El 4 de octubre de 1997, la infanta Cristina y el deportista Iñaki Urdangarín se casaron en la Catedral de Barcelona; hace meses se mostraban juntos, en pareja, pero no celebrarán sus bodas de plata
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Hace apenas un año, en octubre de 2021, después de mil tormentas, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín fueron fotografiados tomados de la mano, dando un paseo por Ciudad Condal, Barcelona. La prensa del corazón española, que vibra al ritmo de la Familia Real, concluyó que el matrimonio seguía firme “pese a todo”. Juntos atravesaron la humillación del juicio por corrupción, los años de prisión, mil rumores de infidelidades y, ahora, también la distancia. Doña Cristina vivía en Suiza junto a su hija menor, Irene. Iñaki, que cumplía su condena en un régimen blando, de tercer grado penitenciario, había fijado domicilio en casa de su madre y trabajaba en un estudio de abogados en la ciudad de Vitoria. Compartía el bufete con una abogada hasta entonces desconocida llamada Ainhoa Armentía. En breve, menos de un año, los ex Duques de Palma (título que les fue revocado por Felipe VI) celebrarían sus bodas de plata...
El cuento de hadas que hizo suspirar al mundo
Barcelona había despertado con un cielo despejado y un cálido clima otoñal. Era el 4 de octubre de 1997. En la catedral de Santa Eulalia, unos 1500 invitados, entre ellos, trescientos representantes de casas reales, esperaban el comienzo de la ceremonia más esperada de la temporada: el casamiento de la infanta Cristina y la estrella del handball español, Iñaki Urdangarín. Afuera del templo, retenidos por vallas, miles de curiosos se agolpaban con un único objetivo: ver entrar a la novia.
Había llegado el día tan esperado: el noviazgo de Cristina de Borbón con el famoso deportista, que ambos habían decidido mantener en secreto durante los primeros meses, y que, al hacerse público, había generado gran ilusión dentro de la Corona, por fin iba a consumarse en matrimonio. Del brazo de su padre, el rey Juan Carlos I, y con el Himno Nacional de fondo, la infanta caminó hacia el altar con una sonrisa radiante. Su vestido fue un hito en la historia de la moda española: era un diseño en seda valenciana color marfil, del madrileño Lorenzo Caprile, amigo de la infanta. Tenía un original cuello bote y arrastraba una cola bordada de 3,25 metros de largo.
La ceremonia fue televisada para todo el mundo, que suspiró junto a los novios. Tras dar el “sí, quiero”, Cristina de Borbón y su flamante marido, considerados una pareja moderna y liberal dentro del círculo monárquico, se convirtieron en los Duques de Palma y empezaron una nueva vida juntos en Barcelona, los dos continuando con sus respectivos trabajos: él, como deportista y ella, en la Fundación La Caixa. No tardaron en agrandar la familia. Dos años después, nació su primogénito, Juan. Luego siguieron Pablo, Miguel e Irene.
Iñaki fue, durante años, a los ojos del rey Juan Carlos I, el yerno perfecto. Era un atleta de prestigio, capitán de la selección española de handball, lleno de trofeos. En Sidney 2000, ya como miembro de la Familia Real, ganó su segunda medalla olímpica. Pero la fachada de matrimonio y familia ideal -que hasta la fecha encajaba a la perfección con la imagen sin mácula de la corona española- pronto comenzó a resquebrajarse. En 2004, el marido de la Infanta Cristina, ya retirado de alta competición, asumió como presidente del Instituto Nóos, una fundación sin fines de lucro supuestamente dedicada al asesoramiento a empresas e instituciones sobre temas de patrocinio, mecenazgo, responsabilidad social.
Las primeras sospechas de actividades fraudulenta dentro de la ONG empezaron en 2008, con la investigación de un fiscal. Cinco años después, el yerno de Juan Carlos I y su socio fueron llamados a declarar por presuntos delitos contra la Hacienda Pública por fraude fiscal de al menos 470.000 euros. Después de un arduo proceso judicial, los dos fueron encontrados culpables.
