La aristocracia porteña y la clase media ascendente conformaban la clientela habitual de este emprendimiento fundado por un inmigrante inglés y un santiagueño; aún hoy puede apreciarse el valor arquitectónico y patrimonial de su emblemático edificio de la calle Florida
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En 1883, Torcuato de Alvear asumía como primer intendente de la ciudad de Buenos Aires. Ese mismo año, el inmigrante inglés Alfredo Gath y Lorenzo Chaves, nacido en Santiago del Estero, decidieron dejar sus puestos como empleados de Casa Burgos, una conocida tienda de ropa de la época. A los 30 años y buscando un futuro más holgado, los compañeros de mostrador se independizaron para fundar su propio local de modas para hombres, donde exhibían prendas confeccionadas con telas inglesas. El 8 de julio de aquel año, al 569 de la calle San Martín, un pequeño negocio llamaba la atención. The London Horsiery de Gath & Chaves sería la semilla de un futuro emprendimiento monumental: las famosas tiendas Gath & Chaves.
El concepto de “tiendas departamentales” introducido por Gath & Chaves era novedoso en el país. En un mismo lugar, el cliente podía adquirir desde indumentaria, tabacos y ropa de cama hasta vajilla y hacer un alto en el frenesí consumista para saborear un rico té.
Visitar las tiendas era todo un plan. No se iba así nomás, había que vestirse para la ocasión. Las señoras lucían bien “emperifolladas” y los caballeros de traje y sombrero, que solían adquirir allí mismo. Los clientes más adinerados concurrían con el personal doméstico que ayudaba con el cuidado de los niños. Esos mismos chicos que, cerca de Navidad, eran llevados para ver “en persona” al mismísimo Santa Claus (o Papá Noel, como cada cual lo llame).
Los comienzos
Torcuato de Alvear buscó imprimirle a la ciudad un aire parisino. La influencia europea se podía apreciar en los flamantes edificios del Centro porteño, en la decoración de las casas de familia y en la ropa que lucían los integrantes de las clases más acomodadas. En ese contexto, el negocio de Alfredo Gath y Lorenzo Chaves prosperó rápidamente, a tal punto que, en 1885, debieron mudar su local e incorporar ropa femenina a la oferta de sus vidrieras.
A comienzos del nuevo siglo, y con una ciudad que no paraba de progresar y crecer, los comerciantes, devenidos en prósperos empresarios, se mudaron a un flamante edificio de varios pisos ubicado en la esquina de La Piedad (hoy Bartolomé Mitre) y Florida. Aquella construcción aún existe, aunque la fachada fue reformulada.
Aquella tienda funcionó muy bien, pero tal era el crecimiento y el arraigo de la propuesta en la sociedad de ese tiempo que los comerciantes entendieron que debían dar un paso aún mayor. A pesar de las dudas, en 1914 se inauguraría el solar definitivo donde funcionaría la tienda, ubicada en la esquina de Cangallo y Florida. La monumental edificación se coronaba con la leyenda Gath & Chaves, inscripción que actualmente se observa caminando por la famosa peatonal de Buenos Aires.
Con “gatichaves”, como comúnmente se pronunciaba el nombre de la tienda, nacía no solo un nuevo concepto de consumo, sino un paseo obligado de los porteños y de los turistas que llegaban a la ciudad.
Palacete
El país era considerado el “granero del mundo” y su idiosincrasia se tensionaba entre las raíces de la identidad autóctona y la mirada aspiracional hacia Europa, sobre todo tomando a Londres y París como modelos de desarrollo económico y cultural. La moda no estaba ajena a ese tejido de entramado complejo.
El 31 de marzo de 1908, la tienda se convierte en una sociedad anónima y dos años después ya contaba con talleres propios de carpintería de muebles y vestimenta. En 1912, con una sede abierta en Santiago de Chile, se suman capitales ingleses a su patrimonio, convirtiendo a la tienda en The South American Stores (Gath and Chaves) Ltd.
