
Hace 50 años, el film sorprendió al mundo al mostrar el àmbito decadente en el que vivían “Big Edie” y “Little Edie”, tía y prima de quien era considerada un ícono del lujo y la moda
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Cincuenta años después de su estreno, el documental “Grey Gardens” sigue fascinando al mundo. Son 94 minutos hipnóticos que reflejan cómo vivían la tía y la prima de Jackie Kennedy, quien entonces era considerada una de las personas más glamorosas del mundo.
Edith Ewing Bouvier y Edith Bouvier Beale, madre e hija, quienes se presentan como “Big Edie” y “Little Edie”, son sus protagonistas. Grey Gardens es el nombre de la mansión donde viven, un escenario con un halo de antiguo esplendor pero en decadencia. Cada ambiente encierra un recuerdo de aquél pasado esplendoroso, ahora cubierto de basura.

El film tiene un origen particular. Fue concebido por encargo de Lee Radziwill, la hermana menor de Jackie Kennedy, casada con el príncipe polaco Stanislaw Radziwill. En 1972, ella se contactó con los hermanos Albert y David Maysles, realizadores de documentales, y les encargó una película que reflejase el ambiente de Los Hamptons donde había pasado su infancia. Quería documentar el lugar, pero también su particular vida social, con un calendario lleno de fiestas. Les pidió a los hermanos Maysles que entrevistasen a sus amigos y parientes. Fue entonces cuando pensó en su “excéntrica tía”.

Lujo y esplendor en Grey Gardens
Lee Radziwill llevaba años sin ver a sus familiares, no conocía el estado de abandono en el que vivían su tía y su prima. Al ingresar en el mundo de las Bouvier, los hermanos Maysles no pudieron creer lo que veían. Les fue imposible entender cómo estas dos socialites, quienes fueron durante años animadoras de la noche neoyorkina, habían caído en un estado tan calamitoso. Vivían en el pasado, recluidas en la mansión con treinta gatos. Pasaban sus días bailando, cantando, ajenas a la realidad sin percatarse del hedor que emanaba por toda la casa, entre telas de araña y excrementos por doquier.

Terminadas las grabaciones, los hermanos Maysles le comentaron a Lee Radziwill que el documental nostálgico que les había encargado no se comparaba con el universo paralelo que habían descubierto. Alarmada por el material que habían obtenido, la hermana menor de Jackie guardó las cintas y dio por terminado todo el proyecto. No podía exponer a su familia de manera semejante. Sin embargo, fascinados por estos singulares personajes, los Maysles decidieron continuar con el trabajo por su lado, sin Radziwill...
Corría 1973. Tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, Jacqueline se había casado con el multimillonario griego Aristóteles Onassis y se había convertido en un ícono de la moda. Estaba en su apogeo. La prensa de todo el mundo se refería a ella simplemente como Jackie O.
Luego de varios rechazos, los Maysels convencieron a “Big Edie” y “Little Edie” y lograron entrar en Grey Gardens para filmar su documental. Atrapadas por su ego, felices de verse retratadas y poder expresarse artísticamente, las primas de Jackie accedieron. Durante meses fueron entrevistadas en su hogar y retratadas de las formas más diversas. La paga, 10.000 dólares, fue lo que terminó de convencerlas.

A los hermanos Maysles los intrigó que, a pesar de vivir en medio de la miseria, en Grey Gardens se seguía percibiendo un halo de antiguo esplendor. Para las primas de Jacqueline Kennedy -que habían nacido en cuna de oro- el tiempo parecía haberse detenido. Por entonces “Big Edie” estaba divorciada y vivía en estado de depresión. Su esposo, el abogado Phelan Beale, cansado de sus excentricidades y aspiraciones a artista, en 1931 forzó el divorcio e inmediatamente después se casó con una mujer más joven.
Su hija, “Little Edie”, se crio entre la alta sociedad neoyorkina. Admirada por su belleza, fue modelo y, como su madre, tenía aspiraciones de artista. Pero en 1952, a los 35 años, soltera, sin carrera, ni el apoyo económico de su padre, debió retirarse a vivir con su madre en la casa de verano. Ellas, que siempre vivieron asistidas por la servidumbre, de pronto se encontraron aisladas del mundo en una mansión con 28 habitaciones en decadencia, sin calefacción, con las cañerías rotas y los techos llenos de goteras.


Las goteras y los 30 gatos
Llegó, entonces, el turno de las confesiones. Frente a cámara, “Little Edie” -quien cubría su cabeza con distintos pañuelos y tocados para oculta su alopecia- bailó una marcha patria haciendo flamear una bandera americana y recordó algunos romances de su juventud. Dijo que había salido con Paul Getty y enamorado a Howard Hughes. Incluso, contó que había estado “casi comprometida” con Joe Kennedy Jr., el mayor de los hermanos Kennedy, quien había sido educado por su familia para el destino que luego tomaría su JFK.
A “Little Edie” le gustaba contar que, sino hubiera sido por la muerte de Joe en la Segunda Guerra Mundial, hubiese sido ella y no su prima Jacqueline la Primera Dama de los Estados Unidos.
Madre e hija vivían en el pasado, reviviendo constantemente aquellos años dorados. Pero Grey Gardens se había convertido en una casa oscura y venida a menos, con los pisos repletos de heces, moho y un insoportable hedor por la orina de los gatos (que empeoraba con la humedad típica de la zona balnearia). El techo de la mansión, carcomido por los mapaches, multiplicaba las goteras.
Las excéntricas parientes de Jackie O. vivían sin calefacción. No tenían rutinas ni horarios: dormían, despertaban y comían en cualquier momento. Las imágenes las muestran preparándose choclos mientras están acostadas en la cama. “No tengo ningún reloj, nunca sé qué hora es. Debería comer carne picada y una patata asada a cierta hora para el almuerzo, disfrutar de una pequeña y agradable cena. Pero eso requiere tiempo”, comentaba “Big Edie”.
Durante el rodaje, los Maysles llegaron a acostumbrarse a sus gritos y estallidos.

