Ingresar al universo creativo de un artista era hasta hace poco una metáfora, pero con la aparición de las muestras de arte llamadas inmersivas es un hecho. El espectador está invitado a sumergirse en las obras proyectadas en paredes, columnas y escaleras de forma digital y recorrer de un modo distinto cada una de las figuras, en un viaje sensorial y exploratorio antes impensado.
Aunque la idea de crear exposiciones de estas características nació hace 30 años, 2018 será recordado como el momento en el que el se popularizó la propuesta. ¿El motivo? Gustav Klimt, el aniversario de su muerte y un proyecto ambicioso, de dimensiones titánicas, que hoy es un suceso en Europa, con más de 300.000 visitantes desde su inaguración en abril último en L'Atelier des Lumières, en París.
La excusa del centenario era perfecta para Gianfranco Iannuzzi, el director artístico, nacido en Venecia, que junto con Massimiliano Siccardi y la colaboración musical de Luca Longobardi crearon una exhibición única sobre el popular austríaco, representante del movimiento modernista y reconocido en cada rincón del mundo. Las condiciones tecnológicas y artísticas del equipo italofrancés estaban dadas y el resultado, por supuesto, fue explosivo. "Orquestar las imágenes y la música como expresión creativa para transformar el espacio y permitirle al público zambullirse no solo en la obra sino en toda una experiencia multisensorial fue el objetivo y el motor de un trabajo que superó mis expectativas", le cuenta Iannuzzi a la nacion revista.
EL NUEVO ESPECTADOR
Con visión rupturista y alma creativa, Gianfranco Iannuzzi, advierte un nuevo vínculo posible entre el arte y el público. "Mi objetivo principal siempre ha sido involucrar al espectador de una manera emocional y hacerlo participar con su presencia, sus movimientos y sus reacciones. Básicamente, sacarlo de un lugar pasivo frente a una pantalla de cine, televisión, smartphone o pintura y ponerlo en el centro de la escena y de la creación misma", dice con entusiasmo.
En cuanto a las posibilidades técnicas, asegura: "La técnica es solo una herramienta. Como un instrumento para el músico o el pincel y el color para el artista, debemos utilizar y dominar la tecnología con el propósito de expresar nuestra intención creativa, despertando así una intensidad de emoción dentro el espectador. Una gama de técnicas de animación y gráficos por computadora, videoproyección y transmisión de sonido nos han permitido revolucionar la perspectiva y la actitud del espectador. Al estimular su percepción multisensorial, podemos ponerlo en el corazón del trabajo. No se trata simplemente de exhibir obras ampliamente conocidas o menos conocidas. Con mi equipo, para este espectáculo, similar a las producciones anteriores, nos hemos esforzado por generar una fuerte reacción emocional en el espectador a través de las imágenes animadas, la música y nuestra mise-en-scène original. Nuestro objetivo es permitir al espectador la libertad de percepción e interpretación en un espacio donde sus movimientos son una parte integral de la experiencia. Al acentuar la dimensión emocional y al sumergir al público en un trabajo tridimensional, se invita a los visitantes a desarrollar una actitud más participativa con respecto al espectáculo y al arte en general. Una vez más, este año, tratamos de ampliar los límites de nuestro enfoque artístico más aún, creando un mayor espacio para la libertad creativa y la experimentación".
KLIMT PARA ARMAR
Meterse en El beso, una de las obras emblemáticas del artista nacido en 1862 en Viena, capital del arte del imperio austrohúngaro, poder circular a través de los colores que toman vida propia y rearman la conocida estampa, caminar dentro de cada uno de los detalles, recibir las proyecciones en el propio cuerpo suena más que atractivo y conmovedor. Pero ¿cómo se logra esto desde el punto de vista técnico? ¿Qué es necesario desde lo estructural? ¿Cómo afrontar el desafío artístico conceptual de trasponer la obra a un espacio?
