Gonzalo Heredia: “Me gustaría que me descubran a través de los libros”
¿Somos realmente quienes decimos ser? ¿Cuándo soy? ¿Cuando alguien me ve? ¿Podré lograr el punto cero en el que soy yo mismo o siempre estaré actuando? Estas son algunas de las preguntas que el protagonista se hace en Construcción de la mentira (Alto Pogo), la primera novela de Gonzalo Heredia en cuyas páginas pone de manifiesto las interpelaciones que conviven en él y que presentará el martes, a las 20, en la Feria del Libro (sala Carlos Gorostiza, pabellón amarillo).
"Son muchas las voces que tenemos –reflexiona el actor–. Está la voz oral, la que me habla permanentemente dentro de mi cabeza y la escrita. Tres voces que decidí escuchar y que me llevan a cuestionarme todo el tiempo, a analizar los roles sociales, las máscaras que uno utiliza, no solo como actor, sino como padre, esposo, hijo, famoso. Siempre me interesó la búsqueda de una voz literaria en la metaficción".
La constante búsqueda del yo.
Me apasiona la figura del doble, del doppelgänger, el juego de espejos tan presente en la literatura. Pienso en Onetti, en Foster Wallace, en Levrero, en el Borges de Borges y yo. Ahora estoy leyendo Niebla, de Miguel de Unamuno, en el que cuestiona su cotidianidad, su constante búsqueda del yo, y me parecía interesante que este conflicto, en mi novela, lo tuviera un actor, una persona que todo el tiempo está construyendo personalidades diferentes, capaz de utilizar o no sus propias vivencias. Qué le pasa cuando tiene que buscar su propio yo y a la vez jugar con el personaje público y con la idea que la gente construyó de él. ¿Qué le pasa cuando está solo y se mira en el espejo? ¿A quién ve? ¿Cuándo deja de actuar?
¿Te sumergiste en los difusos límites entre ficción y realidad con tu propio yo?
Esa borrosa y fina línea entre lo real y la ficción está presente porque más allá de que yo no soy el personaje, el nombre y apellido aparece, pero tachado, justamente llevándolo todo al extremo. La novela es como una cámara en mano, como si fuera un corresponsal de guerra metiéndome en este mundo para que el lector se transforme en el espectador que está en la primera fila.
Fueron casi cuatro años de escritura, de viajes por textos y lecturas que abrían caminos infinitos. "Construí la novela en el taller narrativo con Virginia Cosin [en la actualidad cursa con el escritor Hugo Correa Luna], leyendo mucho, porque uno se construye con cada lectura. Yo me fui armando de esa manera siendo honesto con lo que hago porque no tengo y no quiero demostrar absolutamente nada".
El olor a carburador quedó impregnado en algunas de las hojas en las que el Gonzalo adolescente escribía con prepotencia, con la impunidad de quien quiere escapar y no puede hacerlo. El taller mecánico de su padre, esa fosa donde se echaba para acabar teñido de aceite, era su prisión. Así lo sentía, así lo escribía.
"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona", leyó Heredia en el comienzo de El túnel, de Ernesto Sabato, cuando tenía 13 años, y algo cambió, encontró en los libros su única vía de escape. "Me mimaron, me contuvieron cuando más lo necesitaba, eran mi refugio. Fui construyendo como bien decía Abelardo Castillo mi familia literaria –reconoce el protagonista de uno de los sucesos teatrales del año, Perfectos desconocidos dirigido por Guillermo Francella–. Los libros me permitieron ver que el mundo era mucho más vasto de lo que me imaginaba, que lo que me habían contado. Con ellos comencé a mantener un diálogo constante. Una historia te lleva a otra, un autor a otro y así se arma una red infinita".
La construcción de esta red, de esta familia literaria, te llevo a compartir tus lecturas a través de las redes sociales y en la radio.
