Crecer con un hermano de la misma edad, mirarse en el espejo y reconocer al otro, responder preguntas extrañas de la gente, anécdotas, la unión inexplicable que solo quienes la viven la pueden entender. Dos familias nos cuentan su experiencia, lo bueno y lo no tan bueno.
Las gemelas
Camila y Micaela Acquisto tienen 20 años. Dicen que crecer siendo gemelas no es tan distinto a cualquier relación entre hermanos como la gente suele pensar. Sí reconoce que pasan las 24hs del día juntas porque hacen las mismas actividades en los mismos lugares, comparten el mismo grupo de amigos pese a que cada una intenta estar con distintas personas siempre terminan eligiendo los mismos amigos.
"No sé si diría que me gusta eso de ser gemelas pero sí que es muy divertido. Está bueno cuando la gente nos escucha por primera vez decir lo mismo, al mismo tiempo y con el mismo tono. Se sorprenden mucho, capaz ni nos damos cuenta y ya venimos diciendo como diez frases seguidas igual", reconoce Camila, que además admite que es muy tímida y la ayuda mucho estar en compañía de su hermana en eventos sociales.
Ser iguales en todo
Como toda relación el ser gemelas tiene aspectos que no les gustan. Algo que les molesta es que las confundan todo el tiempo, en especial gente que ya las conoce desde hace tiempo, "si nos conocen hace poco lo re entiendo porque es muy normal. Al final una igual se va acostumbrando y cuando dicen el nombre de una nos damos vuelta las dos sin pensarlo por la costumbre a que llamen a una queriendo referirse a la otra. A veces es molesto que al llamarnos "melli" a las dos me doy vuelta porque pienso que me hablan a mí y en realidad le hablan a mi hermana", cuenta Camila.
Otra cosa que resulta molesta es que la gente asume que por decirle una cosa a una la otra inmediatamente lo sabe. Le pasó a Camila que en pandemia hizo una videollamada con un amigo y preguntó por qué no estaba Micaela, "¿Cómo iba a saber yo que él también quería ver a mi hermana si ni la mencionó? Yo puedo contarle muchas cosas a ella pero otras se me pasan o no las cuento. O sea que decirme algo a mí no significa que mi hermana inmediatamente vaya a saberlo también, ni mucho menos que vaya a auto-invitarse a una juntada", asegura Camila. Además agrega que siempre les dicen que son iguales pero "de chica nos parecíamos más físicamente pero ya hace unos años que tratamos de diferenciarnos lo más posible".
La comparación de las personas y las etiquetas que les imponen es otro tema que sale a la luz, la gente tiende a buscar quien es la gemela "buena" y cual la "mala", "la inteligente y responsable" y la "menos inteligente y vaga". "Al final se nos pega tanto que hasta nos terminamos comparando nosotras mismas. Cuando en realidad es como en cualquier relación, puede que uno tenga más tendencia a algo o que en determinada circunstancia se muestre más de un modo, pero eso no lo define", explica Camila.
Las dos comparten el gusto por la ropa lo que a veces puede traer problemas. Es que a la hora de ir de compras si a las dos les gusta la misma prenda no la compran dos veces sino una vez y la comparten, pero llega el día en que las dos la quieren usar y empiezan las peleas. Les pasa mucho de que sin darse cuenta se visten el mismo día con los mismos colores o combinadas.
Sentir cuando le pasa algo a la otra
Cuando tenían dos años y medio a Camila le dio una gastroenteritis muy fuerte y para evitar deshidratarse la internaron. Por supuesto que su hermana no podía hacerle compañía por lo que estuvieron separadas dos días. Micaela no paraba de llorar en su casa y entonces sus padres decidieron llevarla de visita al sanatorio. Cuando estaba llegando iba corriendo por el pasillo emocionada y contenta pero al llegar a la puerta de la sala se puso a llorar desesperada, gritaba mucho, se agarraba el brazo y decía que le dolía. En ese estado fue corriendo hasta la cama de Camila, la destapó y dejó al descubierto el brazo con el suero infiltrado.
"Puede pasar que a uno le pase algo y el otro lo sienta, pero no es algo cotidiano. No es como muchos preguntan ´¿Si ahora te pego tu hermana lo siente también?". Creo que tiene que ser algo más fuerte para que eso pase", dice Camila.
Su vida en el colegio
Hasta segundo año de secundaria iban a la misma clase, pero en tercero les tocaba elegir la modalidad y las dos querían seguir lo mismo. "Pero yo me quise separar para ver qué onda, cómo era estar separadas, así que elegí comunicación en vez de economía. Siempre nos sirvió mucho ir juntas porque si una no entendió algo o se perdió nos ayudamos mutuamente. Cuando nos separamos ya no teníamos esa facilidad pero tampoco es que nos costaba mucho", confiesa Micaela.
Al terminar el colegio las dos decidieron estudiar la misma carrera, al tener personalidades y gustos parecidos los amigos son los mismos, "a veces pienso que está bueno ser independiente porque literalmente estoy 24/7 con mi hermana, aunque también está bueno tener un amigo asegurado y no sentirse solo cuando vas a un lugar donde no conoces a nadie", dice Micaela.
Anécdotas de gemelas
Cuando tenían 11 o 12 años decidieron hacer una broma a unos amigos intercambiando roles. Ellos las diferenciaban por el color de la ropa: Camila siempre usaba algo rosa y Micaela verde o azul. Entonces se intercambiaron la ropa y trataron de actuar como la otra y no sonreír mucho porque ahí está la gran diferencia entre ellas: Micaela tiene sus paletas separadas y cuando sonríe se le forma un hoyuelo, mientras que a Camila no. Pasaron el día entero esforzándose por no sonreír y ocultar sus verdaderas personalidades, al final les contaron a sus amigos la verdad y ¡ellos no les creían!, ni siquiera mostrándoles las sonrisas, "no querían aceptar que les habíamos tomado el pelo y que no nos identificaban tan bien", cuenta entre risas Camila.