Lorenzo Chaves fue designado miembro de la junta directiva y tanto él como su socio retendrían el cinco por ciento de las ganancias hasta el 2018. Estaba todo dado para que se comenzara a construir el edificio definitivo que albergaría a la tienda.
En 1912, el prestigioso arquitecto francés Francisque Fleury Tronquoy fue el responsable de diseñar y llevar adelante la construcción de un fabuloso palacete de siete pisos y dos subsuelos de Florida y Cangallo (hoy Juan D. Perón). Los planos iniciales impactaban por la envergadura del proyecto. Para ese tiempo, la tienda ya tenía ocho sucursales en el país. El nuevo espacio sería el verdadero templo del consumo al que accederían varias generaciones de clientes. El modelo de las tiendas parisinas Au Printemps fue el faro con el que se instaló Gath & Chaves.
Dos años después, el faraónico edificio de corte academicista francés estaba listo para recibir a los miles de clientes que llegaban por día para apreciar lo último de la moda.
El frente fue revestido en mármol de Carrara, al igual que las ampulosas escaleras que confluían en el gran foyer de la planta baja. Cada uno de los pisos balconeaba hacia un inmenso pozo de aire que se remataba en altura con una claraboya que se destacaba con sus vitrales. El diseño de los espacios de acceso público era exquisito. El acero y el cristal fueron elementos muy usados, tal como se podía apreciar en las vidrieras, y que remitía a nuevas técnicas de arquitectura que se imponían en el mundo.
En cada piso, un letrero anunciaba la sección correspondiente: “Mujeres”, “Hombres”, “Sports”, “Juguetería”, “Decoraciones”. Nadie se iba con las manos vacías ante tamaña oferta.
Con un criterio de avanzada, en el último piso se había dispuesto una terraza donde, en tiempos de temperaturas accesibles, se montaba una confitería. En aquellas épocas iniciales, la ciudad aún no se había desarrollado en altura, con lo cual los clientes podían hasta observar algunos tramos de la costa del Río de la Plata.
Competencia
El crecimiento de Gath & Chaves fue tal que debió abrir un anexo, con igual criterio arquitectónico, en la esquina enfrentada de Florida y Cangallo. Para vincular a ambos edificios se construyó un túnel que pasaba por debajo de Cangallo. En 1968, ese lugar fue vendido y ocupado por The Royal Bank of Canadá y, hace algunos años, en una sucursal de la tienda Falabella, que hace poco tiempo canceló sus actividades en el país.
El desarrollo de la empresa la llevó a asentarse en ciudades como Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tucumán, Junín y Córdoba, entre otros puntos del país.
Cuando Gath & Chaves abría sus puertas en su solar definitivo, también lo hacía la única sucursal de Harrod´s fuera de Londres, en la esquina de Florida y Córdoba. En 1922, ambas empresas pasaron a tener intereses comunes, por eso mucha gente las aglutinaba en la denominación Harrod´s Gath & Chaves.
El cierre
Los modos de consumo y las sucesivas crisis de la economía argentina fueron mermando la capacidad de compra en esas tiendas faraónicas que representaban otro tiempo. Si bien en el mundo el modelo de venta departamental aún hoy está muy arraigado, en nuestro país no termina de ser una fórmula que se instale definitivamente.
En 1974, Gath & Chaves bajó sus persianas definitivamente, luego de algunos amagues y reformulaciones en su forma de ofrecer los productos.
Para ese tiempo, viajar a Europa era mucho más frecuente para buena parte de la clientela de buen poder adquisitivo que visitaba la tienda y que comenzaba a traer desde el exterior los diseños de moda. Harrod´s la sobrevivió unos cuantos años más, hasta convertirse en una mole abandonada con varios intentos de reapertura que fracasaron.
El transeúnte atento podría reconocer en la esquina de Florida y Perón a esos edificios señoriales y de gusto refinado que albergaron a Gath & Chaves. La leyenda en la cúpula recuerda que allí hubo un rincón de la ciudad que se había convertido en un paseo obligado. “Te espero en Gath & Chaves”. Y estaba todo dicho.
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