Para para plasmar todo esto fue necesario un lugar arquitectónicamente adecuado. Es en ese aspecto en el que cumple un rol clave Bruno Monnier, presidente de Culturespaces y creador de Art Lumiere, donde transcurre la muestra, un lugar recuperado del abandono que completa el éxito de Carrières de Lumières, gestionado por Culturespaces desde 2012 en Les Baux-de-Provence, que recibe unas 600.000 visitas al año. "Las prácticas están evolucionando y la oferta cultural debe estar en sintonía con ellas –señala Monnier–. La observación pasiva de las obras de arte ya no es relevante, y estoy convencido de que la gente está aprendiendo cada vez más a través de experiencias como esta y las emociones que generan. El matrimonio del arte y la tecnología digital es, en mi opinión, el futuro de la difusión del arte hacia las generaciones futuras, ya que es capaz de llegar a un público más joven y más amplio que el de los museos tradicionales".
Las exposiciones digitales son promovidas por estos centros de arte, específicamente dedicados al arte inmersivo. Combinada la música con el placer estético, las inmersivas son exhibiciones pioneras en Francia e introducen al arte a un gran número de personas cuyos vínculos con la cultura son relativamente tenues y que, en general, son intimidados por museos e instituciones del tipo más tradicional. "Estas exposiciones pueden ser una forma introductoria y entretenida de descubrir el arte pictórico y formar la base para abrazar y comprender las obras y muestras tradicionales también. El mismo enfoque también es efectivo para poner en contacto a las nuevas generaciones con el arte. Quiero que los visitantes disfruten de una experiencia artística inmersiva y sensorial, porque las personas no aprenden sobre la cultura como lo hicieron en el pasado, sino de forma más amigable y con las nuevas capacidades que también se desarrollan de forma diferente al advenir a un mundo distinto, cuyo desarrollo es cada vez más veloz", explica el presidente de Culturespaces.
VANGUARDIA TECNOLÓGICA
"Desarrollamos el sistema AMIEX® (Art Music & Immersive Experience), utilizando la última tecnología disponible en el planeta, que puede mostrar y coordinar miles de imágenes de calidad con gran precisión a gran escala. En L'Atelier des Lumières, 140 videoproyectores y un sistema de sonido especializado componen un equipo multimedia que puede cubrir una superficie total de 3300 m2, que se extiende desde los pisos hasta los techos y paredes de hasta diez metros de alto y sumerge completamente a los visitantes en las imágenes y música. El desafío fue adaptarse a las estructuras y proporciones excepcionales del lugar para transformarlo en una gran instalación multimedia: paredes panorámicas de ochenta metros de largo por diez metros de alto, superficies de proyección cilíndricas, entre otros desafíos", describe Monnier. "Es un espectáculo hecho a medida. Hemos desarrollado todo el contenido visual teniendo en cuenta que coincida perfectamente con el espacio dentro de la antigua fundición donde se alza el Atelier. Usamos los últimos equipos: proyectores láser de alta potencia, interconectados por fibra óptica a una batería de computadoras y un sistema de sonido espacializado de muy alta calidad. Todo está orquestado por un nuevo sistema de administración de software".
Sin embargo, el enfoque desarrollado no pretende reemplazar los museos. La especificidad de las exposiciones inmersivas de Culturespaces radica en la capacidad de proyectar imágenes de obras extremadamente grandes, lo que permite al público estar completamente sumergido y que pueda contemplar una selección de obras que a veces se exhiben o conservan en todo el mundo y no se reúnen en un solo lugar.
"Con 300.000 visitantes después de dos meses de apertura, la asistencia de L'Atelier des Lumières muestra claramente que faltaba este tipo de centro digital en París y que los espectadores se muestran cada vez más curiosos y atraídos por el arte inmersivo. La tasa de satisfacción de acuerdo con nuestro libro de visitas es del 90%", cuenta Monnier.
