Hallaron seis fósiles de más de 210 millones de años y una particularidad los tomó por sorpresa
El diario UNAL presentó el hallazgo histórico realizado en Chaparral, Colombia; vienen de un animal extinto que formó parte de los depredadores marinos más temidos del Paleozoico
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Aunque por muchos años el conflicto armado del país impidió hacer trabajo de campo en el municipio de Chaparral (Tolima), recientemente un grupo de geólogos descubrió allí el fósil de un animal extinguido cuando todavía vivían los grandes dinosaurios. Se trata del nautiloideo del género Cenoceras del cual no se tenían registros en el país, y que es fundamental para arrojar luces sobre cómo se empezó a consolidar el territorio colombiano y suramericano hace millones de años.
EL TIEMPO presenta, a continuación, una parte del informe escrito por Juan Esteban Correa Rodríguez, Periódico UNAL. Podés leer el artículo completo haciendo clic en este link. Una pequeña muestra de la crudeza que se vivía en este territorio y que había imposibilitado que los expertos llegaran a la zona, es la masacre que se perpetuó el 12 de abril de 1998, cuando 40 miembros del Frente 21 de las Farc-Ep asesinaron a sangre fría a cuatro personas delante de todo el pueblo, en la vereda de Vista Hermosa, ubicada en Chaparral.
Este sitio, ubicado a 163 km de Ibagué y con una población de 47.293 habitantes (2017), debe su nombre a la gran cantidad de plantas de chaparro (Quercus coccifera) que hay allí, y además tiene un sector muy importante no solo para los turistas, que lo visitan con entusiasmo, sino para los geólogos, porque representa un encuentro con la historia: las cuevas de Tuluní, que conectan directamente con el río del mismo nombre y que albergan rocas y fósiles de hace alrededor de 210 millones de años.
Así lo determinó Ángela Milena Perilla, geóloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien junto a un grupo de investigadores liderado por el profesor Pedro Patarroyo, quien trabaja hace muchos años en este campo y que fue indispensable en todo el estudio, halló algo que jamás se había encontrado en el país: seis fósiles muy bien conservados de un animal extinto que se movía por los mares del mundo, el nautiloideo del género Cenoceras sp.
Este pequeño molusco cefalópodo, cuyo nombre significa “navegante” o “marinero”, formó parte de los depredadores marinos más temidos del Paleozoico, hace cerca de 252 millones de años, cuando empezaron a abundar los animales con concha, un protector natural que actúa como armadura y que les permitió evolucionar hasta hoy.
Aunque los cambios del nautiloideo resultaban imperceptibles, eso no quería decir que no estuvieran allí y que fueran muy importantes, ya que los nautiloideos del género Cenoceras sp. hallados en Chaparral tenían una concha de forma un poco más alargada que sus compañeros de especie, que era más redonda.
Es posible que esto les haya permitido sobrevivir a la cuarta extinción masiva que tuvo la tierra hace 200 millones de años y que acabó con la mitad de las especies que lo habitaban. ”Este hallazgo representa una pieza del gran rompecabezas de la historia de los mares y las rocas en el mundo, ya que funciona como una especie de indicador de cómo estaba la tierra durante el Triásico Superior, época geológica anterior al florecimiento de los grandes dinosaurios en el Jurásico”, asegura la investigadora.
Para tomar un fósil en las rocas
Durante un mes, la geóloga Perilla y el grupo que la acompañaba — en el marco de la asignatura Campo VI dirigida por el profesor Juan Manuel Moreno — se encargaron de caracterizar la formación de rocas de Payandé, una zona de 389 metros de rocas que en la década de 1970 fue estudiada por importantes científicos alemanes, pero que los expertos colombianos no habían tenido oportunidad de investigar arduamente por el conflicto armado.
La zona se extiende por la quebrada Tuluní, del río Amoyá, hasta las cuevas de Tuluní, dentro de las que destaca la ‘catedral cueva’, llamada así por su forma. El interés por el estudio de estas rocas inició por una motivación económica para hallar hidrocarburos, y aunque en 1973 el investigador alemán Otto Geyer le dio atención a los fósiles y mencionó al Oxinautilus, otro de género de nautiloideo, en la zona, no se habían registrado otros hallazgos.
La experta relata una anécdota que refleja el desconocimiento que en general se tiene de lo que son los fósiles: “Los reincorporados de la zona, que componen varias familias, viven del turismo que se da alrededor de las cavernas, y como no saben lo que son los fósiles, les contaban a los visitantes que eran pictogramas o dibujos de hace muchos años que los ancestros del lugar habían realizado”.
Los sedimentos de rocas de antaño dejaron sepultados a estos animales, y de esta manera se convirtieron en fósiles, palabra que viene del latín fodere, y se refiere literalmente a algo que es excavado o sacado de la tierra, no aparecen de la nada, sino que deben ser llevados al laboratorio con todo y la roca en donde están incrustados.
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