No le encontraba sentido a las redes sociales. El Twitter me lo abrió mi mujer [Brenda Gandini, la mamá de sus dos hijos, Eloy, de 6 años y Alfonsina, de 7 meses], por el 2011; me dijo que era necesario para estar comunicado. No entendía bien para qué, de hecho cambié de dirección porque no lo usaba, ni siquiera el email. La verdad es que no era muy virtual. Hasta que poco a poco empecé a compartir intereses, como lo que estaba leyendo en ese momento. El primer libro que posteé fue El extranjero, de Albert Camus, y se generó un ida y vuelta. Vi entonces cierta utilidad, una manera de compartir, de contagiar; se convirtió en una herramienta, en una red honesta. Fue casual, comenzó a decantar solo, no es que me propuse cambiar mi perfil o ponerme en un lugar esnobista, ni mucho menos. Subo un libro que me gusta, que estoy leyendo y listo. En la radio es lo mismo [Notas al pie, en Radio Cultura, y la columna en Días como estos, en Metro], no la puedo caretear, no me considero un erudito, por lo que no te voy a vender una imagen que no es.
La propuesta que nació en Instagram, La gente andá leyendo, se amplió y ahora llegó a YouTube.
Con Maru [Drozd] buscamos contagiar las ganas de leer, liberar ciertos prejuicios que hay alrededor de la lectura a partir de videos de 1 minuto donde cualquiera cuenta qué libro está leyendo o espera leer. Ahora, en YouTube presentamos charlas de más de veinte minutos con escritores sobre sus experiencias como lectores [ya se pueden ver las entrevistas a Fabián Casas y Vera Giaconi].
¿Te asumís como un influencer?
Esos son rótulos, etiquetas que se necesita poner todo el tiempo. Subo un libro que me gusta en las redes y punto. Recomiendo lecturas al que quiera escuchar. El lector se construye, se ejercita, uno se va haciendo, no es algo definitivo. Mis inquietudes hoy son estas. Para mí fue una gran experiencia ser parte del programa bonaerense AcerArte y recorrer la provincia contando mi relación con la literatura, como un lector más. Me gusta ese ida y vuelta que se genera con la gente que te pregunta, que te sugiere títulos, autores. Hablo solo desde mi experiencia, soy incapaz de discriminar y criticar al que lee algo diferente a mí.
Como actor muchas veces tuviste que hacer frente a ciertos prejuicios y, ahora, que hablás de libros y lanzas tu primera novela…
...El prejuicio va a existir siempre. Si ahora en vez de publicar una novela haría algo en televisión, dirían que siempre hago lo mismo. Siempre me prejuzgaron. Cuando empecé a contar lo que estaba leyendo, en la actuación. Siempre va a haber alguien que no le gusta lo que hacés y la clave es esa, hacer. Obviamente van a decir ahora se la da de escritor. Prefiero correrme de ese lugar y no prestar atención a lo que dicen.
En la mochila tiene tres libros: Diarios completos, de Sylvia Plath; El río en la noche, de Joan Didion; La pureza de las palabras, de Jenny Erpenbeck. Y en la tablet está Niebla, de Unamuno. "Están todos marcados. No tengo ese prurito, escribo a los costados, los subrayo. Son huellas que uno deja en los libros. Creo que una marca habla más de vos de lo que te podés imaginar, porque lo que no puedo poner en palabras, alguien lo escribió. Tengo la fantasía de que alguna vez mis hijos recorran esos libros y se detengan en esos subrayados, en esas observaciones. Me gustaría que me descubran a través de los libros. De hecho, creo que me van a conocer más por los párrafos marcados, porque hay algo en mi cabeza que no te puedo mostrar y sí está en los libros. Mantengo la ilusión de que se conviertan en una especie de arqueólogos, a través de esas páginas".