Micaela se acuerda que el día anterior a empezar primer año de secundaria en un colegio nuevo fueron con su mamá a comprar la mochila. Al llegar al negocio las dos querían la misma, pidieron colores diferentes pero no había así que empezó la pelea delante de los vendedores. La madre, para calmar la situación, propuso que las dos llevaran la misma pero le pondrían algo para distinguirla. Las compraron pero olvidaron poner el distintivo.
El primer día de clases estaban todos sentados en la capilla del colegio y les iban a decir quién iba a cada división, "nosotras éramos nuevas y pensamos que íbamos a ir a cursos distintos pero al final nos pusieron juntas y fue muy vergonzoso ese momento. Éramos las primeras de la lista, nos levantamos juntas vestidas igual por el uniforme y la misma mochila. Durante toda la semana nuestros compañeros no paraban de decirnos que éramos iguales y que hasta teníamos la misma mochila", recuerda Micaela.
"Creo que lo mejor de tener una gemela es tener siempre alguien con quien estar, con quien jugar y divertirte", concluye Camila.
Los trillizos
María Florencia, María Lujan y Nicolás Nahuel Napolitano tienen 29 años. Nicolás es el único varón y si bien le gustaba que al ir al mismo curso se podían pasar las tareas, admite que al ser el único del sexo masculino no tenía con quien jugar. Pero Florencia recuerda que como tenían la misma altura Nicolás le pedía jugar a la pelota con ella y la mandaba siempre al arco. "Lo más divertido de la infancia fue jugar los tres en el patio de mi abuela y era como si siempre fuese el recreo del colegio", dice Florencia.
Luján coincide en que tuvo una infancia increíble y muy divertida, dice que "te crías sabiendo que no sos el único para tus papás y aprendés a esperar" y agrega que lo que más le gustó de ser tres es que nunca le tocó entrar a un lugar desconocido sola. "Lo que menos me gustó de ser trilliza fue la comparación, me sentí comparada en muchos momentos de mi vida, en el rendimiento escolar, por los diferentes cuerpos o por nuestras maneras de ser", confiesa.
El colegio y los amigos compartidos
Fueron siempre juntos a las mismas clases y al día de hoy comparten amistades, a Nicolás le encanta. Para Florencia fue un sentir que no tenía sus amigas propias y que le tocaba compartirlo todo, de chica le costaba y quería tener su propio espacio. Para Luján fueron años divertidos, con comparaciones constantes pero cosas positivas como por ejemplo que "siempre alguno de los tres había llegado a copiar todo o alguno tenía más facilidad en alguna materia que el otro y nos ayudábamos. Bueno, en realidad me ayudaban, no recuerdo haber ayudado nunca", se ríe al darse cuenta.
Al terminar el colegio cada uno fue haciendo su propio grupo de amigos del trabajo y la facultad pero todos se juntan una vez por año para celebrar el cumpleaños de los tres hermanos.
Las mejores anécdotas
Crecer de a tres con la misma edad es juntar cientos de anécdotas. Florencia recuerda la época de los bailes de quince que se complotaban para no contar alguna mala nota de alguno para que ese fin de semana los dejaran salir, "entonces antes de llegar a casa debatíamos si íbamos a decir que nos habían entregado tal prueba o no y casi siempre alguno terminaba metiendo la pata y se terminaban enterando nuestros padres", se ríe.
Nicolás se acuerda cuando tenían 10 u 11 años un verano en Miramar que volvían caminando del centro, él venía con sus padres y más adelante sus dos hermanas, "se acercan dos chicos de nuestra edad y se le ponen a hablar. Tuve que acelerar el trote para sacarlos, los terminé empujando contra un auto sin sentirme culpable", recuerda.
Luján se acuerda de los pijamas partys, "al haber ido al mismo curso ya con invitar un amigo cada uno éramos seis en el living lleno de colchones, tengo recuerdos súper alegres". Aclara que por razones físicas no pudieron hacerse pasar una por otra con su hermana porque no se parecen, pero sí lo hicieron chateando por msn.
No hay dos sin tres
Se suele pensar que cuando hay tres personas uno queda relegado. Pero en el caso de Florencia dice que nunca se sintió excluida, que sí pasaba que cuando se peleaban se complotaban dos contra uno y alguno quedaba excluido, pero no siempre el mismo. Las dos hermanas coinciden en que la respuesta la tendría que dar Nicolás, por su parte Luján piensa en el año en que cumplieron 15 años, "pero mis papás supieron incluirlo increíblemente", dice.
A la pregunta Nicolás responde con simpleza "tenía que invitar amigos para jugar a la pelota, lo mismo en las vacaciones, pero era cuestión de buscar algún compañero de juegos". Nicolás ama a sus hermanas, se siente muy conectado a ellas a pesar de no vivir más juntos. Florencia no lo duda, "los amo a los dos y sé que por más que nos peleemos ellos van a estar siempre. Siento un vínculo super fuerte con ellos que siento que va a trascender los años que vivamos", asegura.
Más notas de Historias para conocer
Más leídas de Lifestyle
No falla. El método para eliminar las chinches con ingredientes naturales
No fallan. Los siete trucos de un neurólogo para fortalecer y cuidar la memoria
La última entrevista. Cuando Roberto Giordano habló sobre sus problemas de salud: “Ya tengo tres bypass”
Fin del misterio. La ciencia reveló dónde se encuentra el centro del universo