Grupo Baikal. La cueva de los nerds que ya tiene 150 integrantes
Ni el regreso de Tinelli, ni el clásico de fútbol distrae a quienes se disponen a sumergirse en un océano de innovación
Martes de hace dos semanas, seis y media de la tarde, avenida Santa Fe y Agüero, en el barrio de Palermo. Emiliano Chamorro, un abogado y emprendedor de 38 años, de jean y remera negra con un perfil del naturalista Charles Darwin, abre la puerta de calle e invita a pasar a un departamento antiguo, en el primer piso. "Servite lo que quieras, ya estamos por empezar", dice. Durante las horas previas, los temas de conversación excluyentes en la calle y en redes sociales fueron el programa de Tinelli, que debutó la noche anterior con los precandidatos presidenciales, y la palpitación del escandaloso superclásico River-Boca, que se jugaría dos días después. Pero aquí, en la reunión del Grupo Baikal, nadie habla de tele ni de fútbol. Durante dos horas, hasta las 20.30 puntual, los temas dominantes serán algoritmos, inteligencia artificial y tecnologías exponenciales, entre otros.
"Empezamos con el Baikal hace tres años y medio, con una consigna simple: juntarnos a charlar de temas que nos interesaran, invitando a expertos", cuenta Chamorro, fundador del grupo. "Me gusta considerarlo una experiencia de caja de resonancia para nuestras ideas, como una cocina del pensamiento." El nombre alude a un lago ruso, de Siberia, que es la mayor reserva de agua dulce no congelada del mundo.
El grupo empezó a crecer y hoy tiene 150 integrantes, cincuenta de los cuales están en el exterior estudiando. Entre los que van regularmente a las sesiones se encuentran Diego Golombek, Melina Furman, Gerry Garbulsky, Andrei Vazhnov (un físico ruso que dirige académicamente el instituto, dio varias charlas de ciencia y filosofía y editó, bajo el sello de Baikal, un libro sobre impresión 3D), Alexis Caporale (emprendedor y muy joven experto en energías alternativas), Santiago Bilinkis, Narda Lepes, Martín Bohmer, Andrés Riesnik y Christian Carman (el argentino que descubrió los secretos del mecanismo de Anticítera, la "computadora de Arquímedes"), entre otros.
Un poco se superponen (aunque no del todo) con los organizadores de TEDxRioDeLaPlata. De hecho, la remera de Chamorro es por un nuevo proyecto de armar las charlas TED que hubieran dado pensadores célebres del pasado, que lo llevaron a estudiar durante seis meses, con especialistas coordinados por Caram, la obra de Darwin.
La presentación del día está a cargo de Marcelo Rinesi, un investigador de Exactas y científico de datos al que, por casualidad, le tocó dar la primera charla del Baikal, en 2011, sobre "psicología y voluntad de entidades no humanas". Antes de empezar, se repasan las reglas: la idea es sacarle el máximo jugo al invitado, y por lo tanto no hay debate ni se permiten las preguntas "para parecer inteligente". "En nuestra cultura hay una pasión por opinar, nosotros buscamos escuchar a fondo al experto, posponiendo el juicio propio, tratar de salir cambiados", dice uno de los organizadores. En la pared, entre cuadros y una biblioteca con libros de smart thinking, hay un cartel: "Permitido irse por las ramas". Rinesi habla sobre el proyecto "Baúl del Conocimiento" ("Knowledge Vault"), anunciado por Google dos meses atrás, por el cual se construirá una base de datos "entendible por las computadoras" con todo el contenido de Internet. "No son los primeros en intentarlo -es una idea que viene desde mediados del siglo pasado, décadas antes de que existiese Internet-, pero confían en hacerlo posible con tres herramientas nuevas: una manera de extraer información de páginas usando muchos programas mediocres, en vez de intentar construir uno que funcione bien, un algoritmo para estimar la veracidad de la información que extraen analizando la forma en que diferentes páginas coinciden o no en su información, y simplemente su escala sin precedente de recursos de hardware y software", explica Rinesi.