Más cercana, más propia, así siente Gonzalo Heredia a la literatura. "Estuvo siempre presente y hoy me doy cuenta de eso al recurrir a los viejos papeles manchados de aceite que escribía en el taller para que sean parte de mi segunda novela –dice el actor, que este mes estrenará en cine No llores por mí, Inglaterra, de Néstor Montalbano–. La idea aparece de un relato que escribí en 2003, me parece alucinante retomarlo ahora, intervenirlo quince años después, interpelar a ese otro yo. Hay algo de ese juego de cajas chinas que me atrae, me seduce ese diseccionar mi propio pensamiento. En eso estoy, en fantasear cuando vuelvo a Munro y me reencuentro con ese yo".
La actuación empezó como una forma de expresión, pero hoy pareciera ser una vía limitada. "Uno tiene un cuerpo y es prisionero de él, de los personajes que permite contar ¿hasta qué punto puedo mutar? En cambio, con la literatura las posibilidades son infinitas –reflexiona–. Cuando leí Glosa, de Juan José Saer, me dio un ataque de pánico al descubrir que todo se puede escribir, que no importa tanto lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, y el santafesino hace una reconstrucción a través de las apreciaciones de dos hombres que caminan veintiún cuadras".
"One Headlight", de The Wallflower; "Fizz", de Babasonicos, y "Due Tramonti", de Ludovico Einaudi, sirvieron de banda de sonido para Construcción de la mentira, la novela con la que Heredia inicia un camino, un recorrido que lo apasiona (estará disponible en el stand 627 de La Coop Editorial) y que parece no tener límites. "Me encanta que salga por Alto Pogo porque forma parte de un red de editoriales independientes que recorre todas las ferias del libro del país, creen en lo que hacen, son grandes difusores de la lectura. No se hacen millonarios con esto –aclara–. Imaginate que yo no quiero ganar plata con mi novela, pero sí quiero que se lea, que circule por todos lados. Mi idea es presentarla en cada lugar, acompañarla, pero con la obra de teatro que estoy haciendo [de miércoles a domingos en Metropolitan Sura] se me va a dificultar un poco. La intención está y voy a hacer lo posible. Pero ahora pienso en lo que va a ocurrir el martes".
¿Qué valor tiene para vos presentar la novela en la Feria del Libro?
Desde 2010 que voy a la Feria. Primero lo hice como lector. Fui a comprar, a curiosear, a indagar, a pedir consejos de lecturas. En los años siguientes, la recorrí con una valija con rueditas para poder cargar todo lo que me llamaba la atención. Ya en 2014 empecé a ir como invitado, para hablar de mis lecturas en diferentes stands. El año pasado me convocaron para presentar a Olivier Bourdeaut, el autor francés de Esperando a mister Bojangles; y ahora, es el turno de estar en la Feria con mi novela. Todo es una verdadera construcción.
¿Acaso había en la vida de alguien un punto libre del tiempo, despojado de memoria?, pregunta el personaje de Construcción de la mentira. "Mirá lo que son las cosas –dice Heredia–. Tengo un perro al que bauticé Bukowski y es un malgeniado. Le di esa personalidad".
Línea de tiempo
- 1982. Nace y se cría en Munro, provincia de Buenos Aires. Nunca terminó el colegio secundario
- 1998. Deja su casa y el trabajo en el taller mecánico de su padre para poner foco en las clases de actuación y en los distintos casting. Se forma con Mauro Moscardini y Raúl Serrano, entre otros
- 2001. Comienza su recorrido por la TV. Protagonizó Socias, Valientes, Mis amigos de siempre y Los ricos no piden permiso. Está en pareja con Brenda Gandini. con quien tiene dos hijos, Eloy y Alfonsina
- El futuro. El martes presentará su primera novela. Ya está escribiendo el que será su segundo libro. A fines de mayo estrenará en cine No llores por mí, Inglaterra. En teatro continúa con las funciones de Perfectos desconocidos
Realización: Diego Martínez. Estilismo: Lucía Uriburu. Asistente de estilismo: Maki Dell. Asistente de fotografía: Sebastián Luraghi. Make up: Sofía Carnevale de Estudio Novillo con productos YSL. Agradecimientos: AY not Dead, Garçon García, Gucci, Herencia
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