Esta historia empieza con el robo de un paquete con oro, sigue con el descubrimiento de un tesoro y termina con el protagonista volviendo a su tierra con los bolsillos llenos de premios. En las primeras escenas, se ve a un pibe de barrio y poco a poco se va transformando en un consultor internacional que moldea la intimidad de actores, empresarios y jeques de medio oriente.
Hernán Arriaga era un laburante como tantos otros; tenía una zapatería en Floresta pero para completar el mango, vendía accesorios de oro a la salida de los hospitales. Se levantaba a las tres de la mañana para llegar al cambio de turnos del personal y ahí ofrecer su mercadería. Pero dejó los productos de oro en el auto y se los robaron. "Cuando saqué la cuenta de lo que iba a tardar en recuperarlo, me dije: no es justo, yo necesito un lugar donde pueda planificar", rememora. Así que abandonó la carrera de Derecho y con 24 años se fue a vivir a Miami.
"Me fui con la idea de juntar un dinero y volver", recuerda Arriaga. Pero allí descubrió un tesoro invaluable: una pasión que le partió la vida como un rayo. Mientras trabajaba en una empresa de moda, conoció a un diseñador de interiores . Le pidió por favor que le muestre un proyecto y ahí sintió una "conexión inmediata".
"Toda mi vida tuve mucha habilidad para dibujar. Mi mamá me contaba que de chiquito movía los muebles de la casa y le hacía dibujos. Desde que tengo 8 años me acomodaba la cama y no dejaba que nadie la tocase. Yo no sabía que eso era una carrera", cuenta ahora, que ya está consolidado como un arquitecto de interiores de fama internacional y ha servido a personalidades como el aristócrata Patrick Guerrand-Hermès, el actor Alec Baldwin y Madonna , que se decidió a comprar una mansión sólo si se la dejaban tal cual la habìa diseñado Arriaga. Sí, la megaestrella del pop puede prometer mil piruetas, pero quien decidió dónde va la cama es este interiorista argentino.
Para llegar a este punto de su carrera, donde le encargan -por ejemplo- el remodelado de tres pisos en Manhattan que costará unos 19 millones de dólares, primero hubo que largarse a la aventura.
Luego de unos años de estudio y trabajo en Nueva York vuelve a Miami, porque esa gran manzana "te endurece demasiado si te quedás mucho tiempo".
"Mi corazón está en latinoamérica", subraya Arriaga para explicar por qué se decidió por Miami. Desde allí comenzó a forjar una carrera que lo llevó a plantar proyectos en París, Londres, México, República Dominicana, Turquía y otros tantos lugares de medio oriente.
La modelo Inés Rivero fue su primera clienta. Eso podría considerarse más bien una cuestión de confianza y amistad. ¿Pero cómo llegó el segundo proyecto? ¿Y el tercero? "Se necesita una vida social tremendamente activa, porque los círculos de relaciones te llevan a los clientes", explica Arriaga, y es algo que se puede corroborar fácilmente en su perfil de Instagram. Desde la prestigiosa editora Eva Hughes hasta Pampita , en el medio otras tantas celebridades. Pero lejos de las luces, también se conecta con el fotógrafo, el mozo y el encargado del valet parking. Las relaciones interpersonales le resultan tan naturales como "hacer hablar a los ambientes de una casa entre sí".
Su portfolio incluye gente tan dispar como modelos, el heredero de un jeque árabe, músicos de Bon Jovi o el visionario Ian Schareger, creador de los míticos Palladuim y Studio 54.
-. ¿Cómo se logra diseñar el espacio más íntimo para personalidades tan distintas?
-. Al principio de la carrera, requiere de mucho sacrificio, tenés que gastar mucho tiempo con tu cliente. Cenas, caminatas por locales de muebles. Ahora eso lo tengo entrenado, es instantáneo. La primera cita siempre es en la casa del interesado. Desde que entro, tomamos un café y me hace el tour, yo voy analizando la interacción entre los miembros y la casa.
-. ¿Y cómo hacés para diseñarle la casa a gente que está acostumbrada a dar órdenes?
-. Yo he trabajado para reyes, gente muy demandante e increíblemente manipuladora, y de alguna manera funciona. Para ser un diseñador exitoso, vos tenés que lograr la credibilidad de tu cliente y eso incluye transparencia absoluta. Porque vos sabés dónde van las medias, pero también dónde guardan el dinero.
La mayoría de las personas cuando te tratan en su espacio privado son complejas
Claro que no siempre se trata de ordenar la vida de la familia Ingalls. Arriaga rehuye de hablar de las incomodidades de su trabajo, pero finalmente se mete en el lado oscuro del interiorista: "La mayoría de las personas cuando te tratan en su espacio privado son complejas. Yo no soy nice todo el tiempo. Si tengo que poner a alguien en su lugar lo hago de la mejor manera. El otro día me peleé con un jeque árabe, prácticamente me decía que las sugerencias del contratista eran mejor que las mías, ‘Le dije, si vos me contrataste fue para algo, para qué me estás pagando un montón de plata".
Cómo potenciar un modelo de negocio exitoso
Su trabajo se había estabilizado en unos 15 proyectos anuales que oscilaban entre los 500 mil y el millón de dólares. Se cobraba un cachet por diseñar el proyecto y luego un porcentaje de la obra por su realización ("te cuelgo las toallas en el baño, y te dejo unos libros en la mesa del living").
Este modelo de negocio tenía un límite: la cantidad de proyectos que podía atender personalmente. Así que decidió perforar el techo y seguir construyendo hacia arriba. Se asoció con grandes desarrolladores de torres de lujo como Porche Towers y Echo Brickell. Los departamentos, que pueden llegar hasta los dos mil metros cuadrados, se entregan listos para habitar; no son personalizados, pero están diseñados hasta el milímetro por Arriaga.
La vuelta al barrio
Hace unos meses, Arriaga fue galardonado como Ícono del diseño internacional en el evento que organiza la revista AD Magazine. Esa distinción podría ser el sumun de cualquier colega. Sin embargo, el destino le preparaba algo más grande. Armani Casas le dio la representación de la marca para todo el continente americano. Sus próximos trabajos llevarán el sello de distinción: "Giorgio Armani by Hernán Arriaga".
Y curiosamente, en el punto más alto de su carrera siente que debe regresar a sus orígenes. "Es el momento de empezar a pensar en la Argentina", dice con determinación. En el viaje a la casa matriz de Armani se enteró que el uso de grises y dorados opacos de la marca está estrechamente relacionado con los colores de la infancia del diseñador italiano. Esa revelación interpeló como nunca al muchacho que partió de su casa en busca de un futuro. Se hizo una pregunta tan simple como estremecedora: "Qué tengo de la Argentina en mi trabajo. Lo tengo todo, absorbo como en ningún otro lado, cuando toco los cueros y las maderas de acá, y veo los detalles típicos".
Así que ahora el próximo paso en su vida es conseguir una casa en la Argentina para instalarse tres meses al año y poder encarar proyectos en el país. "Soy re argentino, soy de barrio, me encantaría traer todos mis conocimientos y poder hacer algo enorme en el país", dice Arriaga. Y si él lo dice, más que un sueño, es el boceto de un proyecto.
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