los precios de tapa antes estaban centavos y hoy en los Estados Unidos, por un cómic semanal pagás 4 dólares, que es mucha guita. Lo bueno que tenía el cómic es que lo podías llevar a cualquier parte y pasar las hojas una por una, desesperado. Ese perfil popular del cómic se está perdiendo. Pero con el tema de las películas hay un repunte. Se vende mucho más merchandising, se hacen dibujitos, series, y las editoriales se nutren de eso. Los dibujantes hoy estamos buscando otras cosas, algunos se vuelcan a lo digital, porque ahora se sacan menos cómics y hay menos trabajo."
El cómic en el país
¿Por qué no despega hace rato el cómic en la Argentina? La pregunta no es gratuita. En el país hay una gran cultura del cómic, que hoy parece apagada. "Lo único nacional que ves hoy es la revista Fierro, más allá de que esté politizada. Y no hay mucho más que eso a nivel editorial. Estamos medio en el horno. Recién ahora empezaron a nacer proyectos individuales, de gente que se junta, pero editoriales que apuesten comercialmente acá no existen. El dibujante en la Argentina tiene que buscar laburo afuera. Acá no hay que olvidarse que cuando se hacía Dartagnan, El Tony, Patoruzú, llegaban a vender 500 mil ejemplares, eran millonarios los tipos que publicaban eso, había una cultura de cómic. Yo tengo una editorial que se llama Dícese, pero hoy es difícil que la gente se anime. No sé por qué no se apuesta a eso. Faltan editores que se animen. Porque hay muchas buenas ideas y gente con ganas."
Respecto de las películas, la nueva gallina de los huevos de oro de las editoriales, Olivetti tiene una postura clara que define las líneas de las dos más importantes de los Estados Unidos. "Me parece que Marvel, en comparación con DC, encontró mejor la fórmula de hacer las películas. DC, para mí, la pifió porque decidió que las películas de los cómics tenían que ser más para adultos que para chicos. La trilogía de Batman o la última Superman son ejemplos. Les sacaron los colores vivos a los personajes y los volvieron más oscuros. Tratan de que vos te metas en el problema psicológico del personaje, la última Batman es una de SWAT, pero con cuernitos. El Batman de Tim Burton conservaba su oscuridad, pero la podía ver un chico. En cambio, las pelis de Marvel, con Los Vengadores o el Hombre Araña, buscan que te diviertas como un chico. En definitiva, cuando vos querés explicar tanto un personaje de ficción, para hacerlo realista o costumbrista, terminás no creyéndotelo. Si me explicás tanto por qué Batman tiene tanta fuerza, por qué hizo esto, por qué lo otro, después no te creo que ese tipo se ponga dos cuernitos para salir a la calle a la noche. Ahora, si vos me decís, un tipo se transforma en Hulk porque quedó expuesto a los rayos gamma, está bien. No me expliqués más nada, está todo claro, es Hulk, y listo."
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