L'Atelier des Lumières tiene dos espacios para visitantes: el Halle, con una superficie de 1500 m2 y el Studio, que cubre un área de 160 m2. En el Halle, un ciclo de exposiciones digitales e inmersivas se proyecta continuamente, y alterna entre un largo programa, dedicado a las grandes figuras de la historia del arte, en este caso Gustav Klimt, y un programa corto, que se centra en obras más contemporáneas, en este caso el multifacético artista austríaco Friedensreich Hundertwasser. "En Halle, estamos planeando presentar un ciclo de exposición cada año, centrándonos en las grandes figuras de la historia del arte, y estamos trabajando en la próxima exposición inmersiva, esta vez con un enfoque en Marc Chagall. También daremos carta blanca a artistas digitales que sean capaces de crear un mundo digital único. El programa se renovará cada cuatro meses", anuncia el director del predio.
Para Iannuzzi, la elección de los artistas y el respeto a la obra son fundamentales a la hora de concebir un proyecto de estas dimensiones. En este caso, lo movilizaba el reto de retratar un siglo de pintura vienesa y siente haberlo logrado. "El resultado es un diálogo pictórico continuo entre modelos arquitectónicos, motivos decorativos y utopías futuristas", resume.
Viena adoptó un enfoque completamente autónomo con respecto al resto de la pintura europea del siglo anterior. Se separó del clasicismo académico prevaleciente. Por lo tanto, surgió un movimiento artístico nuevo y completamente original, en una búsqueda para crear arte total. Esta búsqueda y síntesis entre pintura figurativa y decorativa, encarnada muy bien en Gustav Klimt, es el tema principal de la exposición. "Todo el mundo está familiarizado con El beso de Klimt, el símbolo de este resurgimiento artístico vienés. Con Renato Gatto y Massimiliano Siccardi deseamos explorar las diferentes facetas de su obra: su trabajo en los grandes palacios de la Viena Imperial de finales del siglo XIX, así como los tapices vegetales muy detallados y sutiles que creó al aire libre cuando pasó el verano rodeado de naturaleza, y los detalles decorativos que pintó en la ropa y decoraciones de sus retratos de mujeres sensuales o altivas. Y además aparece Egon Schiele, el joven amigo y admirador de Klimt, cuyos trabajos también se ven en una secuencia en la primer exposición", cuenta el director artístico.
"Una vez más, trabajamos con Luca Longobardi para crear música que pudiera evocar y ser coherente con el espíritu de las imágenes y la época. Para ilustrar el trabajo de Klimt y Schiele, decidimos centrarnos en las obras clásicas de Wagner, Beethoven, Strauss y Mahler ensambladas, mientras que las composiciones contemporáneas de Kronos Quartet y Longobardi evocan el mundo de Hundertwasser", describe Iannuzzi. Así, la música aumenta nuestra apreciación visual y ayuda a los espectadores a observar las obras con mayor detalle. La danza de las imágenes con el sonido está diseñado con ingenieros, de modo que quedan en contrapunto con las imágenes. "Espero que traiga a la exhibición digital el mismo ímpetu que la Secesión de Viena trajo a la pintura", se ilusiona Iannuzzi.
El viaje a través de la obra del gran Gustav Klimt vibrando en los salones como nunca se vio concluye el 11 de noviembre. Ingresar en su maravilloso mundo vale 14,50 euros por entrada. "La relación que establece el público con la muestra es impactante de ver, sobre todo en los más pequeños. Muchos llegan con niños de 4, 5 o 6 años que vivencian y disfrutan increíblemente. Bailan y persiguen las proyecciones que aparecen en el suelo o los ves buscando bañarse de flores y prints aquí y allá, es un paisaje aparte observarlos", destaca Lola Vèniel, de la agencia Claudine Colin y responsable de la comunicación de la muestra. Una exhibición en sintonía con Iannuzzi y Monnier, que bien apuntaron el armado a las nuevas generaciones.
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