Glamour 05
Cuando las imágenes de actualidad se vuelvan amarillas y concentren el perfume de la memoria perdida, algunas escenas que ahora nos parecen vulgares mañana estarán cubiertas de la misma fascinación que en nosotros producen las siluetas evanescentes de la época de entreguerras.
En medio de la insoportable mediocridad en que vivimos me gustaría saber quiénes son y dónde se hallan hoy esos personajes que el tiempo convertirá en humo de oro en las páginas de las viejas revistas. Puede que dentro de cien años nuestros descendientes lloren de nostalgia al ver en los reportajes los escaparates de las librerías, las colas en los cines, los antros de jazz con los metales de la orquesta y el sudor de los músicos negros brillando bajo la intensa niebla de los cigarrillos. Entonces todavía se fumaba, dirá la gente cuando el jazz huela a lavanda y no a tabaco profundo. En esas imágenes del pasado aparecerán trenes de cercanías con jóvenes concentrados en la pantalla del ordenador portátil abierto en las rodillas y alguien explicará que en aquel tiempo para trabajar había que desplazarse hasta la fábrica. La informática, la incipiente Internet y el genoma descodificado del gusano tendrán el mismo romanticismo de la máquina de vapor, del zepelín extasiado sobre los tejados de París o de la vacuna de Pasteur. Entre los coches atascados de una avenida aparecerá oyendo música en un MP3 una chica en bicicleta con un periódico en el cestillo del manillar y desde una valla publicitaria Naomi Campbell ofrecerá a los peatones la tarta de chocolate de su propio cuerpo diluido en el mar de automóviles. Puede que la chica de la bicicleta se siente en la terraza de un bar frente a una playa vacía y pida una cocacola, que será un refresco ya olvidado, y luego empiece a leer el periódico todavía impreso en papel, con fecha de hoy. Todas las desgracias, crímenes y guerras que ocupen la actualidad este día se habrán convertido en estiércol de la historia; los nombres de políticos, artistas y escritores cuyas fotos aparecían en sus páginas también se habrán ido por el sumidero, si bien el periódico que lee esa chica traerá imágenes de algunos personajes que serán fascinantes y harán soñar a los habitantes del futuro.
Dentro de cien años, nuestra mediocridad también será nostalgia. Me gustaría saber quiénes son hoy esos seres que el tiempo convertirá en criaturas de oro envueltas en el humo de la memoria. Están entre nosotros, pero nadie los conoce.