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No estaba en los planes mentales de la familia, Mucho menos contemplado en el presupuesto destinado a los animales que tienen bajo su responsabilidad. Pero, como ocurre en las historias donde manda el corazón, todo sucedió según el propósito que el universo tenía para el pequeño Eddie.
Lo habían encontrado en un barrio humilde de la localidad de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires. Según el relato de los vecinos, un perro lo había atacado y lastimado justo en la zona de los ojos. Eddie pasó muchos días y muchas noches -con sol, lluvia, viento y frío- en las calles sin que nadie notara siquiera su presencia. Hasta que Gabriela lo rescató y con la ayuda de las voluntarias de Gatitos de Belgrano Adopciones, lograron brindarle los primeros auxilios y llevarlo a un veterinario. El caso era complicado. Con pocos meses de vida, unos cuatro de acuerdo a lo que le calcularon, presentaba una gran herida a la altura de los ojos y la infección estaba realmente avanzada. Su pronóstico no era para nada favorable.
“Decidimos adoptarlo porque estaba mal”
“Eddie no estaba en nuestros planes. De hecho, no teníamos pensado adoptar a otro gato, ni a otro perro. Ya somos una familia numerosa de humanos y de no humanos y una nueva vida es una responsabilidad y también un gasto (aunque la realidad es que yo siempre lo veo como una inversión)”, asegura Malena Ibáñez.
Pero avanzaron con la decisión. Sintieron que merecía una oportunidad y que quizás, por estar tan mal de salud, esa posibilidad fuera más lejana o difícil de encontrar. “Decidimos adoptarlo porque estaba mal. Y porque en ese estado tenía menos posibilidades de encontrar una familia. Es fácil adoptar a un animalito que se ve en la foto lindo y saludable. Pero cuando se trata de uno machucado o rengo, o enfermo, nos da miedo y solemos mirar para otro lado”, continúa. “Nos enamoramos de él desde el minuto cero, desde que vimos su foto, sabíamos que se se salvaría viniendo a casa y que de alguna forma en alguna parte de nuestras vidas él nos salvaría a nosotros”.
No era la primera vez que Malena recibía en su hogar a un animal con necesidades especiales. Pero había algo en Eddie que llamaba particularmente su atención. Además de locutora, es terapeuta holística y estaba convencida de que poder compartir su vida con un macho tricolor era una suerte de señal. Aunque la posibilidad de que nazca un macho con este patrón de colorido es bajísima, se estima que solo uno de cada tres mil gatos tricolores nacidos es macho. Entre los amantes de los felinos, se dice que los tres colores de pelaje otorgan los dones de paz, unión y armonía a los hogares donde viven.
“No sabíamos cuánto tiempo estaría con nosotros”
“Cuando llegó, el panorama era oscuro. La primera veterinaria que lo vio se agarró la cabeza. Primero sospecharon de un hongo que podía contagiarse a humanos; luego de posibles enfermedades virales y hasta un tumor. En fin, todo era espantoso y amábamos a Eddie cada día más y más fuerte porque más allá de su amor no sabíamos cuánto tiempo estaría con nosotros”.
Malena y su esposo le hacían curaciones todos los días,. Eddie tomaba antibióticos, remedios alopáticos, remedios homeopáticos, Flores de Bach y recibía sesiones de Reiki. Hicieron todo lo que estaba al alcance de sus manos. Y durante todo ese tiempo contaron con el apoyo emocional y económico de las voluntarias Gatitos de Belgrano Adopciones, que siguió de cerca cada avance y retroceso en la recuperación de Eddie.
“Cuando empezaron a llegar los resultados de todo lo que hubo que hacerle, la luz empezó a ser cada vez más grande. Eddie se dejaba hacer de todo y jamás mordió o arañó a nadie. Finalmente los veterinarios llegaron a la conclusión de que el cuadro había sido una tremenda infección que se curó con dos antibióticos, que le dimos día tras día, sin saltearnos ninguna toma y durante casi dos meses”.
“Solo hay que animarse y confiar”
En enero de este año Eddie tuvo su alta y todo fue festejo y emoción. Malena asegura que tiene el mejor carácter del mundo. Se acerca cuando alguien lo llama, ronronea todo el tiempo, da besos y topetones y adora el dulce de leche. Y habla, siempre tiene algún miau para regalar. Eso no es todo. A algunas personas especiales -como la mamá de Malena- les pide upa: se para delante y maúlla.
“Eddie llegó para enseñarnos que siempre se puede, que no hay que bajar los brazos jamás. Su alma es hermosa y lo fue siempre más allá de su aspecto físico. Eso debería ser siempre así, para todos. Deberíamos adoptar con los ojos vendados, entendiendo que somos un envase y que el contenido es lo que vale. Solo hay que animarse y confiar”.
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