Hallyu: ¿de dónde surge el fanatismo por la cultura de Corea del Sur?
En el marco de un fanatismo global por la cultura oriental, la cocina coreana capta cada vez más público, en especial de la mano de los hijos de inmigrantes que abren sus propios locales. Pero no es la única arista del impresionante boom de la cultura coreana que se vive también en el país, y que abarca desde el K-pop, que tiene fanatizadas a todas las teenagers, la producción de cine y TV, los videojuegos, hasta la cosmética coreana apodada K-beauty.
"El crecimiento de la cultura coreana en la Argentina durante los últimos cinco años ha sido exponencial. Esto se debe a que la industrial cultural coreana se desplegó con fuerza en todo el globo", afirma Gabriel Pressello, encargado de gestión cultural y prensa del Centro Cultural Coreano, que estrenó nueva sede en el ex Palacio Bencich. Allí ofrece muestras permanentes y temporales. "Todo esto tiene una gran aceptación del público local, captamos el gran interés que suscita la cultura coreana en todas partes", explica Gabriel Pressello, quien destacó incluso la demanda en el interior del país.
Así, con un creciente interés por las distintas actividades y tradiciones coreanas, desde la música hasta el arte, la filosofía y la gastronomía, Corea está teniendo un micro-boom cultural que ahora también engancha a las generaciones más jóvenes en nuestro país que suben a la ola coreana o Hallyu (término que nombra el fenómeno de la creciente popularidad de la cultura contemporánea de Corea del Sur en el resto del mundo).
K-pop con sabor latino
Dentro del fenómeno, uno de los puntos más convocantes –sobre todo entre los centennials– es el K-pop, que incluye espacios aggiornados donde mandan el karaoke y el neón, concursos internacionales que llegan al resto de Latinoamérica con ediciones vernáculas, radios que ya cultivan el fanatismo local por el K-pop y sus bandas, y lugares a plena luz del día –como Puerto Madero–, donde los chicos se juntan a bailar coreografías.
De hecho, hace muy poquito se llevó a cabo por décimo año consecutivo en la Argentina el Concurso K-pop Latinoamérica, donde un jurado local evaluó grupos y solistas de varios países de América Latina. "Es una experiencia única, fue creciendo año a año, los chicos están muy concentrados, muy compenetrados con toda esta movida, es realmente como un fervor. La comunidad coreana tiene una actitud de mucha generosidad, hermandad, una ética muy de respeto de la amistad, de los vínculos, del trabajo", relata el músico y jurado Christian Basso, quien reconoce en este lenguaje una manera de mostrar al mundo los valores coreanos con una estética única que además los diferencia de países como China o Japón, y que ha influenciado a gran parte de la nueva producción musical en Estados Unidos.
"Es muy loco cuando veo los videos de los concursantes, por ejemplo, a los chicos y chicas de países como Bolivia bailando K-pop con los Andes de fondo, es muy raro, muy emocionante", agrega.
"Argentina fue el país pionero en organizar competiciones oficiales de K-pop", detalla Moonhaeng Cho, director del Centro Cultural Coreano. "Recibimos audiciones de participantes de veinte países. Actualmente el K-pop es, junto con el cine y las series de televisión, uno de los contenidos culturales por el cual Corea es conocido en el mundo. Constituye una puerta de entrada para que muchos jóvenes conozcan otras características de Corea del Sur".
Para Eugenia Mariluz, conductora en Vorterix (la radio tiene un canal exclusivo de K-pop), y fanática del género, la llegada con el público joven responde también a otras variables que tienen que ver con el excelente marketing y manejo detrás de estas bandas, como la popular BTS. "BTS tiene la receta perfecta para ser un boom adolescente: una banda de chicos lindos que se visten bien, que se tiñen el pelo de colores y encima bailan y cantan como si fuesen un relojito suizo. Desde el comienzo, el grupo apuntó a una estrategia de marketing global/norteamericano, a diferencia de sus competidores. En 2017 aparecieron en los American Music Awards y desde ahí no pararon, son la banda que más crea contenido para su audiencia occidental. Y la creación de contenido es clave para las bandas de K-pop".