Fascinados, los hermanos no podían entender cómo estas socialites, primas de Jacqueline Kennedy, habían llegado a ése nivel de miseria. Dentro de la casa, pilas de basura impedían el paso. Según contaba “Little Edie”, retirar la basura en Los Hamptons costaba un dinero que no tenían. Las latas de comida para los 30 gatos aparecían desparramadas en cada habitación. Los cineastas decidieron usar collares antipulgas al grabar y agradecían la presencia de los felinos que al menos ahuyentaban a las ratas del lugar.
Hacía tiempo que los sanitarios no funcionaban. La plomería era algo que tampoco podían costear. “No me he bañado en ocho años, ¿o tal vez alrededor de un año?”, llegó a decir “Big Edie”. Paradójicamente, se mostraba quisquillosa a la hora de maquillarse (con productos añosos) y solía lucir su gran anillo de compromiso con diamantes.
“Deberías levantarte y ponerte hermosa todas las mañanas. ¡Eso es lo que yo hago!”, reclama a su hija frente a cámaras la hermana de John Vernou Bouvier III, apodado “Black Jack”, padre de Jackie Kennedy.
Se suponía que “Black Jack” se ocuparía de su hermana, pero “Big Edie” y su hija acabaron viviendo con una mensualidad de 300 dólares y vendiendo sus joyas de Tiffany, una tras otra, para enfrentar sus gastos básicos.
“Creo que desenterrar el pasado es lo más cruel que alguien puede hacer. Porque siempre encuentras alguna mancha horrible, ¿sabes? O algo que avergüence a alguien”, se la escucha decir a “Big Edie”.


El trabajo de los hermanos Maysles mostró de la manera más cruda cómo vivían la tía y la hermana de la ex Primera Dama. Toda la elegancia de Jackie O. contrastaba con la decadente realidad de su prima y su tía.
El documental estuvo listo y estrenó el 27 de septiembre de 1975 generando una indeseada publicidad para Jackie O. y Aristóteles Onassis. Ni “Big Edie” ni “Little Edie” asistieron a su estreno en el New York Film Festival, aunque sí llegaron a ver al documental de manera privada, con una función especial que los hermanos Maysles organizaron en su casa. Se mostraron satisfechas con el resultado. Grey Gardens, con sus hipnóticos 94 minutos, se convirtió en una obra maestra de los documentales. Una película de culto.
Tras la proyección, Jackie pagó las facturas vencidas de Grey Gardens. Así volvió la calefacción a siete de las 28 habitaciones. La esposa de Onassis también envió alimentos y mantas, y puso a disposición de su tía y de su prima una pequeña asignación mensual que sostuvo hasta el día en que vendieron la casa.

Dos años después del estreno, en 1977, “Big Edie” murió a causa de neumonía. Tenía 81 años. Tras su muerte, “Little Edie” –quien entonces tenía 60 años, y siempre quiso ser actriz y bailarina- se dedicó al cabaret en Broadway y puso Grey Gardens a la venta. Aunque antes de hacer cualquier oferta, el interesado debía firmar un documento por el cual se comprometía a no demoler la casa. Ese fue un pedido especial que hizo “Big Edie” antes de morir.
En 1979 la ya célebre mansión fue adquirida por Ben Bradlee, el ex editor del Washington Post que destapó el caso Watergate. Junto a su esposa, la socialité Sally Quinn, pagó una suma aproximada de 220.000 dólares. “Solo necesita una capa de pintura”, aseguró la prima de Jacqueline Bouvier Kennedy al abandonar su hogar.
Las Bouvier dejaron Grey Gardens tal y como se vio en el documental. Los nuevos dueños contaron luego que encontraron 54 gatos muertos en el altillo (24 más que los que registraron los hermanos Maysles). Dijeron que apenas tocaron el piano, uno antiguo perteneciente a “Big Edie”, se perforó el suelo y el instrumento cayó directo al sótano. Demoraron años en desterrar el hedor que cada tanto volvía a aparecer envuelto por la humedad de Los Hamptons.

La fascinación por las primas de Jackie Kennedy tras el documental fue tal que su peculiar estilo de la moda inspiró a diseñadores como Marc Jacobs o Vicktoria Beckham. La historia de las Bouvier se convirtió en una pieza teatral que estrenó en Broadway y en 2009 llegó a la pantalla de HBO con el film “Grey Gardens” protagonizado por Jessica Lange y Drew Barrymore. Fue nominado a un Emmy a Mejor Película.
“Little Edie” se mudó a Florida y pasó el resto de su vida alejada de todos. La encontraron muerta, a causa de un infarto, en 2002. Tenía 84 años.




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