El objetivo explícito de Google con este proyecto es mejorar los resultados de su buscador, dándoles precedencia a los sitios con más proporción de hechos verificables en otros, pero las implicaciones van muchísimo más lejos, opina el científico de datos. "Una herramienta como Knowledge Vault aceleraría muchísimo la investigación científica en general (donde el cuello de botella no es tanto la falta de resultados experimentales como la dificultad de poner todos los hechos relevantes a la vez en la cabeza de una sola persona), cambiaría radicalmente la forma en que usamos Internet para buscar información, e incluso qué pensamos que es posible hacer con ella, y, de forma no necesariamente positiva, haría posible muchos de los sueños de los servicios de inteligencia de poder analizar, correlacionar, y explotar toda la información en Internet para clasificar y predecir el comportamiento de cualquier individuo."
En un momento de la charla, Rinesi dice una frase inquietante: "Los humanos somos un periférico lento y caro de la computadora".
"Este tipo habla como si estuviera loco" -me susurra uno de los asistentes, sentado al lado- pero hace años que lo vengo escuchando y todo lo que cuenta termina ocurriendo."
Para Nicolás Minuchín, otro de los organizadores de la movida Baikal, ingeniero y emprendedor, la experiencia representa "un espacio único, un tenedor libre de ideas contadas por gente que estuvo estudiando mucho cada tema. Cuando vuelvo a mi casa luego de cada charla siento que acabo de pasar dos horas en otra galaxia, con diez libros nuevos a leer y temas para explorar. Cuando más buceás, más profundo es el océano".
Lo más llamativo de estas reuniones es el "observatorio de la frontera" con contenidos nuevos como el tema elegido por Rinesi. Pero también hay conciencia de que la sociedad actual adolece de "neomanía" o pasión por lo nuevo que esconde conocimiento del pasado muy valioso. Por eso en el Baikal leyeron y discutieron a los filósofos presocráticos, toda la obra de Platón, de Aristóteles, textos de filosofía oriental como el Tao y el I Ching y otras obras clásicas.
En las sesiones se mezclan académicos, emprendedores e inversores, aunque los organizadores remarcan que "el networking es un daño colateral": se accede por invitación muy estricta (salvo a algunas charlas, que son abiertas), y se cuida que nadie venga a hacer sociales, sino a participar de una celebración pura del conocimiento. No obstante, de estas interacciones azarosas ya surgieron libros, negocios y hasta el plan de varios de sus miembros de llenar un vagón del tren Transiberiano para recorrer Rusia y ver a la selección argentina en el Mundial de 2018, comandado por Vazhnov.
En la cultura moderna, la caracterización de nerd ya no es vergonzante como décadas atrás, por varios motivos. Internet hizo que "saber mucho" de un determinado tema (novelas de fantasía, juegos de rol, de La Guerra de las Galaxias) ya no sea patrimonio de unos pocos. La serie The Big Bang Theory, el éxito de TED (que en la Argentina es récord mundial de asistencia) y los best sellers de neurociencias son algunos de los emergentes de este fenómeno. Y la economía del conocimiento hizo que muchos de los nerds de los ochentas y noventas, ingenieros y programadores, hoy literalmente se apresten a conquistar el mundo desde Silicon Valley.
"En el Baikal nadie se siente ofendido si lo describen como nerd", cuenta Chamorro. De hecho, meses atrás leyeron un ensayo largo de emprendedorismo, escrito por una leyenda de este terreno, el capitalista de riesgo y programador inglés Paul Graham. Referencia ineludible para quienes inician una startup, Graham escribió que en la era del conocimiento los países con "culturas benignas para los chicos y chicas nerds" serán los que se terminarán imponiendo. "La misma receta que hoy vuelve ricos a los individuos es la que hace que los países sean poderosos -apunta Graham-. Deja que los nerds conserven su dinero para el almuerzo y dominarás el mundo." En la mesa ratona del departamento de Palermo hay sándwiches de miga y empanadas. "Sírvanse, no sean tímidos", dice Chamorro, antes de que empiece una charla que parece de ciencia ficción.