"Gente nutritiva": qué nos pueden enseñar las personas que sanan con sus gestos
Algunas personas nos sanan con sus actitudes. Ellos producen en nosotros alegría, plenitud, y nos nivelan hacia "arriba". Todos los seres humanos nacemos preparados para conectar con los demás.
El vínculo con el otro es fundamental porque somos seres gregarios. ¡Necesitamos de la gente! Seguramente recordarás a ese amigo, o ese abuelo, o ese maestro, cuyas acciones o palabras te llenaron de alegría. Y, al recordarlo, decís: "Me hizo bien". Todos hemos vivido esa experiencia con alguien cercano.
La gente nutritiva hace mucho más que desplegar el "protocolo", o la amabilidad, en el trato.
Alguien nutritivo nos motiva, nos alienta, nos ayuda a ser una mejor versión de nosotros mismos, porque despliega actitudes que nos hacen bien. Te invito a analizar algunas características del encuentro con la persona que nos nutre:
- Consideramos cada encuentro con el otro como un motivo de festejo
Cuando nos encontramos con alguien y demuestra un gozo sincero por vernos, eso nos produce una enorme satisfacción. Se traduce en: "Yo valgo para el otro". Sentimos que le alegramos la vida. Y eso, en general, nos lleva a retribuírselo con la misma emoción. No nos referimos aquí al "Qué lindo verte" fingido, sino a una actitud que brota del corazón. La sonrisa deja en evidencia que estamos contentos y satisfechos, lo cual es un mensaje de que el otro nos interesa, pero al mismo tiempo de que no somos ni superiores ni inferiores, sino iguales o pares.
Una actitud negativa también se expresa en el rostro y solo provoca malestar en el ambiente y distancia con el otro. En cambio, cuando llegamos a un sitio transmitiendo felicidad, determinamos un nuevo ambiente. Saludar y sonreír ayuda a construir proximidad afectiva y trae bienestar y un mejor clima para todos.
- Se produce un encuentro valioso entre un "yo" y un "tú"
Cuando vemos al otro como un "tú", como una persona valiosa, como alguien igual que "yo", se genera respeto, amor y unidad. Considerar al otro como un par nos permite aprender de esa persona. El otro no es menos ni más que yo. Es un par, de quien puedo aprender; y, a la vez, él puede aprender de mí. Puedo aprender de su error y él puede aprender del mío. Es decir que se construye un espacio de respeto donde cada uno le aporta algo al otro. Un espacio en el que estamos al mismo nivel.
Martin Buber hablaba de no relacionarnos con "yo-eso" y ver al otro como una cosa, una mercancía, un objeto o un medio, sino como alguien distinto de mí. Jamás deberíamos valorar a otro ser humano por su dinero, o por su conocimiento, o por su trabajo. ¡Por nada de eso! Simplemente, percibámonos como dos vidas que se encuentran y se valoran por el solo hecho de "ser".
- Nos mostramos tal cual somos, sin poses ni deseo de impactar a nadie
Esta autenticidad o sinceridad aporta a la construcción de la confianza. Los seres humanos buscamos confianza en los demás y esta se expresa a través de la autenticidad que dice: "Sos sincero para mí". Dicha actitud genuina hace que nos mostremos "íntegros" (de una sola pieza) y compartamos nuestras cartas (la verdad) sin fingimiento. Pero no "diciendo todo lo que me viene a la mente", sino editando las palabras para que acaricien al otro y no lo hieran innecesariamente. Hoy sabemos que las personas auténticas tienden a ser más felices, poseen una mejor autoestima y cultivan buenas relaciones interpersonales.
- Generamos empatía en el otro
La empatía es una habilidad que se cultiva y se desarrolla conscientemente. Es la capacidad de darnos cuenta de lo que siente el otro. Implica todo un entrenamiento, "meterse en" el otro, "sintonizar con" el otro. Y hoy se sabe que, cuanta más empatía, menos maldad. Cuanta menos empatía tiene alguien, más capaz es de lastimar a otros. No le importará lo que les suceda a los demás. En cambio, quien tiene altos niveles de empatía no le hará a ninguna persona aquello que no desea para su vida.
Sin duda, pasar tiempo con gente nutritiva resulta saludable. Este tipo de relación nos conduce a sanar los modelos viejos que nos han hecho daño. Compartir con el otro desde la sinceridad sana nuestras malas relaciones del pasado. Porque esos encuentros especiales nos permiten sentirnos relajados y felices. Tal vez no sean muchas las personas que nos nutren, pero realmente nos llenan el corazón. ¡Y qué bueno es que cada uno de nosotros pueda ser también ese ser nutritivo que el mundo tanto necesita hoy!
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