La infanta Cristina esquivó durante años hacer comentarios en los medios sobre los negocios de su marido. En 2016 se vio obligada a dar su versión de los hechos frente a la Justicia, cuando fue citada a declarar. Durante el interrogatorio -ella solo contestó preguntas de su abogado-, se desvinculó totalmente de las numerosas denuncias de corrupción que enfrentaba el ex medallista olímpico. Ella misma también estaba acusada en dos de las causas, por compartir con su marido el 50 por ciento la gestión de la empresa mercantil Arizoon. Frente al Tribunal, la duquesa de Palma afirmó: “No tenía firma ni poderes en Aizoon (...) Nunca di instrucciones a nadie en la sociedad”. A lo que también sumó: “Confío plenamente en mi marido y en su inocencia”.
El caso Nóos produjo también una grieta en la Familia Real. Primero fue su padre, el rey Juan Carlos I, quien decidió apartar a Cristina de cualquier acto oficial de la Corona. Luego fue su hermano menor, ya coronado como Felipe VI, quien resolvió revocarle su título de Duquesa de Palma.
En 2018, Urdangarín fue sentenciado a cinco años y 10 meses de prisión. Sin embargo, obtuvo un permiso especial para continuar con su condena fuera de la institución penitenciaria, bajo un régimen de semilibertad. Durante todo este proceso, marido y mujer se mantuvieron unidos. Parecían haber encontrado refugio “puertas adentro”, en el interior de su familia. Sin embargo, a principios de 2022 ocurrió un hecho que parece haber roto definitivamente la relación: a los escándalos financieros se sumó una nueva prueba, contundente, de infidelidad en la pareja.
El nuevo amor de Iñaki
En enero pasado, Iñaki Urdangarín fue fotografiado por un paparazzo dando un paseo por la playa Bidart junto a una mujer desconocida. Iban tomados de la mano. Las imágenes fueron publicadas en tapa de la revista Lecturas. Al ser interrogado por un periodista, el exdeportista lanzó: “Yo prefiero no decir nada porque es un tema familiar, pero ya está, son cosas que pasan y lo hablaremos nosotros. Ya está”.
Pocos días más tarde, Cristina e Iñaki enviaron a la prensa un comunicado conjunto en el que expresaron: “De común acuerdo, hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestros hijos permanece intacto”.
Los periodistas españoles no tardaron mucho tiempo en descubrir que el nuevo amor del ex duque de Palma es Ainhoa Armentia, de 43 años, nacida en Vitoria, compañera de trabajo de Iñaki. Al igual que su amante, ella también estaba casada cuando salieron a la luz las primeras fotos en la playa. Tras el escándalo, abandonó la casa familiar que compartía con su marido y sus hijos.
Desde entonces, Urdangarín y Armentia ya no ocultan su relación. Hace días, en septiembre último, fueron fotografiados besándose en el mar de Formentera durante una escapada romántica.
Fotos eróticas y mails inapropiados
La pareja convive con rumores de infidelidad desde antes de su boda. Hace 25 años, cuando la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín anunciaron su compromiso, irrumpió en los medios españoles una joven llamada Carmen Camí que se presentó como novia del deportista. Dijo la noticia de la inminente boda Real la sorprendió “enormemente” ya que se enteró por televisión de que su novio se iba a casar con la hija de los reyes de España.
Se confirmó luego que el capitán del seleccionado de handball llevaba años en pareja cuando conoció a la infanta Cristina, con quien empezó una relación paralela en secreto, y con quien se casó unos meses después.
Durante el estallido del caso Nóos, se filtraron nuevos rumores de infidelidad por parte del duque de Palma. Las pruebas, publicadas en diferentes medios, consistían en una seguidilla de correos electrónicos entre el marido de la infanta Cristina y la esposa de un amigo suyo del FC Barcelona de Balonmano, que había sido testigo de su casamiento con Cristina de Borbón. “Hola, pedazo de mujer”; “Hola, ojos azules”; “El día ya lo tenemos pero el lugar no. ¿Triste no?”, fueron algunos de los mensajes filtrados que Urdangarín le envió a la mujer de su amigo.
Sin bodas de plata, pero tampoco divorciados
Cristina e Iñaki no dieron señales de estar preparando el divorcio. Por el contrario, siguen mostrándose unidos como familia. En el último mes, Cristina de Borbón y su marido fueron fotografiados juntos en al menos tres ocasiones: una vez en la playa, otra vez en el funeral de un amigo común y, luego, en Ginebra, acompañando a su hija Irene durante el inicio de su curso escolar.
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