Además, las fans se sienten cercanas a ellos porque como cualquier millennial los chicos de BTS se la pasan compartiendo su vida en las distintas plataformas digitales que usan, y destacan sus mensajes y retrato de problemáticas adolescentes modernas. "Los chicos BTS parecen tus amigos y eso hace que sus fans tengan contenido para ‘fangirlear’ 24/7. Han hecho comentarios en apoyo a la comunidad Lgbtiq+, hablan de las presiones de ser joven, cantan sobre sufrir depresión y buscar ayuda psicológica sin que te de vergüenza (rompiendo un poco con la tradición del K-pop de cantar baladas de amor y tocar temas más ‘superficiales’ y ‘comerciales’)".
Otro tema no menor, en un momento de gran fluidez sexual y de género, estos chicos no cumplen el estereotípico rol masculino de "boyband", y portan looks andróginos con total naturalidad. "Viviendo en un momento en que se desdibujan los géneros, dando lugar a nuevos tonos en la paleta de colores, hacen que sea un lugar donde muchos chicos y chicas están casi como fundidos en la música y el baile", completa Basso.
Entra por los ojos… y la boca
"Corea es muy atractiva culinariamente para mí. La decisión de venirme fue más que nada para aprender sobre fermentación y kimchi pero terminé descubriendo temple food (barugongyang) y la cocina imperial (hansik) que me atraparon. Tuve la suerte de tener como maestra a la monje budista Sunjae que no solo cambió mi forma de cocinar sino también relacionarme con la naturaleza: cuán importante son para los coreanos las estaciones en la comida y cuan saludable tiene que ser. Hay platos para cada temporada que van siguiendo los cambios de la naturaleza, y cada región es muy orgullosa de los que se cocina regionalmente. Corea es un país al que se viaja con el paladar, aunque no siempre lo que encuentres es fácil de comer", cuenta Federico Heinzmann, chef ejecutivo del Park Hyatt de Seúl, que eligió Corea para vivir.
La oleada coreana llegó también a los paladares, conquistando al argentino, poco afecto a los sabores complejos o muy picantes. Según Tomás Linch, editor gastronómico de Planeta y kimchi fan, lo interesante de la cocina coreana es que no pasa tanto por el sabor o por el formato, sino que tiene mucho más que ver con la salud, algo que resuena hoy con la moda probiótica y de los alimentos fermentados. Hasta hace muy poco la cocina coreana en la argentina era un asunto de coreanos, y mientras que el bibimbap y el kimchi llamaban la atención de especialistas y nutricionistas los pocos restaurantes de la comunidad crecían en zonas específicas como Bajo Flores y Floresta, ahora la oferta es mayor y más ATP.
"Nuestro restaurante fue el primer restaurante coreano donde ‘dejaban’ pasar gente de fuera de la comunidad, con lo cual empezaron a venir vecinos y a lo largo de los años más y más argentinos. Fue ahí y en los eventos que me percaté de que el interés a la comida extranjera y nueva de parte de los argentinos crecía exponencialmente desde ese primer evento que había participado sin vender casi nada. La pregunta "¿acá venden sushi?" se escucha cada vez menos, y la gente empezó a interesarse mucho en la cultura coreana más que nada por los dramas (telenovelas coreanas), el K-pop, y ahora por la riquísima comida que tiene para brindar nuestra cultura", admite Esteban Ho, del restaurante Una canción coreana, con seis años en el rubro.
"¿Por qué deberías probar la cocina coreana aunque sea una vez? Es atrevida, picante y original. Usa productos conocidos (carne de vaca y de cerdo, arroz) y productos desconocidos (hakusai, nabo, porotos mung) para generar combinaciones únicas. La cocina coreana no se parece ni a la china ni a la japonesa, nunca fue invadida en su concepción y en los países como el nuestro se pueden comer platos bastante parecidos y con el mismo sabor que en Seúl", cierra Linch, quien además brinda talleres de alimentos fermentados, que son la base de la cocina coreana.
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